Tal vez, muchos han cometido el error de asumir que el estilo a la hora de vestir, de los capitalinos, siempre es, o ha sido, aburrido o predecible. Que si se usan muchos colores oscuros, que si todo es gris, que si todo es negro. Pero en realidad hay toda una historia detrás, tanto como sorprendente, como respuesta y adaptación a lo que recibimos del exterior.
Es una falacia popular reducir el arquetipo y espectro de lo que usan o han usado los bogotanos. Este es un breve recorrido por la historia de la moda bogotana en el siglo pasado:
Los comienzos del siglo XX, en cuanto a la moda, son presentados, plasmados y registrados por la publicación, Cromos, fundada por Miguel Santiago Valencia y Abelardo Arboleda, una revista con estilo europeo, en la que se presentaba una gran variedad de fotografías e ilustraciones y comentaba sobre política, economía, cultura y sociedad. Este magazine, además de retratar la vida glamurosa de la alta sociedad, ayudó a difundir la estética y los códigos de vestuario en Europa.
Durante la década de 1910, teniendo a París como centro de la moda, decantándose a la capital colombiana, el estilo de los ballet rusos de la época, los bolados, las transparencias, detalles en bordados delicados y brillantes, velos que daban el estilo a ninfa, la apariencia que se popularizó por estás épocas en las capitales más importantes del mundo, finalmente llegó a Bogotá.
La mujer esparrago, fue el término que los bogotanos usaron para referirse a la moda de los “locos años veinte”, caracterizados por su música y sus bailes, la figura de la mujer era larga, con la cadera caída. El hombre seguía con su traje londinense completo, no olvidar el término “cachaco”, esta era la apariencia propia de él.
[single-related post_id="730309"]
El nacimiento de la sastrería, inspirada en su más fina versión inglesa, llegó a la capital colombiana, asimismo, salieron a la luz las tiendas por departamentos, gracias a los periódicos de la época, podemos saber el nombre de algunos, La Oriental es alguno de ellos.
Puede que esto sea algo nuevo, pero las bajas temperaturas, que por aquellos tiempos lo eran aún más que en la actualidad, fue la excusa que tomaron los bogotanos a escoger el misterioso, estilizado y clásico negro, como color de predilección a la hora de vestir, un código que quedaría impreso en la cultura hasta el día de hoy.
Para esta época, en la capital se respiraba un aire de modernidad, las actividades varias como asistir al teatro, ir a cine, pasear en tranvía, la iluminación eléctrica, ver los automóviles, en fin. Todo esto se vio reflejado en la moda. El icono de la elegancia y estilo, Lorencita Villegas de Santos, esposa del presidente que introdujo la radio a Colombia, era de esas mujeres que deja a todos atónitos al entrar a una habitación.
Abrigos de piel y vestidos de brillantes, finura y detalle. Carolina Cárdenas, exponente del estilo de la juventud, apodada Miss Decó, después de sus estudios en Bellas Artes en Londres, presentó el arte moderno en Colombia. Cárdenas poseía la belleza y elegancia digna de la cualquier musa de artista. Estos fueron los años de 1930 en Colombia.
Los salones de moda empezaron a sonar mucho en esta década, muchos, en busca de éxito, buscaban tener un nombre afrancesado, teniendo a París siempre en la mira como la más alta moda. Para 1940, la elegancia subió a otro nivel, agregándole un toque sensual, se hizo destacar la cintura femenina, así como los hombres, dando inicio al look de femme fatale.
Margarita de Wolf, fue la diseñadora encarga de introducir en Bogotá, el inmortal new look de Christian Dior en 1947. El glamour, la fina estética, y el gran estilo que destacaba a la sociedad bogotana, acabaron y se vieron enfrentados a su peor pesadilla, el 9 de abril de 1948, con la revuelta popular originada por el magnicidio del político popular y candidato a la presidencia, Jorge Eliécer Gaitán, acto mejor conocido como el Bogotazo.
[single-related post_id="731432"]
Lo sucedido hizo que la moda se resintiera en la década de 1950, simplificando las cosas, el estilo capitalino se volvió precario y sencillo. Estados Unidos ayudó a la proliferación de la falda ancha en corte A. Sin embargo la ciudad, en otros aspectos, siguió adelante, el paisaje de Bogotá empezó a cambiar con la aparición considerable de edificios, la capital en rumbo de lo cosmopolita.
La juventud fue la protagonista en la década de 1960. Como salido de los Estados Unidos o Londres. En su segunda mitad, como un movimiento pacifista, llegaron los hippies, así como el girl power, alentando a la mujer a ser independientes y decidir sobre su cuerpo, la píldora anticonceptiva había salido al mercado, lo que, naturalmente, causó polémica en el país. La bohemia, impregnada en cada una de las prendas usadas por esta época, blusas y camisas vaporosas, el jean que ya había llegado al país, se anchó un poco más, zuecos, trenzas, motivos psicodélicos, etc. Tengamos en cuenta el Parque de los Hippies, originalmente llamado Julio Flórez, fue un espacio que encontró la juventud y adecuó para la expresión artística y libre.
El movimiento de los hippies se expandió a los setentas. A pesar que la década de 1970 es conocida globalmente por su extravagancia, sin conocimiento de límites, sexualidad y sinceridad, tal como en la legendaria discoteca Studio 54, en Colombia no se vio tal nivel de estilo exuberante.
Se adecuaron las melenas grandes tanto en mujeres como en hombres, barbas y patillas, tonos coloridos en los ojos de las muchachas y la pieza clave, el pantalón bota campana que no conoció género, apretado en los muslos o completamente suelto en su corte. Lastimosamente, por el clima frío de la ciudad, las chicas no pudieron disfrutar, plenamente, de otra pieza popular setentera, los pantaloncitos calientes, tan conocidos en las ciudades de tierra caliente, como en Cali. Sin duda, estos años, dieron un toque moderno, excitante y singular al vestuario colombiano.
Aterrizando en la década de 1980, su despilfarro es evidente. En Colombia, la cultura estadounidense se consumía ampliamente desde hace varios años, y estilos a lo Dinasty, la serie novelesca de televisión, fue un importante referente para el guardarropas femenino de la época, una silueta angulosa y evidente, empecemos por las ochenteras hombreras, la cintura pequeñita y de preferencia caderas amplias.
Añadiendo, texturas satinadas y metalizadas, colores fuertes y vibrantes, estos tonos también fueron apropiados por la juventud, que le agregó su toque de bandas y cantantes pop gringos, con pantalones pitillo, chaquetas en denim, pañoletas y mucho, demasiado maquillaje. Para recordar, las vedette, los iconos del estilo ochentero, Amparo Grisales y María Cecilia Botero.
Shakira, Sofía Vergara, Margarita Rosa de Francisco, Carlos Vives, representantes de celebridades de los 1990. Bogotá, el centro de todo, era testigo de todo este mundo de farándula, incluyendo a las señoritas Colombia, que por varias décadas, inspiraron a las mujeres del país.
La ropa adoptó un estilo más relajado entre las masas, aunque en la noche se podría ver uno que otro destello. La juventud tenía en la mira a la banda Nirvana, y su vocalista Kurt Cobain, fue el responsable de casi todo el estilo que se llevaba en estos años. Como muestra de los jóvenes, se podría analizar el estilo de grupos musicales como Aterciopelados, exactamente de Andrea Echeverri.
[single-related post_id="730714"]
Estas fueron las estéticas, los estilos, las modas que se establecieron entre los bogotanos durante el siglo XX y como fue expuesto, no se limita, exclusivamente, a un traje oscuro monocromático, hay mucho más allá de eso. Un crisol de corrientes culturales y artísticas que permearon a la moda durante cada década y que, nostálgicamente, regresa a nuestro diario de vez en cuando. Que nunca se deje perder una prenda, simplemente porque ya pasó de moda.
Un breve repaso por la moda de los bogotanos en el siglo XX
Dom, 06/08/2017 - 08:14
Tal vez, muchos han cometido el error de asumir que el estilo a la hora de vestir, de los capitalinos, siempre es, o ha sido, aburrido o predecible. Que si se usan muchos colores oscuros, que si todo