Pastor, un sencillo músico de pueblo, nunca imaginó que un pequeño mensaje escrito por autores invisibles llegaría a causar su muerte. Por otro lado, Cesar Montero, un ganadero reconocido, tampoco imaginó que el mismo mensaje anónimo afectaría tanto su tranquilidad que terminaría por convertirlo en el asesino del humilde Pastor.

El contenido de la misiva, que al final terminó siendo un chisme, una mentira, un mensaje mal enunciado y hasta mal leído, develado hace más de 60 años en un pueblo sin nombre, demuestra y confirma que la información, expuesta de cualquier manera, y desde el comienzo de los tiempos, ha estado cargada de poder. Un poder que con la actual incidencia tecnológica no conoce estratos, hora, géneros, ni nada.

La muerte de Pastor, a quien pocos lloraron, la expuso Gabriel García Márquez en 1962, en una de sus primeras novelas: La mala hora. Habla del temor que vivieron los habitantes de un pueblo de la Costa Atlántica, a causa de panfletos que iban apareciendo en las puertas de las casas, en los que se exponían secretos que lograron causar caos y miedo social.

Esta historia de ficción que lleva más de medio siglo publicada es la radiografía de lo que actualmente sucede con la información, verdadera o no, que circula en las redes sociales que hoy comunican al mundo. Los mensajes que a través de Internet se mueven, en forma de noticia o de opinión, tienen la misma base de los panfletos que terminaron por halar el gatillo contra el músico protagonista en la novela del escritor de Aracataca.

El 26 de mayo de 2014 los hinchas del Junior de Barranquilla salieron eufóricos a las calles de la ciudad a celebrar. La noticia de la supuesta suspensión del campeón, Atlético Nacional, revelaba al equipo tiburón como acreedor del título. En motos, con harina, cerveza y ron, los barranquilleros invadieron la ciudad generaron caos, trancones; en pocos minutos Barranquilla fue una gran fiesta. Los unos contagiaban a los otros. Y ni los unos ni los otros confirmaron la noticia. Todo fue mentira. La suspensión no ocurrió, y hasta la Dimayor tuvo que aclarar la situación. La Arenosa pasó unas horas felices y el guayabo de la mentira fue su mala hora.

En otro caso, el miedo se apoderó de los colombianos tras escuchar en cadenas de Whatsapp la infomación sobre supuestos ataques con explosivos en diferentes centros comerciales del país. La cadena pasó de celular a celular velozmente. Quienes recibían el audio en el que un supuesto policía decía que la información sobre los ataques estaba confirmada, la reenviaba a sus más queridos seres y estos a otros. La broma logro los efectos deseados: viralizarse y atemorizar, mientras que las víctimas perdían un bien preciado su seguridad.

La muerte, al igual que en la novela garciamarquiana, ha rondado el espectro digital. Los panfletos disfrazados de trinos, posteos, y whatsapps han matado a más de uno. Vicente Fernández, el cantante más importante de la música ranchera, ha sido dado por muerto varias veces; su amigo el Puma también fue enterrado por cuenta de trinos falsos que corren por ondas electromagnéticas. Otras víctimas de información digital mentirosa han sido Sylvester Stallone, Jackie Chan, Lady Gaga y la lista sigue y seguirá.

La mala hora de las redes sociales ha llegado para quedarse. La única arma para defenderse no es desconectarse, es no creer que todo es vedad y que todo es mentira.

Las verdades y mentiras que se mueven en redes sociales, así como sus consecuencias será el tema central del foro que Kienyke.com y ForosK, en alianza con APD, adelantarán el próximo 21 de marzo de 2018, en el Gun Club.

Postobón