–¡Gaitán está vivo! –dice con entusiasmo Gloria Gaitán, la única hija del líder asesinado el 9 de Abril de 1948. La más gaitanista de los gaitanistas está sentada en un sofá de su apartamento en el que el rostro de su padre aparece en todos los rincones. “Petro habló de mi padre en su discurso de posesión, reconoció que su mamá se lo había inculcado. Siento que con él, el gaitanismo se renueva. El gobierno de Uribe me sacó del Centro Gaitán, lo convirtieron en un museo de amarillismo que exhibe con morbo el chaleco con el que lo mataron, o la pistola. Todo lo relacionado con su muerte. Tengo la esperanza de que Petro le devolverá su lugar.”
La admiración del alcalde de Bogotá por el caudillo liberal es notoria. La Calle 26 será rebautizada con el nombre de Jorge Eliecer Gaitán. Su nieta, la arquitecta María Claudia Valencia Gaitán, una admiradora de su abuelo, será la secretaria de Hábitat.
“María es una urraca, porque las urracas lo guardan todo. Ha guardado y almacenado con recelo, como pequeños tesoros, las fotos, las cartas, las grabaciones de su abuelo Jorge Eliécer Gaitán”, cuenta Gloria. Vivía en Francia cuando se cumplía el 50 aniversario del asesinato de mi papá, en 1998. Me llamó y me dijo: hay que hacer algo por el abuelo. Logró que le apoyaran la realización de un documental sobre la vida de Gaitán. Con una cofinanciación del Ministerio de Cultura, pudo viajar por todo el país durante casi dos años. Filmó los testimonios de mucha gente. Aprendió a conocer a mi papá a través de los viejos que lo admiraron y lo siguieron. Se rencontró con una historia que tenía aplazada. Así nació ‘Gaitán Sí’.
Gloria Gaitán vive rodeada de imágenes y recuerdos de su padre, el líder liberal.
En Barrancabermeja filmó a uno de los sindicalistas, que después llegó a ser presidente del sindicato de la Flota Mercante Grancolombiana, y él le narró la llegada de mi papá como ministro del Trabajo a Barranca. Cuando los trabajadores empezaron a quejarse: “Doctor Gaitán, no tenemos vivienda, no tenemos salud, no tenemos comida”, él les contestó: “Yo no he venido aquí para escuchar lamentaciones de tangos argentinos, yo no quiero a un pueblo mendigando sus derechos yo lo quiero ver de pie, luchando por sus propias reivindicaciones”.
Ese fue el Gaitán que María descubrió. “Sufrió también porque le reclamaron, como me reclamaron a mí, por no aspirar a ser ministra o presidenta. Todas quedamos marcadas por una anécdota que nos repetían en la casa. A los once años, le pusieron a mi papá pantalones largos y esa noche no se pudo dormir. Mi abuela le preguntó: ‘¿Jorgito qué te pasa?’ y mi padre le respondió: ‘Es que los hombres que vamos a cambiar la historia de este país tenemos mucho en qué pensar’. No dijo quiero ser presidente, que es lo que dice todo imbécil que tiene el orgullo del poder. Mi papá habló en plural”.
María Claudia, la directora del hábitat, llegó a Petro a través de su esposo, Daniel García Peña.
A María la marcó todo esto y no quiso regresar a Europa. Empezó a ver un país distinto. Se enfrentó a las dificultades de vivienda de la gente y eso le llegó al alma. Estudió arquitectura en Francia y en la India. Estuvo en el taller del maestro Rogelio Salmona. La oportunidad de aplicar todo cuanto ha aprendido le llegó con Petro. “Eso es gaitanismo. Mi papá siempre decía que uno no debe ser espectador sino protagonista”, dice Gloria.
Al hablar de su hija María Claudia le ocurre lo inevitable: traer la memoria de su padre. Gaitán. El líder. El Padre. “A mi mamá mi papá le regaló un librito de urbanidad para niñas en versos, y en la primera página le puso una dedicatoria que dice: ‘Con mis mayores esperanzas’. Me inculcaron eso, desde chiquita. Y mi mamá era igual, bastante irreverente. Yo también en un momento dejé todo y me fui para Chile, con mis dos hijas, a trabajar con Salvador Allende en el proyecto de la Unidad Popular”.
El último domingo de su vida el presidente chileno Salvador Allende almorzó en su residencia Tomás Moro con Gloria Gaitán y sus dos hijas pequeñas, Catalina y María Claudia. Fue un 9 de septiembre de 1973. Gloria Gaitán recuerda que Allende amaba a sus hijas. Solía regalarles dulces a manotadas y pequeños obsequios. Gloria había llegado a Chile a comienzos de ese año, después de separarse de su esposo y aceptar un trabajo que le había ofrecido Allende gracias a un amigo en común. Había conocido a Allende en Cuba, en una recepción que ofreció Fidel Castro en la primera conmemoración del triunfo de la Revolución, el 26 de julio de 1959, pero por entonces no imaginaba que sería su amante y tendría un hijo con él, que después perdería en Colombia.
Gloria, la única hija de Jorge Eliécer Gaitán, se ha propuesto no dejar borrar su memoria.
Un día antes del Golpe de Estado, Allende llamó a Gloria y le pidió que almorzara con él en Tomás Moro, como solía pasar. Gloria le contestó que no podía, pues sus hijas estaban muy nerviosas porque les habían robado las bicicletas y se iba a quedar con ellas. Allende le dijo que les comentara a las pequeñas que no se preocuparan porque él les podía comprar bicicletas nuevas. Gloria le contestó que no se trataba de eso, sino de que las niñas pensarían que las cosas caían del cielo. “¿Pero acaso yo no te caí del cielo?”, fue la respuesta de Allende. Ella se río, como se ríe cuando cuenta esa anécdota después de 39 años.
María Claudia se acercó a Petro a través de su esposo, Daniel García Peña, quien será el asesor de relaciones internacionales del alcalde. Compañero de luchas y de disidencias, fue quien lo ayudó a conformar el movimiento Progresistas. Gloria no supo cuándo empezaron a salir. “Un día me dijo: ‘imagínate que voy a comer esta noche con el nieto del mayor enemigo de mi abuelo’. Se refería a Roberto García Peña, el abuelo de Daniel, quien era el subdirector periódico El Tiempo, que fue un gran contradictor de mi papá. María y Daniel nunca se casaron. Cada uno vive en su propio apartamento porque consideran que necesitan tener su propio espacio”, cuenta Gloria, y se despide diciendo:
–Mira, si yo hubiera sido maquinadora, estoy segura de que hubiera podido llegar a donde me diera la gana, hasta la presidencia, ¡con semejante apellido que tengo!, pero esa no fue mi intención. Y eso lo han heredado mis hijas. Así que no creas que María llegó a ser la Secretaría de Hábitat por ser la nieta de Gaitán.