Él escribe de la guerra vestido de sudadera

Sáb, 15/11/2014 - 15:34
Gustavo Duncan, investigador, columnista, autor de 'Los señores de la Guerra' (2006), presenta su último libro 'Más que plata o plomo' un estudio
Gustavo Duncan, investigador, columnista, autor de 'Los señores de la Guerra' (2006), presenta su último libro 'Más que plata o plomo' un estudio sobre cómo el narcotráfico ha sustituido, en ciertos lugares, el papel del Estado en Colombia y México. El profesor Gustavo Duncan es un hombre extrovertido, alegre, que con su acento del Caribe bota decenas de datos y reflexiones sobre el complejo tema del conflicto en Colombia con una habilidad sorprendente. Lea también: Las mentiras que nos creímos de Carlos Castaño y otros ‘paras’ Siendo un investigador de tiempo completo cuenta así su experiencia a la hora de escribir: "Los libros comienzan con algún tipo de suceso donde uno adquiere una gran intuición de lo que está investigando. Hay una especie de epifanía en la que descubres una veta. Eso requiere mucho trabajo. Después vienen las lecturas y la elaboración de datos. Se escribe poco pero se piensa bastante. El trabajo de investigador no es un oficio de carnívoro sino de rumiante. Logras desarrollar una idea. Consigues datos, haces trabajo de campo. Luego viene escribir, es una tarea dura al principio, puede ser frustrante, luego se escribe más rápido. Llega un momento en que uno se vuelve reiterativo y ahí es mejor parar. Es un trabajo muy individual. Un hijo mío dijo alguna vez que cuando grande iba a comprarse una sudadera porque así me veía todo el día, es mi ropa de trabajo, uno tiene que estar cómodo". Gustavo Duncan¿Alrededor de qué conceptos gira el libro? Uno es el de convertirse en bandido como una forma de realización social. En las luchas sociales típicas los sectores insubordinados le piden a las élites transformaciones sociales. Surge un movimiento que representa ese descontento. Las élites, luego de las protestas, pacíficas o violentas, hacen concesiones, entre ellas está la asimilación de las instituciones de esa organización social que representa las protestas. Un poco de eso es lo que por ejemplo pasa ahora en La Habana con las Farc. Con el narcotráfico no ocurren dichas concesiones por parte de las élites, los narcotraficantes hacen las transformaciones sociales, ellos cambian el modelo de acceso al capital y crean instituciones de regulación social. No se trata de ganarse los corazones de la gente sino las tripas y los hígados por la fuerza, la gente termina aceptando. La gente en Colombia ha terminado aceptando la regulación por parte de organismos al margen de la ley que controlan mercados ilegales, desde los más criminalizados como la coca, a otros más tolerados como el contrabando. En ese tipo de transformaciones hay gente que termina dominado y otros que son dominados. Otra idea en el libro es el ejercicio del poder y la creación de instituciones propias de gobierno. El narcotráfico es un negocio de producción de poder, producir un gramo de coca no cuesta tanto, lo que vale son los riesgos asociados al negocio, por eso el precio es tan alto, y la manera de reducir los riesgos es produciendo poder. Hay dos formas de producir poder para los narcotraficantes, una es pagarle a los que ya tienen el poder: la clase política, y la otra es constituirse ellos mismos en la autoridad constituyendo ejércitos. Tener el poder es reducir riesgos para el negocio y hacerse riesgoso para los competidores. Hay lugares, no tan periféricos, donde el Estado sigue siendo fuerte y la plata del narcotráfico es importante. En ese tipo de lugares los narcotraficantes compran a los políticos, donde el Estado no fuera fuerte simplemente matarían a todos los políticos. Los políticos están en una situación difícil porque en esas zonas resistir al narcotráfico es difícil. Ocurrió en Valledupar o pueblos de Magdalena y los Llanos a fines de los 90. El narco le ofrece a los políticos recursos para competir por el poder. En esa época hubo actores políticos que en otras circunstancias nunca hubieran alcanzado el poder que tuvieron, eso fue la parapolítica. Gustavo DuncanPor qué decidió tratar el mismo tema en Colombia y México México también tiene un fenómeno con narcotraficantes que no sólo comercian droga sino que regulan sociedades y gobiernan con ejércitos privados ciertas zonas, como pasa en Culiacán, con gran cantidad de nexos entre políticos y narcotraficantes. Ha sido una guerra distinta porque en México no ha existido una guerrilla que amenace a los narcotraficantes como pasó en Colombia. Otra diferencia es que el Estado mexicano fue más fuerte, pero en México se crea el fenómeno narco cuando se democratiza (el PRI pierde el gobierno), las instituciones mexicanas no están preparadas para proteger a la clase política local y regional. En la época del PRI mandaba el gobernador no el 'Chapo' Guzmán, como pasó después. ¿Qué tanta presencia hace el narcotráfico mexicano en Medellín? Lo de la gran presencia es un mito. Sí hay mexicanos en Colombia comprando droga, negocian con quienes mandan, que son colombianos. Pero los mexicanos no controlan territorio, si no pudieron dar esa guerra las Farc, mucho menos los mexicanos. A ellos les interesa controlar el suministro de droga de Colombia a México. El precio de la droga en una comuna no justifica ese esfuerzo de hacer presencia total si se compara con lo que ellos ganan en el mercado internacional. Lea también: ¿Cuánto le paga el cartel de Sinaloa a las pandillas de Medellín? En todos estos años de estudio ¿qué personajes de la criminalidad colombiana le han llamado más la atención? Pablo Escobar, que era el grado cero del bandido. Gilberto Rodríguez Orejuela, el más institucionalizado de todos, un bandido que resentía lo que hacía la oligarquía pero al final decidió trabajar con ellos. Víctor Carranza, fue increíble lo que hizo para morir de viejo y libre, totalmente legalizado. Ellos no son sólo delincuentes sino que terminan ejerciendo un papel político de primer orden en la vida nacional. Aquí critican mucho que los bandidos escriban la historia, ese no es el problema, el problema es que la hagan. En Colombia siempre hay un bandido que logra ser importante por los méritos, esto es valga decirlo, una carrera meritocrática porque aquel que no tenga los méritos lo matan. ¿La pretensión de Escobar de tomarse el poder sería viable hoy? El proyecto de Escobar de tomarse el poder a través de la política era absurdo, eso no se podía hacer, no tenía ni pies ni cabeza. Hoy es mucho menos viable. Sobre Escobar no han querido ver el otro pedazo importante y es por qué un bandido de la segunda ciudad más importante de Colombia quiere hacerle la guerra al Estado. Eso es atípico. Escobar sabía que en Medellín había un fenómeno particular: muchos jóvenes frustrados de barrios populares, sin posibilidades de éxito social, formaron combos y bandas que tenían cierta autoridad en el barrio. Escobar resolvió que ellos no se dedicaran a pequeños crímenes, les dio la plata del narcotráfico para que controlaran los barrios como nunca y se volvieran su ejército personal. Cualquier narcotraficante que fuera a vivir en Medellín tenía que pasar a Escobar parte de sus ganancias porque si no le ponía a los bandidos en contra. Lo que no se ha querido ver es su habilidad para tener control territorial a través de los bandidos. En tiempos de Escobar el ejército no podía entrar a los barrios. Gustavo Duncan¿La diferencia entre el proyecto de Escobar y el de las Farc para llegar al poder? En Colombia no fue viable que las Farc se tomaran el poder. Las Farc están matriculadas en un proyecto a escala mundial, el proyecto comunista leninista de sociedad, ellos están parados todavía en eso, un proyecto de Estado y sociedad al estilo soviético. En La Habana el país va a salir de los que creen en ese proyecto. A partir de ahí la pelea no será contra un grupo con proyecto nacional sino con grupos con proyectos departamentales y locales. Lea también: Rafael Pardo: “Colombia, uno de los países más afectados por la Guerra Fría” Gustavo Duncan recomienda algunos libros para armar, en parte, el complejo mapa de las guerras recientes de Colombia: 'Mi Confesión', de Carlos Castaño. 'El verdadero Pablo: Sangre, traición y muerte'. Jhon Jairo Velásquez Vásquez, alias 'Popeye'. 'El Cartel de los Sapos', Andrés López. 'En Secreto', de Germán Castro Caycedo. 'La parábola de Pablo', de Alonso Salazar. 'Guerras Recicladas', de María Teresa Ronderos. 'Parapolítica. La ruta de la expansión paramilitar y los acuerdos políticos', de Mauricio Romero. 'Padrinos y Mercaderes' de Ciro Krauthausen.
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