La industria del sexo está creciendo en Colombia. Cada vez hay más productos, ideas y creatividad. La gente la está dejando de ver como un tabú o un tema vergonzoso.
Teniendo en mente ese concepto, tres diseñadores industriales bogotanos le apostaron a ese mercado. Decidieron crear productos eróticos con un valor agregado, con diseño y sello colombiano.
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Julieta Camacho contó a KienyKe.com que pese a los avances, en el país no hay diseño de juguetes sexuales. Por eso, ella y sus compañeros, Gabriel Perdomo y Omac Rojas, se convencieron de que el erotismo puede llegar a todo mundo "desde el adolescente que está empezando su vida sexual hasta la señora que está en la menopausia".
Esta convicción, sumada a las ganas de ayudar a comunidades y generar empleo, fue lo que llevó al equipo a trabajar de la mano con familias de artesanos de la vereda La Chamba, ubicada en el municipio del Guamo, Tolima.
"Nos dimos cuenta que en Colombia y Latinoamérica tenemos algo muy rico, la artesanía. En el mundo somos muy reconocidos por eso", dice Camacho.
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"Les dijimos que eran masajeadores"
De esa manera surgió 'Candela Pasión', la marca con la que bautizaron su idea y la que empezó a trabajar de forma discreta con señoras que estaban acostumbradas a moldear cerámica para crear ollas y otros recipientes típicos de la región, y no vasijas para velas eróticas y dildos, un tipo de consoladores.
"Al prinicipio sentíamos mucho respeto y por eso no les decíamos que eran juguetes sexuales; ellas son señoras y piensan totalmente diferente", recuerda la diseñadora.
En ese momento, les plantearon la idea de innovar y crear supuestos masajeadores para la espalda.
"Les pareció chévere la idea, nunca habían hecho uno. Pero (los dildos) empezaron a llegar muy grandes porque pensaban que eran para la espalda y los brazos. Cuando nos dimos cuenta que eran capaces de innovar, decidimos que teníamos que decirles la verdad, porque es un producto íntimo y debe estar muy bien elaborado".
El grupo de amigos se llevó una sorpresa. Las artesanas de La Chamba no mostraron sorpresa ni rechazo a la propuesta, por lo que de acuerdo con Julieta, arrancó en firme la experiencia de la marca.
"La creatividad aflora. Al principio sintieron recato pero luego empezaron a participar. Eso es lo bonito que tiene el sexo, que todo mundo tiene una opinión".
"Al prinicipio sentíamos mucho respeto y por eso no les decíamos que eran juguetes sexuales; ellas son señoras y piensan totalmente diferente", recuerda la diseñadora.
En ese momento, les plantearon la idea de innovar y crear supuestos masajeadores para la espalda.
"Les pareció chévere la idea, nunca habían hecho uno. Pero (los dildos) empezaron a llegar muy grandes porque pensaban que eran para la espalda y los brazos. Cuando nos dimos cuenta que eran capaces de innovar, decidimos que teníamos que decirles la verdad, porque es un producto íntimo y debe estar muy bien elaborado".
El grupo de amigos se llevó una sorpresa. Las artesanas de La Chamba no mostraron sorpresa ni rechazo a la propuesta, por lo que de acuerdo con Julieta, arrancó en firme la experiencia de la marca.
"La creatividad aflora. Al principio sintieron recato pero luego empezaron a participar. Eso es lo bonito que tiene el sexo, que todo mundo tiene una opinión".
