A través de una pantalla de televisión, a unos tres metros de distancia, con el corazón en la mano y con un llanto que recorría su rostro tuvo que ver a la Selección Colombia femenina disputar los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro. Sabía que sus compañeras, sus hermanas, iban a representar la camiseta de un país. Las alentó a pesar de estar lejos, entre las paredes de su casa que parecían encerrarla entre la frustración y la tristeza.
Yoreli Rincón es una mujer que ha luchado toda su vida para ser la futbolista que es hoy. Batalló contra los obstáculos del destino para triunfar en un deporte que, por lo menos en Colombia, no tenía mucho campo a nivel femenino. Lo logró porque en su cabeza siempre existió un objetivo: ser la mejor.
“Me perdí los juegos por algo. Seguramente no debía ir a los olímpicos. Yo sé que de esta voy a salir mucho más fuerte. Con el tiempo me daré cuenta que eso sirvió para madurar mucho más”, confesó Yoreli a KienyKe.com hace dos años cuando estaba en plena recuperación. Hoy su presente es distinto. Es feliz, campeona y es la misma soñadora que inició a patear la pelota cuando era niña.
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Ser campeona del fútbol colombiano con el Atlético Huila le sacó un peso de encima. Levantó el trofeo que anheló desde que la liga se hizo realidad en el país. Llenó el pecho de aire y emoción porque guió con sus pies a un equipo que había perdido la final de 2017 ante Independiente Santa Fe y que pedía revancha producto del amor propio que nació en el camerino del club.
Entrevista con Yoreli Rincón
https://www.youtube.com/watch?v=u6qZat5wPqI&feature=youtu.be La jugadora, debido a su lesión de tobillo y a la reciente participación en Copa América con la selección en la que no logró el cupo al mundial, conoce lo que es batallar contra sus propios demonios. Algunos puede que la hayan criticado pero de nada le hubiera servido caer sin intentar levantarse."Aún me cuesta recordar algunos episodios. Todavía da duro. Me acuerdo porque fue mi sueño. Veía los partidos y luego mi pie roto. Es el momento más duro de mi carrera".Tal vez por esa razón, y por el cariño que le tiene el pueblo colombiano, es que Yoreli se convirtió en un ejemplo a seguir. Toda su vida ha sido un vaivén de buenas y malas situaciones. Ahora se queda con los bellos momentos que le regala la vida. Su sonrisa es el principal escudo de una mujer que agarró los sueños con sus propios dedos, entrelazados entre la esperanza y fe. Y es que muchos pueden juzgarla por regresar al combinado nacional y no lograr clasificar al mundial 2019 con Colombia. Pero, por lo menos para ella y su familia, hay que levantar la cabeza y continuar. Como lo hizo para dejar a un lado su lesión y ser campeona del fútbol colombiano. Vestir la camiseta amarilla y sudarla hasta que sea posible es lo único que le interesa. Sabe que las alegrías llegan con el trabajo diario. Lo conoce porque lo ha vivido. Junto a sus compañeras del Huila se prepara para la Copa Libertadores, torneo en el que participarán como campeonas colombianas. Se reúnen muchas veces en su casa para comer sudado de pollo, pizza o ir a cine. Su estadía en Neiva la tiene feliz. Por instantes se siente como en Bucaramanga, su tierra natal. La felicidad primero, dicen algunos y ella lo aplica. Terminará el 2018 y, aunque no descarta aceptar alguna oferta del fútbol internacional, su intención es terminar el contrato de un año con el club huilense. Apenas tiene 24 años, aunque tenga la experiencia de alguien mayor. https://soundcloud.com/kienyke/entrevista-a-yoreli-rincon "Qué es vivir sin soñar", dijo el poeta inglés Alfred Tennyson. La deportista piensa de la misma forma y por eso quiere jugar una final de un mundial. El día que eso llegara a pasar sabría que las puertas que alguna vez se le cerraron eran simplemente una guía de la ventana que se le abría para entrar a la gloria.
"Trabajo muy duro y quiero siempre lo mejor. Es importante tener disciplina y confiar en uno mismo. Cada error y cada momento feliz es vital para aprender".A Yoreli seguramente le quedarán muchas cosas por vivir, unas felices y otras no tanto. Pero tiene fe en que tendrá un lugar en la historia del deporte colombiano como una mujer que se entregó a la pasión de un deporte que le regaló un balón para demostrar que en la cancha la felicidad sí existe.