Cuando un tenis se vuelve una escultura

Dom, 19/12/2010 - 11:36
Federico Uribe es obsesivo, compulsivo, observador y un artista plástico inusual. Diseña su propia ropa en tela estampada de animales y figuras que se repiten sin cesar. Amparo Grisales es la artist
Federico Uribe es obsesivo, compulsivo, observador y un artista plástico inusual. Diseña su propia ropa en tela estampada de animales y figuras que se repiten sin cesar. Amparo Grisales es la artista que más admira, porque para él posar desnuda en una revista a los cincuenta años es sinónimo de disciplina. Cree que es ignorante porque no lee revistas de arte y omite los letreros informativos en los museos. Sin embargo, tiene claro que disfruta del legado de Giovanni Battista Tiepolo, Caravaggio y Francisco de Goya. Estudió arte en la Universidad de Los Andes y recorrió Cuba, México, Rusia e Inglaterra. Sus primeras pinturas tenían como tema su propia sexualidad y cuestionaban la religión católica. A los 34 años dejó los pinceles y se convirtió en un comprador compulsivo. Visitó mercados, plazas, tiendas de artesanías y de fiestas infantiles. Para él los objetos ajenos a su funcionalidad son pequeñas esculturas, formas, color y textura. Uribe logra convertir lo cotidiano en obras de arte. Nunca dibuja un boceto de sus obras, y eso no evita que sea perfeccionista. Su esencia está en el sentido que le da, en una sola pieza, a cientos y miles de tornillos, zapatos, monedas, lápices, cordones y cubiertos desechables. La mayoría de la materia se la regalan, aunque suele comprar en tiendas quebradas y especializadas en objetos de segunda. El resultado final son torsos, animales, plantas, personas, una granja y esculturas con formas abstractas. Una de ellas fue elaborada con ochenta mil monedas de centavo de dólar. A lo largo de su carrera ha elaborado catorce series. Después de dos horas de montar bicicleta y entrenar en el gimnasio, inicia su día laboral. Él ensambla sus obras en Miami, donde llega a las nueve de la mañana y escucha audiolibros mientras trabaja. Sus preferidos son los clásicos de la literatura mundial. Almuerza con sus dos asistentes argentinos, que sólo trabajan de siete de la mañana a tres de la tarde. A esa hora empieza su trabajo solitario hasta las ocho de la noche. Segunda Naturaleza es el nombre de una serie del artista que evoca la selva y donde los protagonistas son animales, insectos, plantas y paisajes. Usó veinticinco mil cordones, 1.500 zapatos marca Puma y veintidós mil tornillos unidos con trozos de madera. Tardó un año sacando el animal de cada par de tenis y, como él lo define, intentó devolverlos a su estado natural. Sus obras se han visto en museos y galerías de México, España, Estados Unidos, Italia y México. En Colombia expuso, tras 25 años de ausencia, en la Feria ArtBo en 2009. Uribe tiene una obsesión por la acumulación de objetos y el trabajo continuo durante dos o tres meses. Sus obras parten de lo individual para convertirse en un colectivo armónico. Más que un artista es un artesano.
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