Habla de “mi” general y utiliza toda jerigonza de los títulos policiales y militares, porque al tiempo que se ha desempeñado como capellán también ha ido escalando en la jerarquía de las
Fuerzas Militares, hasta el cargo de
General de la República.
El padre Silverio Suárez fue reportero en el periódico El Tiempo, después jefe de prensa de la policía y ahora se consagra como alto oficial, aunque –dice- acepta con humildad la distintición y la entiende como una responsabilidad, pero quiere seguir siendo sacerdote.
Hace 23 años llegó a la policía como periodista y paralelamente se hizo oficial.
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De cura a general de la policía
- Comencé a escalar en las diferentes áreas de la comunicación y del bienestar universitario en la Escuela General Santander y por la muerte de un compañero me cuestioné muchas cosas y surgió mi vocación hacia la vida sacerdotal.
¿Y cómo se surtió ese proceso de estudios para ser sacerdote?
En ese tiempo el Director de la policía era mi General Ramos, entonces me dio comisión de estudio por cuatro años. Habitualmente los sacerdotes nos debemos formar en ocho años, pero yo trabajé el doble para ganar la mitad del tiempo.
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Estudié filosofía en la Universidad de la Sabana y teología en el Seminario Mayor de Bogotá. Fue una época muy dura en mi vida porque dormía muy poco, tenía que estudiar mucho, adelgacé veinte kilos; después de todo ese sacrificio ya logré ordenarme como sacerdote.
La muerte que lo empujó al sacerdocio
¿Cómo fue la muerte de ese amigo tan entrañable para conducirlo al sacerdocio?
Fue una persona que ustedes conocieron mucho, el Mayor Humberto Castellanos, un atleta muy importante de la talla de Víctor Mora; en ese tiempo era un mayor, un gran señor, un gran ser humano y desafortunadamente por una situación un cadete le roció gasolina y lo quemó hasta la muerte.
Yo me preguntaba, ¿dónde está el valor de la vida? y hablaba en ese tiempo con mi Coronel Ismael Trujillo, el Director de la Escuela; un hombre muy bueno que me marcó la vida.
Y le preguntaba: ¿que nos falta, qué hay que hacer aquí para que cada día mejore la institución, y entonces él me dice “trabajar el corazón de los policías”. Me preguntó si estaba dispuesto a eso y a partir de ahí surgió la vocación sacerdotal. Me lancé, sentí el llamado de Dios.
¿Lleva cuántos años de sacerdote?
17 años, trabajando aquí en la policía.
Yo le pido a Dios siempre, todos los días, que me de el premio de morir siendo sacerdote, que nunca yo vaya a ser infiel en la vocación a pesar de las debilidades que uno tiene como ser humano; que nunca le vaya ser infiel en mi vocación como sacerdote. Todo para mi en mi vida es el ministerio sacerdotal.
Tiempos de periodista
¿Cómo fue su actividad periodística?
Era estudiante de Los Libertadores y laboraba en El Tiempo, tras ser presentado a don Rafael Santos, quien me aceptó para hacer un monitoreo de noticias. Después me ascendieron a redactor y trabajaba en una agencia de noticias que tenía el periódico que se llamaba Intermedio . Después fundé un periódico con los alumnos distritales. Trataba de resaltar todos los valores que había en los colegios de Bogotá.
Más tarde asumí la jefatura de prensa de la Escuela General Santander y posteriormente la oficina de prensa de la Dirección General de la Policía. Todo durante unos diez años.
Padre ¿Y las tentaciones?
-Siempre tendremos tentaciones pero como rezamos en el padre nuestro, “no nos dejes caer en tentación”.
Cuando uno ha caído lo importante es levantarse y seguir adelante.
¿En sus tiempos anteriores hubo novias, amores, romances?
La parte de novias no mucho porque en la universidad yo estudiaba simultáneamente Administración de Empresas, Comunicación Social y tenía que trabajar para pagarme las carreras. Entonces no tenía tiempo. Y en el periódico El Tiempo llegó un momento en el que yo tenía dos carreras y dos trabajos . Para cumplir las 48 horas semanales me tocaba trabajar los sábados de ocho de la mañana a una de la mañana hasta el cierre del periódico y el domingo de ocho de la mañana a seis de la tarde.
No hubo tiempo para tener novias. Lo mío era trabajar y estudiar. Amigas si muchas, muy buenas amigas, me encanta tener esas amigas porque le muestran una visión de la vida totalmente diferente que tiene uno como hombre. Son mi soporte en la parroquia donde trabajo y en la policía. Me ayudan muchísimo.
La carrera policial
¿Contempló en algún momento el retiro de la institucion?
Este año tuvimos dos semanas donde nos dieron un diplomado sobre auditoria, que también es una forma de tener otra opción de vida. Luégo nos fueron preparando para el retiro; fue muy serio, el mando fue muy amable, fueron muy especiales todos los señores generales y al final de ese proceso terminamos el viernes pasado con una cena de gala; el sábado ya fuimos evaluados y teníamos que entrar cada uno de los oficiales que éramos 54 a someternos a preguntas de todo el cuerpo de generales y con eso ellos tomaban la decisión.
El lunes en la tarde se tomó la decisión de convocar a once señores coroneles a hacer curso para generales. Yo estoy ahí con la bendición de Dios.
En años pasados había tomado la decisión de retirarme; entonces mi General Palomino me dijo que no, que esperara; tenía programado muchos planes.
Este año no hice planes y decidí esperar si se acababa mi vida en la institución. Le prometí a Dios irme a hacer la ruta de Santiago de Compostela, pero creo que me tocó aplazar la peregrinación.
¿Y cuando salga definitivamente, qué hará?
Buscaré ubicarme en una parroquia o en una actividad apostólica; me gusta trabajar mucho por los enfermos, los ancianitos.
¿Y en la Jerarquía eclesiástica también está ascendiendo?
No. Cuando me ordené como sacerdote mi propósito fue morir siendo sacerdote, no tengo otra aspiración. Me siento feliz y realizado en mi misión como sacerdote y si Dios me puso ahí es para que haga una obra con mis semejantes.