
Madonna rompió un silencio de casi una década para revelar uno de los capítulos más dolorosos de su vida. En una entrevista con el podcast On Purpose, conducido por el británico Jay Shetty, ella confesó que, durante la intensa batalla legal por la custodia de su hijo Rocco en 2016, llegó a contemplar el suicidio.
“Hubo momentos en mi vida donde quise cortarme los brazos”, confesó la reina del pop. “De hecho, contemplé el suicidio. Eso probablemente suena muy raro viniendo de mí porque yo no soy emo, pero pensaba: ‘Ya no puedo soportar este dolor’”.
La batalla por Rocco: el episodio más duro
Madonna y el director británico Guy Ritchie, con quien estuvo casada entre 2000 y 2008, protagonizaron una mediática disputa por la custodia de Rocco, su segundo hijo, que entonces tenía 15 años,. En diciembre de 2015, el joven se negó a regresar a Nueva York desde Londres, donde pasaba tiempo con su padre, para pasar las fiestas navideñas con su madre. Un juez intervino y le ordenó regresar a Estados Unidos, pero la tensión continuó.
Finalmente, tras ocho meses de litigios en tribunales británicos y neoyorquinos, Madonna y Ritchie llegaron a un acuerdo: Rocco se mudaría a Reino Unido con su padre. “A pesar de que mi matrimonio no funcionara, que alguien tratara de quitarme a mi hijo era como… igual mejor si me matan, eso pensaba”, confesó la estadounidense.
Entre giras y abogados: “Pensaba que era el fin del mundo”
En medio de aquel pleito, Madonna estaba en plena gira mundial Rebel Heart Tour. La presión era doble: sobre el escenario debía seguir interpretando sus grandes éxitos, mientras fuera de él lidiaba con abogados y jueces.
"Me la pasaba llorando en el suelo de mi vestidor. De verdad pensaba que era el fin del mundo y no podía con eso”, relató la cantante. “Gracias a Dios ya no me siento así".
Además de Rocco, la intérprete de 'Hung Up' y Guy Ritchie comparten la tutela de David Banda Ciccone Ritchie, a quien adoptaron en 2006.
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La espiritualidad, su tabla de salvación
Esta es la primera entrevista que Madonna concede en nueve años. En ella quiso compartir no solo el dolor, sino también el camino que la ayudó a superarlo: la espiritualidad.
“Básicamente me salvó la vida”, dijo. “Resignificar las experiencias difíciles como lecciones que cumplen con un propósito, en lugar de verlas como castigos, ha sido la clave para seguir adelante”.