¿Cuánto podría durar el agua en Bogotá?

Mié, 23/01/2013 - 15:39
“Bogotá se creó de espaldas a su territorio”, dice Gustavo Wilches-Chaux, medioambientalista y especialista en gestión ambiental y del riesgo, quien se ha dedicado a vigilar la ciudad y sus cam
“Bogotá se creó de espaldas a su territorio”, dice Gustavo Wilches-Chaux, medioambientalista y especialista en gestión ambiental y del riesgo, quien se ha dedicado a vigilar la ciudad y sus cambios para entender la dinámica social y ambiental. La definición de una Bogotá que se creó de espalda a su dinámica territorial alude a que la ciudad se fundó sobre un gran lago, al igual que otras urbes como el Distrito Federal de México o el propio Manhattan. Pero al llegar al altiplano, los conquistadores españoles no advirtieron que los páramos eran lo más importante, pues paradójicamente la zona en la que se levanta Bogotá, aunque rodeada por páramos y varios humedales, no tiene una gran cuenca de agua. “Tenemos poca agua, aunque creemos que es mucha porque nos inundamos. La cuenca en realidad funcionaría para 300 mil  personas y no para los casi ocho millones de personas que hay. Por eso se tuvo que realizar el trasvase de Chingaza, desde la cuenca del Orinoco, que contribuye al 70 por ciento del agua que la ciudad consume”, cuenta Gerardo Ardila, secretario de Planeación Distrital. Ardila explica que la ciudad, al estar ubicada a 2.600 metros, en la cuenca alta del río Bogotá, no puede tomar agua de “cursos maduros” y por eso depende de las posibilidades de los páramos, que a su vez están condicionados a elementos como la temperatura, el viento y la humedad, para que las especies que los habitan puedan atrapar agua y soltarla de manera regulada, y así alimenten todo el sistema hídrico de Bogotá hasta llegar a los ríos. Sin estos componentes es imposible pensar en la vida del río Bogotá, que cubre el 28 por ciento de la demanda de agua actual, según datos del Acueducto. [caption id="attachment_264527" align="alignnone" width="540" caption="Fuente Acueducto de Bogotá"]Gráfica[/caption] Mauricio Jiménez, director de red matriz del Acueducto de Bogotá, explica que el sistema de agua funciona en su mayoría a través del embalse de Chuza, que almacena 250 millones de metros cúbicos de agua, los cuales llegan a la ciudad por medio de una desviación del río Guatiquía, en el páramo de Chingaza. Esta agua entra por el oriente de la ciudad y es tratada –con un método simple– en la planta Francisco Wiesner, adyacente al embalse de San Rafael, en La Calera. Esta fuente hídrica artificial produce 14 metros cúbicos por segundo (m3/s), de los 15.1 m3/s que gasta Bogotá. Actualmente, la ciudad gasta 1, 296 m3 al día. Cada ciudadano consume cerca de 130 litros de agua al día. Estas plantas y embalses son propiedad del acueducto. La segunda fuente importante es el río Bogotá, que se provee de todo el sistema ecológico de páramos y quebradas y que tienen relación con los embalses del Neusa y de Sisga,  propiedad de la Corporación Autónoma regional de Cundinamarca(CAR). En total el río produce 10.5 m3/s. La dificultad con esta fuente es su alto nivel de contaminación, que demora el proceso de purificación. La tercera fuente proviene del río Tunjuelo y es la que menos agua produce:  1.5 m3/s, lo que equivale a un 2% del agua potable para la ciudad. Actualmente, Bogotá le vende agua en bloque a Sopó, Tocancipá, Gachancipá, Chía, Funza, Mosquera, Madrid, La Calera y Soacha, porque aún tiene la capacidad de hacerlo, aunque el Distrito ha querido suspender la venta debido a que no está de acuerdo con que los municipios permitan proyectos de urbanización o industrialización en la Sabana, que terminan afectando la producción de agua. En costos, el agua le genera un gran gasto al Distrito: 3.200 pesos cuesta volver potable cada metro cúbico. Para que sea transparente se invierten cerca de  7 mil millones de pesos, solo en la planta de Tibitoc. El que la mayor parte del agua provenga de Chingaza genera una gran tensión sobre este trasvase, que ya se rompió en 1997, lo cual podría volver a ocurrir. “No podemos predecir la dinámica sísmica. Si pasara algo así y se rompe el tubo, que es posible, no tendríamos más agua en la ciudad y muchas personas tendrían que salir porque sería imposible abastecerla con las fuentes regionales”, afirma el secretario de Planeación Distrital. En este momento el Distrito se encuentra terminando el proyecto para revestir el trasvase y hacerlo más seguro, aunque falta por cubrir el 10% de los túneles, que se planean terminar en cuatro años; sin embargo, “nunca estarán 100 por ciento protegidos”, como plantean los propios funcionarios del Acueducto. El otro factor que preocupa a los expertos es el daño en los páramos, que afectaría en gran medida la producción local del agua. “Aunque algunos estudios dicen que los páramos no van a ser muy alterados de aquí al 2050, la construcción en zonas de bosque, como los cerros o la Sabana, hacen que cambie la composición de los páramos, afectando la estructura ecológica, porque somos muy ligeros y pensamos que por estar lejos del río eso no tiene consecuencias”, afirma Ardila. Gustavo Wilches Chaux Gustavo Wilches-Chaux es uno de los primeros en afirmar que para que haya agua por muchos años más se debe tener un cuidado especial de los los páramos y la Sabana. La WWF (World Wide Fund for Nature), que estudia los trasvases en el mundo, ha expuesto que primero se debe reducir la demanda del agua, reciclar las aguas residuales, completar el suministro de agua y considerar el trasvase como última opción, porque este nunca va a ser una “panacea” y también tiene costos sociales y medioambientales. Asimismo, las Naciones Unidas, en su texto Water for People, Water for Life, ha lanzado a la opinión pública el término “crisis mundial del agua”, que afirma: “Estamos viviendo una crisis del agua con múltiples facetas. Sea por afectar a la salud de los individuos o a la salud pública, al medio ambiente o a las ciudades, a la producción alimentar, industrial o energética, el  siglo XXI es el siglo en el cual se vuelven problemas fundamentales la calidad y la gestión del agua”. La Contraloría General de la Nación, que ha hecho un seguimiento al estado de los recursos naturales en Bogotá, llamó la atención sobre la importancia de cuidar el agua por un posible déficit a partir del año 2010, debido al deterioro de los bosques altoandinos, páramos y suelos, así como un aumento en la demanda que podría llegar a generar un desabastecimiento. También hizo énfasis en que se necesitaba una disminución de la tasa de crecimiento poblacional y la conservación de los Cerros Orientales y del ecosistema Páramo de Sumapaz, que serán decisivos para el futuro. ¿Qué puede hacer que se acabe más rápido el agua en Bogotá? Aunque la ciudad sigue creciendo, según cifras de Planeación Distrital se presentó una disminución en la población. La capital tiene 750 mil  personas menos de las que se esperaban, por eso el consumo descendió. Se tiene previsto  que en 2035, Bogotá va a estar compuesta por personas mayores, ya que las mujeres tendrán menos hijos. Por otra parte, después del racionamiento del agua con el incidente en Chingaza en el 97, y de que la ciudad venía consumiendo más de 17 m3/s, se disminuyó el consumo con una política gubernamental que exigía que los aparatos domésticos gastaran menos agua y se controlara la presión. [caption id="attachment_264513" align="alignnone" width="540" caption="Fuente: Acueducto de Bogotá"]Gráfica[/caption] "Si la ciudad hubiera seguido ascendiendo en el consumo estaríamos gastando más de 30 m3/s y ya no tendríamos agua. Afortunadamente, de 17 bajamos a un consumo de 15 m3/s que se ha mantenido, con mejores aparatos para controlar el consumo y una cultura del no desperdicio podríamos seguir bien en cifras", afirma el Director de red matriz del Acueducto. Lo que en realidad pone en riesgo el agua, según estos expertos, es la contaminación y la expansión de la zona industrial y de residencia en los cerros y la Sabana. Una de las posibilidades para una época de sequía o desabastecimiento es que se tomen aguas subterráneas, como se realiza en otros lugares del mundo. Actualmente, "esas aguas se están usando y eso tiene un costo gravísimo, como ocurre en el Distrito Federal, en México, en donde su hundimiento genera que se rompan las redes o haya explosiones de gas. Pero en la ciudad se sabe que hay un uso ilegal de estas aguas, como en la floricultura. Solo que no se ha podido cuantificar”, afirma el Secretario de Planeación Distrital. Wilches-Chaux dice que para lograr un medio ambiente estable debe haber agua, resiliencia climática (capacidad de resistir a climas extremos), seguridad alimentaria y respeto por la identidad. Por eso opina que la sostenibilidad de Bogotá depende de que la ciudad sea armónica con el territorio que la rodea, pues allí está la base de todo su desarrollo. “El problema es que se pensó que la ciudad es el gran invento y se dejó a un lado el campo. Aquí no se toma en serio este tema que es tan grave; pero, ¿por qué se pudo acabar un gran imperio como el Maya? Todo indica que por sequías y asentamiento en ciudades, y eso que ellos eran los grandes maestros en el manejo del agua”, cuenta Chaux. Las instituciones están confiadas en que la población no va a aumentar de manera dramática y que todo está controlado. Sin embargo, el aspecto de la calidad es el problema crucial. “Por más que la ciudad esté saturada, va a pedir 21 metros cúbicos de agua por segundo, pero el problema es que la fuente del río Bogotá está deteriorada y se trata de remover elementos, como manganeso, para los que la planta no está adecuada y esto hace que la capacidad de tratamiento se disminuya", cuenta el director de red matriz del Acueducto. En  caso de desabastecimiento de agua en Bogotá, se tienen varios proyectos, como la ampliación de Chingaza o la explotación de páramos, como el de Sumapaz, aunque los efectos serían funestos para el medio ambiente. A pesar de que algunos ambientalistas vean negro el futuro del agua por el descuido de los sistemas hídricos, y no le auguren más de 30 años, para los funcionarios distritales este recurso está controlado en cifras por muchos años más. Lo cierto es que el sistema que nutre de agua a Bogotá es tan rico como frágil.
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