Los contenedores de carga están hechos para almacenar grandes cargas. Los vemos en trenes, tractomulas, barcos y bodegas. Pero hace casi cuatro décadas se descubrió que estos amplios cajones de acero sirven también para vivir en ellos.
En la actualidad, hay unos 20 millones de contenedores tirados por ahí, amontonados en los basureros de las ciudades. Los países con más contenedores inutilizados son China, Estados Unidos y el norte de Europa.
En el mundo actual conseguir un buen lugar donde vivir puede ser muy caro. Por este motivo, reciclar contenedores se ha convertido en una de las soluciones más novedosas y desafiantes en términos de diseño, al punto de en arquitectura hay una rama especializada en contenedores.
Los beneficios de tener un hogar-contenedor son el costo y la durabilidad. Una casa-contenedor se construye un 40 por ciento más rápido que una normal. Los contenedores son muy económicos: cuestan entre mil y mil quinientos dólares. Además, son portátiles y, como están hechos de acero, resisten cualquier tipo de maltrato climático, incluso la corrosión causada por la sal. También ayudan al medio ambiente. En vez de apilar contenedores que se oxidarán en una montaña, se pueden convertir en casas, restaurantes, oficinas modulares e incluso edificios.
