29 años tenía el hombre que revolucionó el mundo de los domicilios cuando un auto de gama alta le arrebató la vida el pasado fin de semana. Fernando Sierra, uno de los inversionistas de Rappi y fundador de otros emprendimientos, falleció luego de un accidente de tránsito en el eje cafetero el pasado domingo.
Siempre pensó en crear empresa. Empezó sus estudios en Medellín, ciudad donde nació, y luego se fue para Bogotá para continuar un pregrado en Economía en la Universidad de los Andes. Sus estudios los complementó en Estados Unidos y luego de estar preparado, comenzó su faceta como líder de proyectos y gran empresario.
Su familia contaba con los recursos necesarios para darle una buena vida, sin embargo, él sobresalió por sus propios méritos, dejando a un lado la tentadora propuesta de liderar los negocios de sus padres.
Una de las personas que llegó a su vida fue Alejandro López, cofundador de la compañía Turbo Boy, y en diálogo con Kienyke.com, contó un poco de sus vivencias con el que un día le dio el impulso a Rappi.
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López es casi siete años mayor que él, pese a eso, lo conoce desde hace mucho tiempo porque estudiaron en el mismo colegio en Medellín, aunque nunca hubo relación por la brecha de edad.
Su relación comenzó en 2015, luego de que Fernando lo llamara a preguntarle por su proyecto, indicando que le interesaba mucho: "Él se interesó en mi emprendimiento y yo de una le dije que sí", aseguró Alejandro López. Cuando lo llamó, pensó que era una persona muchísimo mayor porque su voz siempre fue muy grave, pero al encontrarse con él descubrió que era muy joven.
En la primera conversación de ambos, Sierra le contó toda su historia, tanto lo familiar como sus proyectos. Le afirmó a López que él no quiso trabajar en los negocios familiares, sino que decidió tomar un camino muy diferente al de sus padres y montó su fondo de inversión con unos amigos de Bogotá. Por su parte, Alejandro le contó sobre su proyecto y ese fue el primer peldaño para entablar una relación, que al comienzo no fue muy cercana.
"Fernando era un tipo increíble, una persona completamente transparente, que hacía las cosas sin esperar nada a cambio. Le daba una cita a la persona que fuera sin esperar un beneficio" Alejandro LópezFernando fue un hombre que hizo unas apuestas que poquitos han hecho, y todas le estaban saliendo muy bien. Era un visionario y un trabajador empedernido. "Le encantaba transferir conocimiento y conectar personas, y por eso, tengo los mejores recuerdos de él, como persona y como profesional. Él no era una persona de Medellín, era una persona del mundo", dijo a este medio uno de sus amigos y socio de uno de sus tantos proyectos.