Keiko Fukuda es la última persona sobreviviente en haber recibido clases de Jigoro Kano, el creador del arte marcial japonés del judo. Fukuda tiene 98 años, mide menos de un metro cincuenta centímetros, pesa cuarenta y cinco kilos y hace unos días fue reconocida como la única mujer con el rango más alto en judo del mundo: Cinturón negro noveno Dan. Fukuda, quien lleva más de siete décadas como judoka, recibió el título con humildad. Tiene entre sus planes continuar como maestra de judo en San Francisco, California.
A Fukuda la llaman honorable sensei, así se le reconoce como maestro de larga trayectoria en el camino del judo. Sus estudiantes la tratan como a una reina y procuran hacer silencio con tal de escuchar con cuidado cada una de las instrucciones y consejos que Fukuda les da. El dojo donde entrenan es pequeño, y la única silla que hay en el lugar pertenece a la sensei, que rara vez se levanta para hacer demostraciones de su habilidad en una de las artes marciales más complejas del Lejano Oriente.
La palabra judo significa el camino de la flexibilidad. El principio de este arte marcial consiste en usar la fuerza del oponente para ganarle. Se trata de adaptarse, de acoplarse y amoldarse a la energía a la que uno se enfrenta. Cada movimiento de Fukuda demuestra su convivencia con el judo, su hablar pausado y su gentileza incluso para manifestar el movimiento más contundente del arte marcial la convierten en un ejemplo viviente.
Sus alumnos hacen silencio y permanecen alertas, y a veces, solo a veces, se oye el chasquido de la silla plegable de metal en la que se sienta la sensei, luego el golpecito suave del bastón que la ayuda a apoyarse en el suelo y, de pronto, Fukuda está de pie, lista a dar una pequeña muestra de su sabiduría. De manera súbita se le ve lanzarse a la colchoneta, con pasos cortos y rápidos, como los de un roedor. Los alumnos observan cómo Fukuda se acerca a una joven estudiante y la derriba con suavidad. Los asistentes aplauden y la sensei sonríe con timidez.
Fukuda habla inglés con un acento fuerte y a veces es difícil entenderle, entonces utiliza ruidos que en un comienzo suelen despistar a sus alumnos, pero luego, cuando desarrollan las técnicas de manera correcta, comprenden la intención del sonido y ven por qué ella aplica esa enseñanza sonora en el judo.
Las tradiciones japonesas han marcado la vida de Fukuda, no solo es experta en judo sino que también domina la caligrafía y conoce a la perfección el ritual de la ceremonia de té. Desde los 21 años ha dedicado su vida al judo. Rechazó a su prometido, quien no estaba de acuerdo con que Fukuda practicara judo, para poder cumplir el sueño que hoy vive en carne propia: ser la mejor mujer en esta técnica de artes marciales. Durante 30 años estuvo estancada en el cinturón negro de quinto DAN, porque existe una regulación que no permite que una mujer supere este rango. Fukuda se propuso romper dicha norma y en 1972 logró ser ascendida al sexto DAN.
Jigoro Kano, creador del judo, fue alumno del abuelo de Fukuda, quien fue uno de los últimos samuráis y además profesor de Jiu Jutsu. Kano desarrolló el judo como un arte marcial holístico que integra la parte física y espiritual de manera equilibrada. Fukuda se concentró en un estilo más suave y delicado del judo llamado ju no kata, y lo presentó en los Juegos Olímpicos de Tokyo de 1964. La frase personal de Fukuda es: "Sé gentil, delicada, fuerte y bella". De manera mental y física. En la actualidad hay un documental en desarrollo con respecto a su vida.