Al quinto día, el cultivo de piel tiene cerca de 90 mil células por centímetro cuadrado. Desde la primera jornada han sido alimentadas con nutrientes. También han permanecido en una incubadora con la temperatura y oxígeno ideal para multiplicarse. Al séptimo día, la membrana –de 10 X 10 centímetros– estará lista para realizar un injerto de piel sin cirugía.
Tres cirujanos plásticos colombianos crearon un método único en el mundo para realizar injertos de piel. Lleva el nombre de Keraderm y fue desarrollado con la intención de mejorar el tratamiento tradicional. Pacientes con quemaduras, tumores, úlceras crónicas o complicaciones por una cirugía plástica, pueden beneficiarse. Este tratamiento no requiere un quirófano y disminuye notablemente las cicatrices y el dolor. La piel se regenera en un periodo entre 10 y 45 días.
El doctor Rodrigo Soto hace parte del equipo de Keraderm.
Con solo un centímetro cuadrado de piel –tomado de detrás de la oreja– y una muestra de sangre del paciente que requiere el injerto, un grupo de expertos cultiva piel en un laboratorio, ubicado en el norte de Bogotá. Allí, en medio de un ambiente 99.9% esterilizado, se multiplican dos tipos de células: queratinocitos (conforman la parte más superficial de la piel) y fibroblastos (indispensables en la curación de heridas).
Son alimentadas con suero y plasma provenientes de la sangre del mismo paciente. Es la manera de suministrar los nutrientes necesarios al cultivo que crece sobre una lámina de colágeno. Aunque el proceso ya se había logrado desarrollar a partir de células de donantes e incluso de cadáveres, Keraderm es único en su tipo. Además, como el cultivo proviene del mismo paciente, han sido muy pocos los casos donde es rechazado por el sistema inmunológico. El novedoso producto ha sido usado con éxito por pacientes entre los 7 días de nacido y 90 años.
Mientras que Keraderm, con un precio de $1.400.000, no deja cicatrices, el método tradicional para mejorar la pérdida de piel consiste en quitar un pedazo de piel –más grande que el área a cubrir – de una zona sana del cuerpo como la espalda, glúteos y muslos. Esto requiere un quirófano y genera una nueva herida y cicatriz.
El laboratorio está diseñado especialmente para tener un ambiente estéril.
Los médicos Juan Carlos Zambrano, Jennifer Gaona y Rodrigo Soto, miembros de la Sociedad Colombiana de Cirugía Plástica Estética y Reconstructiva, comenzaron a trabajar en el desarrollo de Keraderm hace seis años. La idea nació luego de que Zambrano conociera el cultivo celular mientras se especializaba en Viena. A su regreso al país decidió hacer los primeros intentos en Colombia pese a las limitaciones económicas. Con el tiempo, el grupo de científicos tuvo el apoyo de la compañía de banca de inversión, Invercor, que en la actualidad es socio de proyecto.
A lo largo de su historia Keraderm ha beneficiado a más de cien pacientes del Hospital Simón Bolívar, Hospital Universitario de La Samaritana, el Hospital Central de la Policía Nacional y la Clínica de la Mujer.
Entre varios pacientes los creadores de Keraderm recuerdan estos casos: un hombre con un tumor en la nariz, un recién nacido de siete meses que tenía una herida en el pie, una mujer con una grave quemadura en la cara y un hombre de la tercera edad que gracias al injerto de piel volvió a caminar, en su pierna tenía una úlcera que le impedía moverse.
Aunque sus creadores, quienes han ganado varios premios de innovación y emprendimiento, pensaron que en Colombia era imposible hacer realidad su idea por cuestiones de costos y el sistema de salud, Keraderm se encuentra en el proceso para obtener una patente. En Colombia, Brasil, Chile, México, La India, Unión Europea, China y Estados Unidos, se adelantan todos los requerimientos para adquirirla.
El doctor Rodrigo Soto hace parte del equipo de Keraderm.
Con solo un centímetro cuadrado de piel –tomado de detrás de la oreja– y una muestra de sangre del paciente que requiere el injerto, un grupo de expertos cultiva piel en un laboratorio, ubicado en el norte de Bogotá. Allí, en medio de un ambiente 99.9% esterilizado, se multiplican dos tipos de células: queratinocitos (conforman la parte más superficial de la piel) y fibroblastos (indispensables en la curación de heridas).
Son alimentadas con suero y plasma provenientes de la sangre del mismo paciente. Es la manera de suministrar los nutrientes necesarios al cultivo que crece sobre una lámina de colágeno. Aunque el proceso ya se había logrado desarrollar a partir de células de donantes e incluso de cadáveres, Keraderm es único en su tipo. Además, como el cultivo proviene del mismo paciente, han sido muy pocos los casos donde es rechazado por el sistema inmunológico. El novedoso producto ha sido usado con éxito por pacientes entre los 7 días de nacido y 90 años.
Mientras que Keraderm, con un precio de $1.400.000, no deja cicatrices, el método tradicional para mejorar la pérdida de piel consiste en quitar un pedazo de piel –más grande que el área a cubrir – de una zona sana del cuerpo como la espalda, glúteos y muslos. Esto requiere un quirófano y genera una nueva herida y cicatriz.
El laboratorio está diseñado especialmente para tener un ambiente estéril.
Los médicos Juan Carlos Zambrano, Jennifer Gaona y Rodrigo Soto, miembros de la Sociedad Colombiana de Cirugía Plástica Estética y Reconstructiva, comenzaron a trabajar en el desarrollo de Keraderm hace seis años. La idea nació luego de que Zambrano conociera el cultivo celular mientras se especializaba en Viena. A su regreso al país decidió hacer los primeros intentos en Colombia pese a las limitaciones económicas. Con el tiempo, el grupo de científicos tuvo el apoyo de la compañía de banca de inversión, Invercor, que en la actualidad es socio de proyecto.
A lo largo de su historia Keraderm ha beneficiado a más de cien pacientes del Hospital Simón Bolívar, Hospital Universitario de La Samaritana, el Hospital Central de la Policía Nacional y la Clínica de la Mujer.
Entre varios pacientes los creadores de Keraderm recuerdan estos casos: un hombre con un tumor en la nariz, un recién nacido de siete meses que tenía una herida en el pie, una mujer con una grave quemadura en la cara y un hombre de la tercera edad que gracias al injerto de piel volvió a caminar, en su pierna tenía una úlcera que le impedía moverse.
Aunque sus creadores, quienes han ganado varios premios de innovación y emprendimiento, pensaron que en Colombia era imposible hacer realidad su idea por cuestiones de costos y el sistema de salud, Keraderm se encuentra en el proceso para obtener una patente. En Colombia, Brasil, Chile, México, La India, Unión Europea, China y Estados Unidos, se adelantan todos los requerimientos para adquirirla.
