La gira de la música sagrada en Colombia: sanando las heridas de la pandemia

Jue, 21/10/2021 - 10:00
Conmemorando sus 10 años, el Festival Internacional de Música Sacra de Bogotá ha decidido llevar su apuesta cultural y espiritual a todos los rincones de Colombia.

Probablemente la música sea la forma más rápida de evocar los sentimientos humanos. Sobre ello se han escrito un sinfín de investigaciones y ensayos, así como existe evidencia en todo tipo de cuentos, poesías, cantos e historias de todos los orígenes y tiempos. Testimonios de lo que fue, retratos de lo que es y predicciones de lo que podría ser, de un mundo que ha encontrado en la narrativa musical una clave para subsistir a la mortalidad terrenal. 

La historia de hoy, extiende sus brazos sobre toda una serie de intercambios culturales que, para bien o para mal, son los causantes de esa riqueza étnica, musical, espiritual y cultural que representa la bandera colombiana. El protagonista es el Festival Internacional de Música Sacra de Bogotá, que este 2021, en el marco de la celebración de sus 10 años, decidió dar un paso más allá y llevar sus conciertos de música “sagrada” a los rincones más recónditos del país. 

La Catedral de las Lajas, en Ipiales (Nariño), la Basílica de Nuestra Señora del Rosario en Chiquinquirá, la Catedral de Sal de Zipaquirá, la Basílica Señor de los Milagros en Buga o  la Capilla de Santa Bárbara en Barichara, son algunos de los escenarios que han servido de anfitriones de estas presentaciones y que lo seguirán haciendo en el margen de la programación que terminará el sábado 6 de noviembre en Santa Cruz de Mompox.

Mompox es uno de los atractivos turísticos del Festival de Música Sacra.
Créditos:
Wikimedia

Solo en Bogotá, donde se adelantaron cuatro semanas previas de programaciones especiales de música sagrada (judía, gospel, barroca, renacentista, jazz, húngara, entre otros), el Festival ha ofrecido en 10 años 385 conciertos y actividades académicas en más de 213 escenarios, atrayendo a su paso a más de dos millones de personas. Eventos en su mayoría abiertos y gratuitos, con música tan diversa como su público.

Estamos en iglesias y templos, en teatros y auditorios, en colegios y universidades, en clínicas, en cárceles, por lo que nuestro público es súper amplio y lo hicimos por toda la ciudad pensando en llegar a esos públicos a los que normalmente no llegaríamos porque no conocen, porque no les interesa o porque de pronto les da temor ir a conciertos que no entienden”, aseguró a kienyke.com Marianna Piotrowska, la directora del Festival. 

Es destacable mencionar que cuando a Marianna se le escucha hablar sobre el Festival, al que según sus más allegados le ha dedicado gran parte de su vida, se le nota con una intención muy lejana a la evangelización cultural. Su idea, su concepto, va mucho más allá y se ubica en la comunión espiritual, en permitir ese punto de encuentro entre músicas espirituales de todas las religiones, algunas de corrientes clásicas y otras más contemporáneas, para propiciar el reconocimiento y entendimiento.

“El Festival es de carácter multireligioso, nosotros presentamos músicas sagradas, espirituales, meditativas y contemplativas de diferentes estilos, épocas y religiones. Tenemos desde música gregoriana, del barroco, renacentista, música clásica, música ya más contemporánea, pero también tenemos una selección de músicas espirituales de tribus indígenas de Asia, África y de América Latina”, señala. 

Tras la pandemia y ante la insistencia desde varias regiones del país para llevar este tipo de espectáculos a sus territorios, y no “solo a Bogotá”, Marianna cuenta que vio la oportunidad de ir a conquistar todos aquellos espacios de difícil acceso, pero que de igual manera tienen una gran importancia dentro del desarrollo cultural regional y nacional. Empresa para la que contó con aliados clave como el Ministerio de Comercio, Industria y Turismo,  y FONTUR.

Niños, adultos mayores, jóvenes y personas de todas las latitudes, se dan cita en estos atípicos escenarios, algunos de los cuales permanecen la mayor parte del tiempo cerrados al público, para sorprenderse con íntimas presentaciones de músicas espirituales que los invitan a reflexionar y a disfrutar Colombia de otra manera.

Turismo cultural, musical y religioso

 

Catedral de sal de Zipaquirá.
Créditos:
Flickr - Jimmy Baikovicius

De acuerdo con  Piotrowska, una de las características más interesantes del Festival de Música Sacra es que “promueve y facilita el diálogo, el respeto y la diversidad de creencias”, en función de que sus escenarios se encuentran abiertos a toda expresión musical que lleve implícita una connotación espiritual: "no es más sagrado lo que tu creas que lo que yo crea, simplemente, somos de tradiciones culturales diferentes”. 

“Hemos estado en lugares que no son convencionales pero que tienen patrimonio, llegando a lugares como el Planetario, por ejemplo, en donde hicimos un concierto de músicas espirituales indígenas con Mamos de la Sierra Nevada y que ellos vieran las estrellas desde otra perspectiva tan diferente, cuando era la primera vez que llegaban a Bogotá, pues fue una experiencia divina”, relata Marianna, con el orgullo propio de una creadora que ha visto que su idea la ha superado.

Pero no solo eso, sino que desde un principio se tuvo como norte la función social del Festival: “Democratizar la música, pensar en cómo llevar las artes y la cultura, sobre todo a los lugares más vulnerables y donde no hay tanto acceso a la información”. 

De la mano con ello, gracias a la gran recepción nacional e internacional que ha tenido el Festival de Música Sacra, hay otro gran ganador: el turismo cultural, musical y religioso. Una sinergia muy especial, si se tiene en cuenta el potencial histórico, gastronómico, natural y hotelero de muchos de los territorios a los que llegan sus conciertos y que, como una sentencia inevitable, se vieron duramente golpeados por la pandemia de coronavirus. 

Turismo religioso en Barichara.

“La idea era empezar a reactivar ese turismo cultural, musical y religioso en estos momentos tan difíciles y  fue cuando encontramos a nuestros aliados perfectos: el Ministerio de Comercio, Industria y Turismo, y a Fontur, a quienes les encantó nuestra idea de poder llevar estas músicas espirituales en estos momentos de crisis, en donde necesitamos potencializar la dimensión espiritual de las personas”, expresa. 

Invitación que además viene acompañada de un llamado a disfrutar de los destinos nacionales de una forma única. Una apuesta conjunta de distintos actores de la escena cultural y turística por acercar a los colombianos a todos aquellos paraísos y tesoros que muchas veces, por diferentes situaciones, no conocen o no han visitado.

Además, dentro de esta dinámica tampoco hay que olvidar que los músicos son otros golpeados por la pandemia y que muchos de ellos llevan varios meses sin presentarse. Siendo probablemente el Festival uno de los primeros conciertos en vivo tras la crisis sanitaria. 

En ese orden de ideas, el Festival de Música Sacra es quizá mucho más que solo música. Bien lo decía Marianna cuando relataba el porqué escoger hospitales como uno de sus escenarios ocasionales, y es que, “¿dónde están las oraciones más sinceras si no es en las salas de espera?”. Corazones tristes, golpeados por la distancia física y emocional del covid, por la posible ausencia… que terminan por encontrar algo de consuelo en el lenguaje universal de la música.

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