
El país aún no se recupera del estremecedor caso del secuestro de Lyan Hortúa, un niño de 11 años que permaneció 18 días en cautiverio.
Aunque su liberación fue motivo de alivio y alegría, las recientes revelaciones han dado un giro inesperado al caso, destapando un complejo entramado de narcotráfico, deudas impagas y disputas por bienes ilegales que habrían motivado el crimen.
El hecho ocurrió el pasado 3 de mayo, cuando el menor fue raptado por un grupo armado en Jamundí. Desde ese momento, la presión mediática y el clamor ciudadano exigieron su pronta liberación. Sin embargo, lo que en un principio parecía un crimen aislado, ahora se perfila como una operación criminal de alto nivel.
¿Quién ordenó el secuestro de Lyan Hortúa?
Según una investigación hecha por revista Semana, la orden del secuestro habría sido emitida por el delincuente conocido como Diego Rastrojo, quien utilizó el secuestro como mecanismo de presión para recuperar una supuesta deuda millonaria. Rastrojo, vinculado a redes del narcotráfico en el suroccidente del país, habría contratado a la estructura criminal disidencia ‘Jaime Martínez’, un brazo armado de las antiguas Farc, para ejecutar el secuestro.
Aunque el objetivo inicial era capturar a Jorsuar Suárez, padrastro de Lyan, o a su madre, Angie Bonilla, finalmente los captores decidieron llevarse al niño, lo que provocó una ola de indignación nacional.
Una deuda de $37.000 millones detrás del secuestro
De acuerdo con el informe, la deuda que dio origen al secuestro rondaría los $37.000 millones de pesos, de los cuales la familia Hortúa-Bonilla habría pagado una cuota inicial cercana a los $4.000 millones para lograr la liberación del menor.
El dinero estaría relacionado con bienes y propiedades manejados en el pasado por Angie Bonilla, madre de Lyan, quien presuntamente habría actuado como testaferra de Diego Rastrojo y también de su expareja, José Leonardo Hortúa, alias ‘Mascota’, señalado padre biológico del menor. Mascota, conocido en el mundo criminal como ‘Mochacabezas’, habría liderado una red de desmembramientos en Tuluá antes de ser asesinado en 2013.
Otros capos involucrados y silencio de las autoridades
La revista también menciona la influencia de otros peligrosos personajes como ‘Pipe Tuluá’, ‘Guacamayo’ y ‘Alacrán’, cercanos a Mascota, quienes, aunque no participaron directamente en el secuestro, solicitaron que se respetara la vida del menor.
Durante los días de cautiverio, los familiares del niño lograron enviarle medicamentos y mantener contacto a través de videollamadas. Sin embargo, la familia ha denunciado abandono institucional y falta de apoyo por parte de las autoridades.
"Nos dejaron solos. Tuvimos que negociar, tuvimos que pagar. No había otra opción", aseguró Sebastián Bonilla, tío del menor, en entrevista con La FM.
¿Qué pasó con los bienes de Rastrojo y Mascota?
La muerte de Mascota y la posterior extradición de Diego Rastrojo habrían dejado en disputa los bienes ilegales que ambos manejaban, lo cual generó tensiones y revanchas dentro del bajo mundo. Se presume que Angie Bonilla conocía la ubicación de algunas de esas propiedades, lo que habría motivado la drástica decisión de secuestrar a su hijo como medida de presión.
A pesar de la liberación de Lyan Hortúa, la investigación está lejos de concluir. Las autoridades ahora enfrentan la presión pública para capturar a los responsables intelectuales y materiales de este secuestro que expone, una vez más, cómo el narcotráfico sigue marcando la vida de miles de familias en Colombia.