La Selección Colombia no se encontró con un rival, sino con un rompecabezas. Frente a una Australia que se encerró en su propio campo, el equipo de Néstor Lorenzo tuvo que aplicar una virtud que será crucial en el Mundial 2026: la paciencia estratégica. Una dudosa pena máxima destapó el partido y permitió que la calidad individual brillara en una goleada 3-0 que cierra un año invicto.
El problema táctico: el ensayo de Lorenzo y el muro australiano
Néstor Lorenzo aprovechó el partido para un experimento ofensivo: un cuarteto de ataque con Asprilla, Díaz, James y Suárez. Sin embargo, el plan chocó contra una realidad: una cancha adaptada en un estadio de béisbol, angosta, y un rival que cedió la posesión y se fortificó en sus 30 metros finales. El primer tiempo fue de dominio estéril, con la mejor oportunidad para los Socceroos en un tiro libre de McGree.
La llave que abrió la cerradura: la polémica y la puntería de James
La paciencia se estaba agotando. La solución llegó, con controversia incluida, en los 75 minutos: penal para Colombia por falta sobre Santiago Arias. Los australianos protestaron, pero James Rodríguez, con la frialdad que lo caracteriza, engañó al arquero Paul Izzo y anotó el 1-0. Fue el gol que destapó el partido y cambió la mentalidad de ambos equipos.
El desenlace: los espacios, el castigo y la recompensa
Con el marcador en contra, Australia tuvo que salir, y ahí apareció la verdadera amenaza colombiana: la velocidad en los contraataques. A los 88 minutos, un saque largo del arquero Camilo Vargas encontró a un Luis Díaz implacable, que aprovechó un error del guardameta rival para sellar el 2-0. El broche de oro lo puso Jefferson Lerma en el tiempo de compensación, rematando un rechace dentro del área para decretar el 3-0 final, un resultado que premia la persistencia.
El balance: Lección aprendida de cara a 2026
Este partido fue un simulacro valioso. La "democratización" del Mundial con 48 equipos significa que Colombia deberá acostumbrarse a romper blocajes bajos. Esta victoria no solo extiende la racha invicta, sino que le deja a Lorenzo una lección clara: en el camino al Mundial, la paciencia y la jerarquía serán tan importantes como el talento.
