El Senado de la República aprobó el proyecto de ley que debe ratificar la Cámara de Representantes para que quien haya cumplido su condena por abuso sexual o violación contra un menor de edad pueda solicitarle al Ministerio de Salud un tratamiento hormonal que le inhiba el deseo sexual. Esta noticia reabre el debate sobre el que hemos ido haciendo hincapié en este blog desde hace tiempo.
La historia debemos remontarla al 13 de septiembre de 2012 cuando se radicó un proyecto de ley por parte del senador Roy Barreras, que proponía que en algunos casos se sometiera al violador a la castración química para evitar que siga cometiendo este delito. En 2007, Barreras había intentado que la iniciativa se convirtiera en ley, pero en ese entonces el proyecto no recibió la acogida necesaria y se hundió. La iniciativa tiene como objetivo eliminar los beneficios legales que les otorgan a los violadores una vez judicializados como rebajas de penas, libertad condicional o casa por cárcel.
La medida busca más no tanto al violador común, que suele pasar un largo periodo de tiempo en la cárcel, pero más al psicópata que dejan libre sin ninguna medida terapéutica.
Son pocos los países en los que la castración química está permitida. En Corea del Sur se aprobó una ley para ello en 2010, año en que ocurrió lo mismo en la (Argentina). En Polonia se admitió en 2009 para casos de violación e incesto. En Estados Unidos es legal en nueve de los 50 estados. En Gran Bretaña el gobierno la aprobó en 2007, aunque su aplicación tenía que ser aceptada voluntariamente por el agresor. No hay país en el que este método se haya admitido sin acarrear una buena carga de polémica y, si en algo coincide la comunidad médica, es en que no es 100% efectiva.
¿En qué consiste?
La castración química es un término utilizado para describir los medicamentos destinados a reducir la líbido y a reducir la actividad sexual, por lo general, para impedir que los violadores, pederastas y otros delincuentes sexuales reincidan. Considero que el termino castración podía cambiarse por el de “terapia hormonal para reducir el deseo sexual en violadores”.
A diferencia de la castración quirúrgica (cuando se extraen los testículos), en la castración química no se ocasiona un cambio físico permanente en el cuerpo ya que no es una forma de esterilización sino que se administran diferentes medicamentos, por ejemplo Depo Provera. La Depo Provera es un progestágeno aprobado por la FDA para el control de la natalidad, que sofoca la conducta sexual de los delincuentes sexuales por medio de la reducción de los niveles de testosterona en los hombres, al disminuir los niveles de andrógenos en el torrente sanguíneo. Esto, en teoría, reduce las fantasías sexuales compulsivas de algunos tipos de delincuentes. Los efectos secundarios de la droga han sido raros y se cree que son totalmente reversibles con la interrupción del tratamiento.
Este tipo de tratamiento ha sido utilizado desde hace tiempo con la intención de reducir el deseo sexual de algunos agresores sexuales cuya incapacidad para controlar su comportamiento conduce a repetir una conducta sexual desviada que perjudica a terceros: violadores, abusadores de niños incestuosos, pedófilos, exhibicionistas, etc.
La castración química como método terapéutico ha sido y es muy debatida. Debido al reclamo público de reducir el flagelo de las agresiones sexuales, la castración química ha sido propuesta como una alternativa no permanente, reversible y con menos efectos colaterales que la castración quirúrgica. Sin embargo, las investigaciones llevadas a cabo en Europa no justifican la recomendación de la castración como método confiable para los agresores sexuales dado que distintos estudios han demostrado que la castración quirúrgica se muestra ineficaz como tratamiento terapéutico. Sobre todo porque, incluso si la capacidad de un abusador de tener una erección o eyaculación se encuentra inhibida de forma permanente, el acto de agresión sexual implica mucho más que el uso del pene y estas conductas no se verían afectadas.
Desde 1929 hasta 1959, miles de hombres fueron condenados por agresión sexual (en algunos casos se trataba de una homosexualidad consentida, dado que esta conducta era ilegal en aquellos tiempos). Algunos de ellos fueron castrados en diversos países europeos. Sin embargo, algunos estudios sugieren que, si la castración química es acompañada por el tratamiento psicológico se reduce notablemente la tasa de reincidencia. Algunos programas de castración química, más terapia psicológica, juntas, prueban ser eficaces en abusadores de niños (no sádicos sino intrafamiliares incestuosos) y en exhibicionistas, aunque no en violadores.
Es por eso que los fármacos rara vez son considerados efectivos por sí solos y son administrados como complemento del tratamiento psicológico, tratamiento orientado a dotar a los agresores de las habilidades necesarias para dirigir sus vidas sin reincidir. La medicación sirve, esencialmente, para facilitar la implicación eficaz del paciente en el tratamiento psicológico.
La castración química con medicamentos antiandrógenos conlleva siempre un riesgo para la salud del paciente, por lo que el tratamiento sólo puede ser administrado bajo estricta supervisión médica continua, un adecuado seguimiento y asesoramiento dentro de un plan de tratamiento integral. Estos medicamentos nunca deben ser utilizados como único método de tratamiento y el agresor sexual debe participar en simultáneo en un tratamiento cognitivo-conductual diseñado para abordar otros aspectos de la conducta desviada, además de los intereses sexuales.
Es, precisamente, el hecho de que la castración sea reversible, lo que suscita más dudas en cuanto a su efectividad pues, como varios expertos destacan, este método ayudará solo a aquellas personas que quieran ayudarse y tengan la voluntad de no reincidir. Entre otros muchos aspectos, pueden ser los efectos secundarios de la Depo-Provera los que hagan que el sujeto en cuestión decida no seguir con el tratamiento al salir de prisión. Pérdida de vello corporal, redistribución de la grasa o depresiones pueden ser algunas de las consecuencias del tratamiento.
La prevención de la recaída es, un «proceso de auto-control que lleva a adoptar un estilo de vida alejado de la agresión sexual y que permite controlar y manejar situaciones de alto riesgo que se puedan presentar en el futuro. Supone un cambio en los pensamientos, emociones y comportamientos que permitirán al recluso controlar su vida y evitar la recaída».
¿Y si se establece como medida obligatoria? Con nuestro marco legislativo actual, en ninguno de los casos la castración química podría efectuarse de manera obligatoria en nuestro país, pues contraviene la Constitución. Ya en 2009, durante el debate sobre la implantación voluntaria en ningún caso el programa podría ser obligatorio, pues «implicaría un choque frontal con los derechos constitucionales de los reclusos».
Tendriamos en Colombia que luego de tantos años viendo impunemente como estos violadores reinciden y se dejan en libertad estos antisociales, intentar como se pueden reintegrar a la sociedad, sometiéndose a tratamientos medicos hormonales y psicoterapéuticos.
Métodos de castración química
La castración química no es un término del todo apropiado. La inyección de determinadas drogas en el cuerpo de un hombre no resulta en una castración. En cambio, reducen significativamente su nivel de testosterona y reducen su deseo sexual o libido. Existen tres métodos comunes de castración química.
La droga Depo Provera es el tipo de castración química más común. En las mujeres, se usa como anticonceptivo. En los hombres, ocasiona una reducción en el nivel de testosterona, que generalmente disminuye el impulso sexual. A los reclusos masculinos se les inyecta una vez por semana o por mes. Depo-Lupron en el cuerpo de un hombre es otra forma de castración química.
El Depro-Lupron es una forma sintética de la hormona leuprolida. Ocasiona una sobreproducción de determinadas hormonas que detienen la producción de la testosterona. La eliminación de la producción de la testosterona en el cuerpo de un hombre reduce drásticamente o elimina su impulso sexual.
Los antiandrógenos constituyen otro método de castración química. Obran bloqueando determinados receptores del cuerpo a los que se une la testosterona. La meta es bloquear los efectos de la testosterona en el cuerpo masculino y hacer que los niveles regresen a los de un niño pre-púber. El abusador sexual experimenta una reducción de la libido, teóricamente eliminando el deseo de volver a abusar.
Un paso más adelante para castración química en Colombia
Mar, 15/05/2018 - 11:39
El Senado de la República aprobó el proyecto de ley que debe ratificar la Cámara de Representantes para que quien haya cumplido su condena por abuso sexual o violaci