Caballos que bailan

Mar, 28/12/2010 - 05:00
Tres de los siete días de la semana, Gabriel Arriaga llega a las ocho de mañana en su Jeep Grand Cherokee negro a una finca de su propiedad, ubicada en Bojacá, Cundinamarca. Aunque no sobrepasa las
Tres de los siete días de la semana, Gabriel Arriaga llega a las ocho de mañana en su Jeep Grand Cherokee negro a una finca de su propiedad, ubicada en Bojacá, Cundinamarca. Aunque no sobrepasa las cuatro hectáreas, la pequeña parcela guarda en su interior toda la fortuna de Arriaga: doce caballos de raza española y andaluces cartujanos que podrían costar más de cinco mil millones de pesos. Arriaga nació en Villavicencio y fue criado por su abuela, Conchita, en el campo, en medio de ganado y caballos. En su adolescencia, cuando aún estaba en el colegio, se apasionó por la música de Pedrito Fernández, en especial por La de la mochila azul. Al cumplir veinte años Gabriel Arriaga se fue a vivir a Ibagué y se matriculó en el conservatorio de la ciudad. En las noches trabajó como cantante de un grupo de mariachis llamado Juvenal Azteca, al mismo tiempo que se convertía en un aficionado de las películas del cantante y actor mexicano Antonio Aguilar, quien montaba siempre caballos en sus películas y videos musicales. Ahí Gabriel Arriaga supo que quería tener un caballo para montar en sus shows, cuando le llegara la fama. Fue su amigo Manuel Hurtado quien le enseñó cómo hacer para que los animales bailaran al ritmo de sus rancheras. Hurtado trabajo desde que tenía quince años en la hacienda Caballo Negro de Rionegro, Antioquia, de propiedad de Oki Botero, el pionero en la importación de caballos de alta escuela a Colombia. El entrenamiento de los caballos se inicia desde que tienen cuatro o cinco meses. La primera etapa se conoce como “descosquilleo”, que no es más que quitarles el miedo al ruido y a las personas, pasándoles una bolsa plástica por la cara y cerca de las orejas todos los días. Después viene la etapa más difícil: amansar el lomo de los caballos. “Los caballos recién tienen el lomo recto en exceso porque aún no están acostumbrados a sentir peso. Entonces desde jovencitos uno los empieza a acostumbrar al cabezal y a ponerles una silla para que el lomo se vaya moldeando y esté listo a la hora de montarlo”, dice Arriaga. http://www.youtube.com/watch?v=2AwfYsFRT74 Luego los caballos deben aprender a llevar un filete en la boca, y cuando lo logran es una señal de que están listos para empezar el adiestramiento de alta escuela. Esta primera etapa del proceso puede durar hasta un año, antes de que los caballos empiecen a aprender los pasos para bailar. “Condesa” tiene trece años, que equivalen a unos cuarenta de un ser humano. Es una yegua andaluz blanca con crin de color gris que es la más experta y más adiestrada. Como toda una deportista de alto rendimiento es bañada con agua tibia, se le peina, se le pone un cabezal, se amarra a un tronco e inicia el estiramiento. Por cada extremidad son cinco minutos. Arriaga le levanta pata por pata, y como si tuviera memorizada su rutina, la yegua levanta sus extremidades por sí misma para ayudar a su amo. El estiramiento antes de montarla evita calambres y problemas musculares que pueden generarse por el esfuerzo que hacen los equinos en estas maniobras. Luego un asistente ayuda al cantante a montar una silla sobre el lomo de la yegua. Al principio Arriaga no monta la yegua, sino que la hace trotar, tomándola por el cabezal –una cuerda delgada amarrada a la cabeza de la yegua–, y el animal empieza a prepararse para ofrecer su propio show. Los caballos olvidan a veces algunos de los pasos y no siempre está Arriaga para recordárselos al montarlos. Para eso, el asistente les amarra una cuerda que va de una pata a la otra, pasando por el lomo, para obligar al animal a que cada vez que camine haga sin proponérselo el llamado “paso español”, que es la base de su entrenamiento. El calentamiento dura cerca de veinte minutos y consiste en que el caballo o la yegua trote en ambas direcciones, empezando despacio y terminando con un galope que acelere el ritmo de su corazón. Luego con una fusta de cerca 60 cm el músico le da pequeños toques a lado y lado del costado a la yegua, porque los pasos son memorizados por contacto. Un toque de la fusta al lado izquierdo de su lomo quiere decir que debe levantar la mano derecha, y viceversa. Así se logra el paso español. Montado sobre la yegua, Arriaga oprime un costado de su cuerpo con las espuelas de la bota para que Condesa entienda que debe caminar de lado cruzando sus patas. Luego, cuando llega el coro de alguna canción en el show del artista, él hace contactos de la espuelas a lado y lado de las costillas de la yegua para que mueva sus patas con tanta rapidez y ritmo que pareciera que bailara al ritmo de la melodía mexicana. http://www.youtube.com/watch?v=TX8C-nUS7rU El entrenamiento total de un caballo de alta escuela dura entre dos y cuatro años. Arriaga asegura que a unos se les facilita hacer ciertas maniobras más que a otros. Por ejemplo, “Condesa” sabe acostarse apenas termina la canción, y “Místico”, otro de sus caballos más completos en entrenamiento, sabe sentarse y esperar a que Arriaga se siente en su muslo para cantar desde ahí. Además se cruza de manos con sólo ver de reojo el movimiento de la fusta. Gabriel Arriaga tenía doce caballos que entrena para sus shows musicales desde hace doce años. El 20 de septiembre de 2009 murió “Aventurero”, y el pasado 11 de septiembre murió “Ranchero”. Ambos murieron de una extraña pero muy común enfermedad entre estos animales, el cólico, que se produce porque los caballos no consumen heno antes de comer el concentrado. Así se les produce una grave obstrucción intestinal que termina matándolos. Ahora en la finca de Arriaga viven diez de estos ejemplares españoles que esperan cada día por un nuevo y duro entrenamiento, que los hace tan sorprendentes como cualquier bailarín de alto rendimiento en el mundo.
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