
El papel de la mujer en la industria musical atraviesa un momento de transformación histórica. Las cifras de consumo muestran un aumento sostenido en la visibilidad, el impacto y el protagonismo de las artistas femeninas, un fenómeno que refleja tanto cambios culturales como esfuerzos deliberados por abrir espacios más equitativos dentro de una industria marcada durante décadas por dinámicas patriarcales.
Según datos recientes de Spotify, el 58% de quienes escuchan a artistas mujeres son también mujeres. Más allá de ser una estadística llamativa, este hecho revela la fuerza de la identificación femenina con las voces que narran sus propias realidades. A medida que más mujeres irrumpen en la escena musical, otras se sienten representadas y conectadas, lo que genera un efecto de retroalimentación positivo: a mayor presencia femenina, mayor es la audiencia femenina dispuesta a escucharlas.
En Colombia, este fenómeno ha sido especialmente evidente. El consumo de artistas mujeres en el país se multiplicó por cinco en los últimos cinco años, acompañado de un crecimiento del 36% en el catálogo disponible. Este salto no puede entenderse únicamente desde el talento de las intérpretes, sino como el resultado de una mayor representación femenina en todas las áreas de la industria: ejecutivas, promotoras, productoras y compositoras que hoy influyen en las decisiones y aportan nuevas miradas a la gestión del negocio musical.
“Durante mucho tiempo la música estuvo dominada por hombres, tanto en el escenario como detrás de él. Hoy, cuando hay más mujeres en puestos clave, la manera en que se promocionan los proyectos femeninos es diferente, menos centrada en la sexualización y más en la autenticidad artística”, explica Manuela Echeverry, líder de relaciones con artistas y sellos discográficos para la región andina de Spotify.
El rol de Colombia en la exportación de talento femenino
Colombia se ha consolidado como un semillero de estrellas globales. Sin embargo, cuando se trata de talento femenino, aún predominan dos grandes referentes: Shakira y Karol G. Ambas cuentan con un 64% de audiencia femenina a nivel mundial, un indicador de cómo sus mensajes y estilos conectan con mujeres de distintas culturas.

Aunque detrás vienen nombres como Gracie, Elsa y Elmar o Juliana, el top 50 de Colombia sigue siendo mayoritariamente masculino. La brecha persiste, pero la aparición de nuevas voces muestra que el terreno se está abriendo. “Todavía nos falta mucho por recorrer, pero cada iniciativa que impulsa la representación femenina en la música abre una puerta para que más artistas puedan surgir”, apunta Echeverri.
En comparación, países como Argentina presentan una realidad distinta. Allí, durante 2023, la mayoría de artistas en el top 50 eran mujeres, lo que dio origen a festivales que celebran esta presencia. Ese contraste evidencia que si bien Colombia avanza, el camino hacia la equidad plena aún está en construcción.
Los retos que persisten
A nivel global, solo el 25% de los artistas son mujeres. El panorama se reduce aún más cuando se observan otros roles: apenas el 13% de los compositores y el 3% de los productores son mujeres. Estas cifras, aunque mejores que hace una década, siguen mostrando una brecha significativa que limita la diversidad de voces y perspectivas dentro de la industria.
“Mientras haya menos representación femenina en los diferentes frentes de la música, habrá menos oportunidades para que nuevas artistas surjan y sean escuchadas. La equidad no se logra solo con intérpretes en el escenario, sino con equipos balanceados detrás”, señala Echeverry.

Hacia una industria más equitativa
El futuro plantea un reto claro: seguir cerrando la brecha. La representación femenina en la música ha crecido, pero la igualdad aún está lejos. La clave estará en mantener la constancia y en ampliar las oportunidades, no solo para las grandes estrellas globales, sino también para las nuevas generaciones de artistas que buscan abrirse paso.
En ese sentido, el próximo 2026 marcará un hito, con la conmemoración de los cinco años de programas globales de equidad que han transformado el panorama musical. Será una oportunidad no solo para celebrar lo alcanzado, sino también para reflexionar sobre lo que aún falta.
El movimiento femenino en la música no es una moda pasajera: es un cambio estructural que está reconfigurando la industria desde adentro. Cada nueva voz femenina que se suma no solo representa talento, sino también un paso más hacia una escena musical diversa, justa y verdaderamente representativa de las múltiples realidades de las mujeres.