No hay que darle más vueltas a la cruda, infeliz y decadente realidad: la guerrilla se tomó a nuestra querida Bogotá. Lo que no pudieron hacer por las malas, lo hicieron suavecito, en voz baja, cogiéndonos de pendejos. La toma del poder por parte de la guerrilla, no es un peligro. Es un hecho.
Yo siempre dije por allá en los años 90 que esa paz que el tontainas del César Gaviria firmó con los hampones del M-19, iba a terminar muy mal. En esa época yo era partidario de que, ya que los teníamos a todos esos terroristas concentrados y hablando de paz en el pueblito de Santo Domingo en el Cauca, había que aprovechar y cañonearlos y bombardearlos hasta que no quedara uno solo vivo. Pero se tenía que meter de liberal, o sea de cómplice, el hoy ministro, el tabarrón del Rafael Pardo a insistir en hacer la paz con esos filibusteros ¡y miren en las que estamos! En manos de terroristas sin ideología –porque ni marxistas son sino más bien bakuninistas– como el Petro ese y el aun más peligroso del Navarro, a quien solo le deseo que la caiga gorgojo en la pata.
Más fácil oponerse y pelear con los del Polo que al fin y al cabo les cabe en la cabeza el maravilloso concepto de dictadura –aunque sea desafortunadamente la del proletariado– que tratar de joder a esa especie de muñeco inteligente y sagaz que es el Petro del demonio.
No me crean tan pendejo, carajo…Si la toma de un solo edificio como fue la del Palacio de Justicia, fue una bofetada para el país decente y católico, ¡qué tal ahora que no solo se tomaron el Palacio Liévano en el costado occidental de la Plaza de Bolívar, sino toda la ciudad!
En perspectiva histórica me pregunto: si alguna vez los tuvimos a todos presos en La Picota, ¿cómo fue posible que el establecimiento y nuestro egregio sistema pena y militar no hubiera tomado la decisión de eliminarlos masivamente con Racumín o alguna otra vaina sin efectos colaterales?
Sí, estuvo muy bien y detuvo el proceso de la toma del poder por parte de los corsarios el haber digamos… ajusticiado al bonitejo terrorista, al autodenominado Comandante Papito, Carlos Pizarro, un pecador en todo el sentido del término. ¡Gracias nunca olvidado y querido DAS!
Como también estuvo muy bien haber fusilado en esa casa del barrio Quinta Paredes al otro hampón, al autor intelectual de la inmunda Constituyente del 91, el criminal palestino Álvaro Fayad. O haberle mandado cinco batallones para matar a Iván Marino Ospina en Cali. Pero nos hemos quedado corticos en la eliminación del peligro y vean en las que andamos. ¿Cómo fue posible que habiendo creado nuestros éticos ejércitos de Auto Defensa, no se hubiera podido digamos… darle curso a la voluntad divina y al deber patrio del magnicidio, una vez más?
Si uno deja vivas o sueltas a las alimañas, terminan reproduciéndose y votando de manera colectiva por ellos mismos. Pendejos que somos. ¿Y ahora qué vamos a hacer no solo con Petrovich (suena a bolchevique) en el poder capitalino, sino con los 700.000 guerrilleros que lo eligieron?
Por fortuna Nuestro Amo que ejerce la justicia pre pagada y el castigo divino preventivo para proteger a su feligresía devota y generosa con sus enviados terrestres, los Rubiano y demás prelados, sacó hace rato de circulación al más peligroso de esos truhanes, que de haber vivido estaríamos hace rato en la inmundicia del socialismo bolivariano. Me refiero, claro está, al criminal samario del Jaime Bateman, fundador de esa secta de insurrectos y de drogadictos que el país ha soportado bajo el siempre detestable nombre de M-19.
Con el cuentico del “sancocho nacional” y que “la revolución es una rumba” el proto-hampón costeño sembró esa semilla de bastardía que hoy por desgracia germina en la carrera octava con calle diez. Gracias a mi Dios un ventarrón tumbó la avioneta del bucanero mayor. Si hubiéramos permitido que ese o el Pizarro hicieran de las suyas, habrían llegado hasta el Palacio de Nariño y ahí sí nos habría tocado emigrar a Costa de Marfil.
Pero ojo, que es eso lo que quieren. Ahí van a poner a bailar al Navarro para meternos el gol en el 2014. Y todo, además, en nombre del peor de los peores, del zambo ese del Simón Bolívar, terrorista histórico, chavista, que en mala y equivocada hora el glorioso Partido Conservador asumiera como guía, siendo el batracio venezolano el peor de los cachiporros, el más peligroso de los comunistas y precursor del M-19 y en consecuencia maestro del gamín Petro.
Empieza pues el gobierno del guerrillero en Bogotá, y apunten mis palabras. Ahora comienzan a hablar de bajar las tarifas del agua para los pobres (a ver si se bañan al fin) y van a terminar aumentando los impuestos al capital, haciendo la terrorista reforma urbana, botando plata en más colegios para terminar de -peligrosamente- educar a la gleba. Ya van a ver. El Petro ese va a continuar los planes de alimentación popular. ¡¡¡Carajo!!! ¡¡¡Por Dios!!!
Van a desarrollar el cerebro de los proletarios ¡y eso va a ser gravísimo! Seguro que con salud y comida y educación, termina ocurriendo lo peor: que se mejoren los genes de la indiada y les dé por ser blancos. Si dejamos que Petro siga con esos planes, muy pronto vamos a ver como las masas inferiores van a querer de todo. Van a ser más fuertes y nos van a dar en la jeta, física y políticamente.
¿Las FARC y el ELN? Pendejas amenazas militares. El M-19 siempre fue y es una grave amenaza política para la tradición, la familia y la propiedad.
En vista de todo esto, solemnemente propongo desde ya la creación de un frente general y nacional contra Petro, una santa alianza coyuntural de la noble derecha en todos sus matices (desde José Galat hasta Miguel Maza Márquez, pasando por su eminencia Obdulio) para detener el terrorismo distrital, la subversión capitalina, la insurrección en el Concejo.
Esto que nos acaba de pasar es peor que el 9 de Abril. En aquella jornada por lo menos logramos dar bala señores. Lo del buenazo y amigote mío del Lucho Garzón fue una pendejada al lado de lo nocivo que puede ser este Petro. Lo de Samuel fue –sin problemas– una vaina igualita a las nuestras.
La solución para este acumulado de desgracias que implica el hecho de tener al Petro en el poder, tiene nombre: ¡un golpe!
No sé de qué, pero un golpe. ¿De Estado? ¿De Urbe? Desde esta sagrada tribuna hago un llamado a las Fuerzas Militares, a la Policía y a los partidos tradicionales, para que recapaciten y se pronuncien, así sea por fuera de los conductos de la democracia, contra la dictadura petrista. ¡Fuera Petro y sus secuaces de la Alcaldía!
Maestro de maestros Álvaro Uribe Vélez: encabece usted este pronunciamiento de la dirigencia y del pueblo mismo contra los impostores de la izquierda que se han tomado el poder en la capital. Con Fernando Londoño, Andrés Felipe Arias y demás prohombres, lo llevaremos en andas a la silla de alcalde, desde la cual –además de derrocar el comunismo– podrá usted avanzar en su admirable campaña de oposición a la mañosa dupla Santos-Vargas.
Y ojo que lo peor es que este lince peligroso del Petro, es capaz de ayudar al desarrollo social y de no robar. El mal ejemplo de lo que haga puede cundir. Y se nos puede dañar el caminado tan primorosamente construido en 211 años de historia de una casta que domina por legado divino y un pueblo que se somete… por voluntad popular. ¡Jejeje!