Texto por Fernando Salamanca
El senador por Florida luce, por un lado, como un ciudadano ejemplar, emprendedor y apegado a las leyes de Dios; por el otro, es un político con escándalos fiscales que no ha podido explicar satisfactoriamente. Vinculado a la más recalcitrante derecha del
Tea Party, esta es la esperanza del Partido Republicano de volver a la Casa Blanca.
De puertas para fuera
Marco Rubio parece un hombre intachable, que encarna como pocos el espíritu norteamericano: trabajador, apasionado por el deporte, maduro, sin asomo de canas que le resten vitalidad a su imagen de inmigrante que se ha hecho a sí mismo sin otro presupuesto que el esfuerzo y la dedicación. Tiene un bronceado que permite pensar que no pasa todo el día encerrado en su oficina, sino que disfruta del aire libre, del sol de Miami y de las caminatas matutinas para estar siempre en forma y de paso conocer de primera mano la situación de sus conciudadanos. Por si fuera poco, presenta buenas credenciales familiares: su abuelo se exilió en los Estados Unidos huyendo de la revolución de Fidel Castro, fue elegido en el 2000 a la Casa de Representantes de Florida y entre 2006 y 2010 fue portavoz del parlamento.
La vida de la estrella fulgurante del
Tea Party puede ser utilizada como material para un documental sobre los valores familiares y políticos: está casado con Jeanette Dousdebes desde hace 15 años, con quien ha tenido cuatro hijos: Amanda, Daniella, Anthony y Dominic, incluso, hace un año suspendió una gira con el entonces candidato republicano Mitt Romney en Ohio porque su hija sufrió un leve accidente automovilístico. Por si fuera poco, su padre fue camarero y su madre secretaria de varias oficinas de la Ciudad del Sol.
Estudió en la escuela pública y fue mariscal de campo en el equipo de fútbol americano del Missuri Tarkio College, lo que le permitió ingresar becado a la Universidad de Florida. Se dice que incluso lanzó algunos balones con el legendario exmariscal de campo de los Miami Dolphins, Dan Marino.
En su paso por la Cámara de Representantes redactó un documental notable para la administración de Miami: “Cien ideas innovadoras para el futuro de la Florida”, en él expone que la mejor forma para lograr la prosperidad es disminuyendo el gasto general, un modelo político y económico en el que el Estado debe hacerse a un lado y dejar que los individuos desarrollen su talento sin regulaciones ni estímulos, sin subvenciones ni nada que guarde relación con el Estado de Bienestar.
Por otro lado, tiene una visión de las libertades y derechos individuales que podría calificarse de reaccionario: se opone al aborto y al matrimonio entre personas del mismo sexo, se opone a la ley de inmigración, que regularizaría la vida de millones de ilegales en el país, y que el presidente Obama piensa presentar en este periodo legislativo.
No es ajeno a un campo de fútbol, su esposa, Jeanette Dousdebes, fue porrista de los Miami Dolphins.
De puertas para adentro
Rubio es una esperanza para el
Tea Party, la facción ultraconservadora del Partido Republicano, que busca regresar a los orígenes de la Unión Americana. Este grupo ha renovado debates que se creían superados como la tensión entre el creacionismo y el evolucionismo, al tiempo que se vincula al credo neoliberal. La escuela económica de Rubio es la de teóricos como Mise, Haye, Friedman, y políticos como Ronald Reagan y Margaret Thatcher a quien calificó como “la política más brillante del siglo pasado”.
La religión ha sido otro campo de batalla en la vida del primer senador cubano en los Estados Unidos. Cuando tenía 7 u 8 años su familia se mudó a Las Vegas, luego, su padre y su hermana (Marco y Verónica), que eran católicos, fueron bautizados en los mormones, orden que hace unos mese Daniel Samper Pizano sintetizó así: “Creen a pies juntillas que Dios es americano, y que para completar el jardín, el Nuevo Edén estuvo en el condado de Jackson, Missouri”. Pero la conversión no duró tanto, pues el padre de Marco Rubio no pudo con la prohibición de fumar y tomar.
A mediados de los ochenta, como buen hijo prodigo, regresó al seno del catolicismo, convenció a su familia de dar nuevamente la voltereta ascética a los 13 años, cuando hizo su primera comunión. Vivió una adolescencia apegado a los principios católicos de alejarse del pecado, en especial de la carne y de sus diversas maneras de perversión juvenil, como el rock and roll y los bailes. En un discurso reciente dijo que esa década “fue un momento muy atemorizante”, y añadió: “Hemos tenido que superar la época disco, los pantalones de campana, y los Bee Gees”.
Su salida en falso más famosa ocurrió cuando tuvo que interrumpir su intervención televisada en respuesta al discurso del Estado de la Unión del presidente Obama.
Rubio tenía verdaderos problemas para continuar su alocución, comienza a tocarse la boca, trata de solucionarlo, nada sirve. Sin dejar de mirar a la cámara Rubio se agacha, coge una botella de agua, la abre y bebe un sorbo. Vuelve a su lugar con la compostura intacta y la presencia intachable de tipo duro norteamericano que no se amilana ante un pasajero ataque de sed.
De nada le sirvió. La avalancha de burlas e imitaciones lo convirtieron en el blanco de todos los señalamientos en Twitter. Su respuesta no pudo haber sido otra: subir una foto del pequeño envase, para desviar las burlas y salvar el pellejo.
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