El renacer cultural de Moravia

Vie, 29/03/2019 - 09:24
El basurero no solo le llevó a Moravia los desechos de toda el área metropolitana, también un aumento de prejuicios, pobreza y miseria. Sin embargo, entre escombros
El basurero no solo le llevó a Moravia los desechos de toda el área metropolitana, también un aumento de prejuicios, pobreza y miseria. Sin embargo, entre escombros y desechos florecieron sueños y anhelos de muchas personas que compartían un solo deseo: salir adelante. El Centro de Desarrollo Cultural de Moravia es una casa grande de corredores largos, llena de flores, matas y palmeras, con una carpa de colores vivos que recubre todo su techo. Adentro hay personas que dialogan sobre sus clases, su día, sus vestuarios. En el piso hay prendas de vestir de todos los colores, preparadas como para una presentación; es algo con payasos, las narices que se están alrededor así lo indican. Adolescentes ensayando sus coreografías una y otra vez; un salón de relajación y tranquilidad, donde se practica yoga; así es el día a día en el centro cultural. Es un lugar marcado por su pasado, que lucha para borrar la imagen de que Moravia es solo un basurero. Moravia y sus habitantes siempre fueron estigmatizados y nombrados peyorativamente. Los calificaban de basuriegos, come basuras, tugurianos, desplazados y como los pobrecitos de Moravia. Orley Mazo, líder comunitario del barrio, dice que nunca hubo pobreza, asegura que lo que sí hubo fue un desconocimiento de las oportunidades. A finales de los años setenta, la Alcaldía de Medellín oficializó, por decreto municipal, que al sector de Moravia iba a llegar la basura de toda la ciudad, y que la tirarían en la laguna que quedaba dentro del barrio. Decenas de volquetas empezaron a depositar en este lugar toneladas de desechos que fueron creciendo como una montaña, tan grande, que los gobiernos de turno se vieron obligados a crear vías alternas para que los vehículos pudieran moverse con facilidad. paradójicamente, aquella montaña de desperdicios vio llegar a todo tipo de personas en busca de un ‘mejor futuro’ o una ‘esperanza’ para sus vidas. Desplazados, damnificados, mendigos y personas en situación de vulnerabilidad llegaban al basurero por comida, chatarra, trabajo, incluso, buscaban allí un lugar para quedarse. Moravia es un barrio con características especiales y una de ellas, es su ubicación estratégica entre dos vías arterias que cruzan la ciudad: la carrera 52 Carabobo, que llega hasta el Centro Administrativo La Alpujarra y la Avenida Regional.

El ‘oro’ que ocultaba la basura

Orley Mazo hace parte de un equipo de líderes cívicos, sociales y comunitarios que han apoyado y trabajado en el proceso de transformación y recuperación del barrio. “Como Moravia quedaba a las afueras de Medellín, era el solar de la ciudad, entonces empezaron a tirar basuras, desechos de la Universidad de Antioquia, el Parque Norte, las Mangas del Chagual”, expresó Orley. Asegura que a pesar de la estigmatización de la ciudad hacia ellos, siempre han tratado de dignificar esos términos, con el fin de proteger a la comunidad para que de una u otra forma no se sientan ofendidos, indignados o atacados por expresiones tan denigrantes. Por el contrario, dicen que "como buenos paisas, son pioneros y echados para adelante". Lograron el mejor resultado posible, hacer habitable a Moravia, y para ellos, es el mejor barrio de Medellín, “el mejor vividero”. Otra característica de Moravia, es que se convirtió en uno de los barrios más densamente poblados de Colombia. Por la cercanía a la Terminal de Transporte Norte a este lugar llegaron poblaciones de diferentes lugares del país, como de Barranquilla, Santa Marta, Cartagena, Bucaramanga y Urabá, entre otros. Incluso, en el barrio existe una zona llamada Chocó Chiquito, donde se concentraron personas de la población afro. Por esas y otra circunstancias, Moravia se convierte en un lugar diverso culturalmente, donde convergen distintas dinámicas culturales de varias regiones del país. Cuando las personas se refieren a los pobrecitos de Moravia, Orley reitera que faltaban oportunidades laborales y había desconocimiento por parte de la comunidad, pues a este lugar llegaba la madera vieja, el plástico, la chatarra, el cartón, y la comunidad usaba ese material para construir sus casas. Con la madera levantaban las paredes y el techo; con el plástico, la chatarra y el cartón las recubrían, porque les parecía bonito o como simple decoración. “Ustedes viven en una mina de oro”, fue la expresión que escucharon los habitantes del barrio en los años ochenta, cuando diferentes personas llegaron a Moravia con la intención de crear nuevas dinámicas y empredimientos.  El barrio empezó a ver la otra cara de la moneda y más adelante, gracias a la creación de nuevas vías, llegan al sector actividades económicas a través del reciclaje y las chatarrerías. Los habitantes de Moravia entendieron que podrían sacarle un sustento económico al basurero: vendiendo la pasta, el plástico, el vidrio y los frascos, en diferentes lugares de la ciudad. El basurero se cerró oficialmente el 14 de abril del año 1984. La administración de ese tiempo, por motivos de sobrepoblación y por embellecer la vista para el turismo, ya que el basurero se veía desde la nueva terminal de transporte Norte y querían darle una buena imagen a las personas que llegaban a la ciudad.

La casa de todos

Después del cierre del basurero se presentan intervenciones para recuperar y transformar el lugar. Una comisión que llegó por parte de la secretaría de cultura ciudadana y junto con el comité cultural del barrio, empezaron a crear estrategias para intervenir socio culturalmente a Moravia. El comité quería construir una casa de la cultura, porque aseguraban que conocían el barrio y sus necesidades. Sin embargo, al hacer un reconocimiento junto con la comisión, se dieron cuenta de muchas cosas que habían pasado por alto, como la gran diversidad cultural que allí existía. Llegaron a  la conclusión de que no necesitaban una casa de la cultura, sino un centro donde pudieran desarrollar la cultura empírica que había inmersa dentro de los habitantes. Así nació el Centro de Desarrollo Cultural de Moravia, una iniciativa y sueño consolidado desde la comunidad. “Para mi es la octava maravilla del mundo, es un espacio donde tenemos talleres de formación desde los tres años hasta los 99, es decir, se puede inscribir toda la familia”, resaltó el líder comunitario. El Centro de Desarrollo ofrece clases a toda la comunidad de manera gratuita, clases que se ven una vez a la semana con una duración de dos horas. Un lugar para compartir, aprender, disfrutar, conocer no solo literatura, arte, sino amistades, valores y desarrollar un mayor sentido de pertenencia. Cuentan con iniciación artística en la primera infancia desde los 3 hasta los 5 años, de los 6 a los 8; pintura, fotografía, guitarra, break dance, capoeira, cinco ritmos tropicales en los cuales entran bachata, merengue, salsa, porro y tango; danza contemporánea y afro contemporánea, arte en cuero y en madera, tejeduría; además hay clases de inglés, alemán, francés, italiano, portugués; peinados, decorados de uñas, entre otras. Orley afirma que hay “todas las modalidades artísticas y otro que se llama artes y oficios, en la medida que van aprendiendo a hacer algún arte, también les puede generar alguna obtención de recursos para la casa”. La casa de todos acompañada por un corazón, es la frase que se lee al entrar al Centro cultural. Frase que refleja el amor que posee y brinda este espacio a todas las personas que de una u otra forma participan y hacen parte de él. Un centro que inspira unión, esperanza y superación; hay un deseo de cambiar el pensamiento negativo de una sociedad cegada, que vive del pasado, negada a conocer el cambio y las experiencias que puede traer consigo una comunidad con una gran capacidad de resiliencia  y de lucha constante..

Moravia de cara al mundo

La inauguración del Centro cultural se dio el 24 de mayo de 2008 y se aumentó el flujo de visitantes en el barrio, no solo de Colombia sino de diferentes partes del mundo, que querían conocer la última obra que había dirigido en vida el artista Rogelio Salmona, arquitecto del proyecto. El líder comunitario aprovecho esta oportunidad y creó una estrategia para hacer que las personas se interesaran en Moravia, pero su mayor objetivo era y es “poder cambiar el imaginario tan negativo que tienen y contarles que Moravia es otra historia”. Fue en ese momento que se inició con el proyecto ‘Moravia social tour’, con el que se convoca y se invita a la sociedad para que conozcan, vivan, sientan y caminen el lugar. Y de esa manera, cambiar el imaginario negativo a causa de las diferentes problemáticas que han surgido a través de los años como la violencia, la basura y demás. Cabe resaltar, que el tour no tienen ningún costo monetario, pero Orley invita a los turistas para que apoyen las diferentes iniciativas del barrio como el equipo de fútbol, las novenas donde participan más de 500 niños con sus familias y diversos proyectos que van surgiendo poco a poco desde la comunidad; esta ayuda se hace a través de la compra de plantas, talleres y comida. "Son más los extranjeros los que visitan Moravia, pues los medellinenses aún tienen muchos prejuicios y estigmas sobre el lugar, siempre relacionan el barrio con algo negativo", dice el líder. “El centro cultural siempre está lleno y hay muchas cosas para hacer. Aquí es bienvenido el que quiera venir a construir, aprender y contribuir con los demás, para que se hagan nuevas cosas, siempre buscando un bienestar colectivo”. Hoy Moravia renace y continúa en su proceso de transformación. El antiguo basurero se convirtió en el jardín más grande que tiene hoy la ciudad, dejando atrás los estigmas y buscando, a través de la cultura, seguir floreciendo y renaciendo, mediante sueños y anhelos que han se han trazado a lo largo del camino. Un camino lleno de obstáculos y barreras, que gracias al carácter y la resiliencia de sus habitantes, lograron sobrepasar y decidir irse de cara al mundo, mostrando su riqueza.  
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