La adicción a las relaciones afectivas es similar a la que puede experimentarse con el alcohol y las drogas. Pero en este caso es llevar el amor al nivel de una obsesión. Las mujeres adictas suelen invertirle el 90 por ciento de su tiempo a la pareja. Dejan a un lado su familia, amigos y asuntos personales. Ellas crecieron en hogares disfuncionales. Buscan a hombres prohibidos y necesitados. En sus relaciones la lujuria es un ingrediente fundamental. Sus apegos sentimentales son tan fuertes que pueden sufrir enfermedades como depresión, ansiedad, migraña, insomnio y dolencias de colon. Otras intentan suicidarse o terminan en la cárcel por un crimen pasional.
En Bogotá existen cuatro grupos de mujeres anónimas adictas a las relaciones afectivas. Se reúnen varias veces a la semana para compartir sus experiencias. Allí hablan de su obsesión y sentimientos. Siguen los mismos doce pasos y tradiciones de los alcohólicos anónimos para liberarse de su adicción. Viven en el anonimato y cuando asisten a las reuniones, nunca hablan de sus profesiones, nivel educativo, cultural, de la religión o partido político. Solo se conocen por su nombre y primera inicial del apellido. Aquí lo más importante es curarse a través de la conversación.
Para dejar la adicción, el primer paso es admitir que se tiene la enfermedad y su vida es ingobernable. También debe encontrar un poder espiritual superior y hacer un inventario moral de faltas y errores. A diario debe reflexionar sobre su situación e intentar pasar el mensaje a otras mujeres. Los barrios de Río Negro, Teusaquillo, el sector de Unicentro y un salón de clase de una universidad del centro de la ciudad, son sus sitios de encuentro. El aporte económico anónimo de cada participante ayuda mantener estos lugares que están decorados con frases de motivacionales.
Desde hace más de diez años, Sofía* asiste a las reuniones de la comunidad de Adictas Anónimas a las Relaciones Afectivas. Antes de vincularse a esta comunidad, que en Colombia tiene cerca de veinte años, solo buscaba hombres que le generaran estrés. “Me gustaban los hombres prohibidos. Esos que no sabían si querían volverse homosexuales, se iban a casar, estaban divorciados y traumatizados, casados, con problemas con el alcohol, drogas o con planes de irse del país”, dice.
Es común que las mujeres con esta adicción buscan a hombres un perfil definido: desenamorados, inaccesibles, inadecuados, necesitados y con problemas por resolver. “Consideramos que el amor puede cambiarlos y tenemos la esperanza de que nos devuelvan todo”, dice Sofía. Pero todo esto debe tener un ingrediente fundamental que alimenta la obsesión: el dolor. Este funciona como adrenalina en el cuerpo.
Crecer en un hogar disfuncional afecta la manera de relacionarse y elegir una pareja. Por esta razón, tener padres alcohólicos, asumir de niño responsabilidades de adulto, vivir en medio de pelas y tensiones constantes y ser víctima de maltratos, violaciones e incesto, contribuye a que las mujeres se conviertan en adictas a las relaciones. Sucede de manera inconsciente porque se busca reproducir el mismo modelo familiar y la pareja suele tener actitudes parecidas a las de papá o mamá.
Responder un cuestionario de quince preguntas es la mejor manera de conocer si una mujer es adicta a las relaciones afectivas. ¿Es muy difícil para usted estar sin pareja aunque el hecho de tenerla le cause mucho dolor y sufrimiento?, ¿Cuando se acaba una relación, siente deseos de acudir a las drogas, al alcohol y/o a ciertas comidas, en particular los dulces?, ¿A veces se ve atraída hacia personas que tienen problemas por resolver o involucradas en situaciones que son caóticas o inciertas y emocionalmente dolorosas?, ¿Intentó usted convertir a su(s) papás en los seres atentos y cariñosos que usted ansiaba? Y ¿Necesita con desesperación controlar a sus hombres y sus relaciones, y disimula sus esfuerzos por controlar a la gente y las situaciones bajo la apariencia de “ser útil”?, hacen parte de los cuestionamietos que deben responderse de manera confidencial y con calma.
Sofía siempre creyó ser una mujer poderosa en las relaciones sentimentales. Pero un novio no le duraba más de tres meses. “Así se me pasó la vida. Tuve relaciones con hombres valiosos pero como no me aportaban estrés los dejaba. Hasta perdí la oportunidad de tener un hijo”.
Una mala experiencia con un hombre, la ayudó a comprender que tenía una adicción. Conoció por coincidencia a un vecino alcohólico. “Empecé hacer todo por él. Cocinarle, mantenerlo, prestarle plata. Le hacía las hojas de vida para que consiguiera trabajo. Después me quedé sin trabajo, gasté mis ahorros y descuidé un proyecto personal por él”.
Con el tiempo él se recuperó, cambió su estado de ánimo y consiguió un trabajo. Sin embargo, a Sofía esto no la hacía feliz. Su salud comenzó a deteriorarse. Se deprimió, sufrió de ataques de pánico y celotipia. Subió de peso, su cabeza se cubrió de canas, le diagnosticaron gastritis, aparecieron manchas en la piel y se sentía agotada. Sin embargo, tenía la convicción que podía seguir ayudándolo.
Se lo comentó a un amigo en común y fue él quien le habló de los grupos para las familias de los alcohólicos anónimos. Asistió a la primera reunión, entendió cual era su problema y encontró el origen de su adicción: la manera secreta como fue manejado el cáncer que padeció su mamá. “La adicción a las relaciones es una enfermedad muy camuflada culturalmente. Porque hemos sido enseñadas a dar más y amar demasiado. Que la vida es tener un hombre y casarse”.
Para Sofía ocuparse de sí misma ha sido la mejor terapia. Ahora vive cada relación de manera tranquila y consciente. Comenta que el proceso de sanación empieza con asistir a los grupos, escuchar los testimonios de otras mujeres y compararlos con su propia experiencia. Asegura que la solución a esta adicción no es dejar al hombre porque el problema se lleva dentro. “Lo más importante es adquirir amor propio. Tener límites. Estar con uno mismo. El sufrimiento no sea una opción”.
¿Es usted una mujer adicta a las relaciones afectivas?
Vie, 04/04/2014 - 04:33
La adicción a las relaciones afectivas es similar a la que puede experimentarse con el alcohol y las drogas. Pero en este caso es llevar el amor al nivel de una obsesión. Las mujeres adictas suelen