Juan Carlos Ortiz fue el primer colombiano en ganar el León de Cannes de publicidad por la campaña ‘Caspa’, una iniciativa contra la droga que hizo para la presidencia en ese momento. Hoy es presidente creativo de DDB latinoamerica, España y Estados Unidos.
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Ese premio fue un detonante para su vida, primero porque para el país era histórico. Ortiz recibió el premio con una bandera de Colombia y sintió un patriotismo desconocido para él hasta entonces.
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Cuando era niño viajó por toda Colombia. Su fruta favorita era la guayaba. Le encantaba llenarse las manos de tierra. Desde siempre tuvo claro que su futuro estaría en el mundo creativo. Estudió Comunicación social en la Universidad Javeriana y para recrear las historias de los libros que leía o de lo que se le ocurría comenzó a coleccionar soldados de plomo -algo que hoy continua haciendo- hasta llegar a dos o tres mil, y a pesar de que el numero no lo tiene claro, sueña con dejárselos a sus hijos o crear un museo donde la gente pueda verlos. Por ahora los exhibe en sus casas de Nueva York y Miami.
Juan Carlos ama viajar a pesar de que ya perdió la cuenta de los aeropuertos que conoce. De hecho escribió una autobiografía a 20 mil pies de altura en los viajes que realizó. En ella cuenta parte de las historias que han marcado su vida. ‘Cortos’ y ‘Cortos y ½’ son los títulos de estos libros que recrean su vida en medio de aeropuertos y aviones, escritos en un Blackberry.
Recuerda con tristeza que una vez en el Líbano lo detuvieron por llevar un pasaporte colombiano. Sobre esto dice que en medio de la profesión que desempeña, ser colombiano le requiere un doble esfuerzo porque mientras sus colegas americanos o ingleses no requieren visa para casi ningún lugar, él tiene que gastar más tiempo en ese tipo de trámites.
Lea también: La lechonería que conquistó Internet.
Le hace falta su abuela que murió hace ocho años. Fue un personaje amoroso y su consejera. Cuando murió estaba viajando y llegó tarde al funeral. No se despidió y eso aún a veces lo trasnocha.
Por esto cree que la familia debe ser su equilibrio y aunque cree que la vida no es perfecta, piensa que puede existir el equilibrio para ser feliz. Admira profundamente a su esposa, con quien compartió una experiencia maravillosa. En 2007 ella ganó un Grammy por mejor diseño de caratula del año.
Además de su familia, su otro gran amor es Santa Fe y el fútbol. Le hubiera gustado ser jugador profesional, pero se rompió el talón de Aquiles. “Era un puntero izquierdo buenísimo. Me hubiera encantado jugar en Santa Fe y sé que lo hubiera logrado, pero bueno, me tocó conformarme con ver al equipo desde la tribuna”. La última vez que fue al estadio vio a su equipo coronarse campeón en 2012.
Cuenta con agrado que es confundido con Juan Carlos Ortiz, el de Interbolsa, y quien estuvo vinculado a Millonarios. “Eso me ha traído problemas”, sin embargo bromea y le dice a la gente que él es el bueno e hincha Santa Fe.
La publicidad, más allá de un comercial
Juan Carlos hoy se siente el mejor en lo que hace, pero siente que en su vida aún hay retos por cumplir. “Cuando usted tiene el poder, esto le permite retarse a sí mismo para alcanzar más”.
Hace parte de la compañía más premiada en la historia de Cannes y maneja la parte creativa de todas las oficinas del hemisferio occidental. Habla inglés, francés, español, portugués y algo de alemán.
Lea también: Colombianos, exitosos y menores de 35 años.
Sobre la publicidad de hoy en día comenta que toda la industria está cambiando y se está escribiendo un nuevo modelo. Esta generación está haciendo historia.
A la hora de hablar de la web, comenta: quien diga que ese modelo no se usa “estaría negando a la mamá”. Cree que hay gente que aún desconoce ese mundo y por eso hay escepticismo sobre el mismo. Opina igualmente que las plataformas digitales han transformado al mundo y han permitido que hoy la gente se comporte diferente.
Por eso, el futuro de la publicidad permitirá acercarse a la vida de las personas. La publicidad que se parezca a la publicidad será odiada, mientras que la que se acerque a la vida, será bien recibida. La que trasmita experiencias tendrá el éxito garantizado.
Confiesa que conoce el fracaso. Dice que el fracaso es positivo cuando se aprende: “Fracasar una vez es de genios, pero fracasar dos veces es de idiotas”.
Lleva trabajando desde 1991 sin parar y aunque su futuro será seguir trabajando en lo que lo hace feliz, piensa que la publicidad mientras le permita crear historias, será parte de su vida.
A Colombia lo ata su pasado y un carro Land Rover que le regaló su papá cuando comenzó la universidad. Es modelo 1965 y cada vez que viene al país lo saca con orgullo a pasear junto a su familia. El carro le evoca su niñez. Escribe actualmente para Soho y tiene una columna semanal en El Espectador.
Juan Carlos ama viajar a pesar de que ya perdió la cuenta de los aeropuertos que conoce. De hecho escribió una autobiografía a 20 mil pies de altura en los viajes que realizó. En ella cuenta parte de las historias que han marcado su vida. ‘Cortos’ y ‘Cortos y ½’ son los títulos de estos libros que recrean su vida en medio de aeropuertos y aviones, escritos en un Blackberry.
Recuerda con tristeza que una vez en el Líbano lo detuvieron por llevar un pasaporte colombiano. Sobre esto dice que en medio de la profesión que desempeña, ser colombiano le requiere un doble esfuerzo porque mientras sus colegas americanos o ingleses no requieren visa para casi ningún lugar, él tiene que gastar más tiempo en ese tipo de trámites.
Lea también: La lechonería que conquistó Internet.
Le hace falta su abuela que murió hace ocho años. Fue un personaje amoroso y su consejera. Cuando murió estaba viajando y llegó tarde al funeral. No se despidió y eso aún a veces lo trasnocha.
Por esto cree que la familia debe ser su equilibrio y aunque cree que la vida no es perfecta, piensa que puede existir el equilibrio para ser feliz. Admira profundamente a su esposa, con quien compartió una experiencia maravillosa. En 2007 ella ganó un Grammy por mejor diseño de caratula del año.
Además de su familia, su otro gran amor es Santa Fe y el fútbol. Le hubiera gustado ser jugador profesional, pero se rompió el talón de Aquiles. “Era un puntero izquierdo buenísimo. Me hubiera encantado jugar en Santa Fe y sé que lo hubiera logrado, pero bueno, me tocó conformarme con ver al equipo desde la tribuna”. La última vez que fue al estadio vio a su equipo coronarse campeón en 2012.
Cuenta con agrado que es confundido con Juan Carlos Ortiz, el de Interbolsa, y quien estuvo vinculado a Millonarios. “Eso me ha traído problemas”, sin embargo bromea y le dice a la gente que él es el bueno e hincha Santa Fe.
La publicidad, más allá de un comercial
Juan Carlos hoy se siente el mejor en lo que hace, pero siente que en su vida aún hay retos por cumplir. “Cuando usted tiene el poder, esto le permite retarse a sí mismo para alcanzar más”.
Hace parte de la compañía más premiada en la historia de Cannes y maneja la parte creativa de todas las oficinas del hemisferio occidental. Habla inglés, francés, español, portugués y algo de alemán.
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Sobre la publicidad de hoy en día comenta que toda la industria está cambiando y se está escribiendo un nuevo modelo. Esta generación está haciendo historia.
A la hora de hablar de la web, comenta: quien diga que ese modelo no se usa “estaría negando a la mamá”. Cree que hay gente que aún desconoce ese mundo y por eso hay escepticismo sobre el mismo. Opina igualmente que las plataformas digitales han transformado al mundo y han permitido que hoy la gente se comporte diferente.
Por eso, el futuro de la publicidad permitirá acercarse a la vida de las personas. La publicidad que se parezca a la publicidad será odiada, mientras que la que se acerque a la vida, será bien recibida. La que trasmita experiencias tendrá el éxito garantizado.
Confiesa que conoce el fracaso. Dice que el fracaso es positivo cuando se aprende: “Fracasar una vez es de genios, pero fracasar dos veces es de idiotas”.
Lleva trabajando desde 1991 sin parar y aunque su futuro será seguir trabajando en lo que lo hace feliz, piensa que la publicidad mientras le permita crear historias, será parte de su vida.
A Colombia lo ata su pasado y un carro Land Rover que le regaló su papá cuando comenzó la universidad. Es modelo 1965 y cada vez que viene al país lo saca con orgullo a pasear junto a su familia. El carro le evoca su niñez. Escribe actualmente para Soho y tiene una columna semanal en El Espectador.
