El primero de diciembre del año 1957, ocurrió en Colombia uno de los sucesos más importantes para las mujeres a lo largo de su historia, pudieron votar, es decir, elegir sobre el rumbo del país que habían construido desde siempre, por primera vez en su vida.
Para llegar a este día, las mujeres emprendieron una lucha a nivel mundial caracterizada por múltiples trabas y críticas que dieron continuidad, durante años, a prácticas de desconocimiento de la capacidad de elección y determinación de las mujeres.
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El movimiento por el sufragio femenino empieza en Estados Unidos en 1848 y se propaga por Europa. Fue estimulado a principios del siglo XX por las huelgas de obreras que reclaman derechos laborales y una igualdad con los hombres en el campo laboral y civil.
En América Latina el derecho al voto de las mujeres se da en el siglo XX, primero en Uruguay en 1927 para las elecciones municipales y en 1938 para toda clase de comicios. En Ecuador en 1929; en Brasil en 1932, bajo el gobierno militar de Getulio Vargas; en México en 1947 para elecciones municipales y en 1953 para todas las elecciones. En Argentina, el general Juan Domingo Perón otorgó el voto a las mujeres en 1947. En Chile, en 1934 y en Perú con el general Odría en 1955. En Paraguay en 1961 con el general Stroessner.
En Colombia, este antiguo y sentido anhelo de la mujer colombiana se hizo realidad a través del Acto Legislativo No. 03 de 1954, cuando la Asamblea Nacional Constituyente, le concedió el derecho a elegir y ser elegida. Se le dio así la posibilidad de intervenir en la dirección y manejo de los destinos del país y se ampliaron las posibilidades de participar en la vida laboral, cultural y científica de la Nación.
“ACTO LEGISLATIVO NÚMERO 3 DE 1954 REFORMATORIO DE LA CONSTITUCIÓN NACIONAL POR EL CUAL SE OTORGA A LA MUJER EL DERECHO ACTIVO Y PASIVO DEL SUFRAGIO (1954)”, reza en la norma.
El derecho al voto se estrenó en el plebiscito, convocado para el 1 de diciembre de 1957, y se constituyó como el primer acto político de la mujer en Colombia. Pero, con la caída del General Rojas, todas las normas expedidas durante su administración quedaron derogadas en cuanto eran fruto de la dictadura.
Sin embargo, la lucha por el voto femenino se complicó en una cultura patriarcal que venía respaldada por una Iglesia Católica extremadamente conservadora que permitió, hasta el año 1922, a la mujer administrar sus bienes y en 1933, obtener el derecho a la educación.
De acuerdo con los especiales que frente al tema ha publicado el Banco de la República, a pesar de conceder el estatus de ciudadanía a las mujeres, la reforma no autorizó el sufragio para las mismas, lo que creó un gran ambiente de rechazo entre las damas de la sociedad colombiana.
Adicionalmente, se ha conocido que uno de los argumentos para dilatar la aprobación era el hecho de que la educación debía ser prerrequisito para el derecho al voto femenino.
En este sentido, Magdala Velásquez Toro, en su texto Derechos de las mujeres: Voto femenino y reivindicaciones políticas, cuenta cómo las mujeres, en un movimiento pluriclasista, desarrollaron su creatividad: "para hacerse sentir; apelaron a estrategias que iban desde conversaciones y acuerdos privados con candidatos, cartas, manifiestos, tomas de las barras del Congreso e intervenciones, hasta crear periódicos y programas de radio para difundir sus puntos de vista y polemizar como columnistas en diarios que les abrían sus puertas".
“Con la presión de muchas mujeres, entre las que se encontraban organizaciones de trabajadoras y maestras de Antioquia, en el marco de la dictadura de Gustavo Rojas Pinilla (1953-1957), se inició un período de participación de las mujeres en el poder, al nombrar a Josefina Valencia y a Esmeralda Arboleda como constituyentes, y posteriormente como gobernadora del Cauca y ministra de Educación, respectivamente”.
Y agregó “después de muchos debates, el 11 de marzo de 1954, esta Comisión aprueba que el Proyecto pase a la Asamblea Nacional Constituyente ANAC de ese año. Con no menos debates, se logra la aprobación del Acto Legislativo No 3 que consigue la reforma política mayor del siglo XX en Colombia, pues se borran de la Constitución de 1886 las frases que concedían el voto solo a los varones. A partir de este momento pasan 3 años y 4 meses sin que las mujeres ni hombres tengan oportunidad de ejercer su derecho al sufragio. La represión se endurece y la oligarquía, al comienzo favorable a Rojas, ya no lo respalda”.
Durante el Frente Nacional la participación de las mujeres en corporaciones de representación popular fue de 6.7 por cada 100 varones. Pero hubo desilusión, como señala la autora, la escasa representación de ellas en las listas, el endurecimiento del régimen y la falta de reformas sociales.
En la actualidad, la lucha por los derechos democráticos, económicos y sociales para las mujeres continúa, debido a que a pesar de que se han conseguido algunos triunfos, la batalla por mantenerlos y fortalecerlos no puede cesar en un país patriarcal como lo es Colombia.