Cobertura casi total, pero resultados rezagados
El más reciente informe Panorama de la Salud 2025 de la OCDE reconoce que el 99 % de los colombianos tiene acceso básico a servicios médicos, un logro que sitúa al país entre los de mayor cobertura en América Latina. Sin embargo, advierte que la calidad y la eficiencia del sistema siguen por debajo del promedio del bloque.
La esperanza de vida en Colombia es de 77,5 años, 3,6 menos que la media de los países miembros. En mortalidad prevenible y tratable, las brechas son amplias: 304 muertes evitables por cada 100.000 habitantes, frente a 145 en la OCDE.
El gasto en salud, de 1.877 dólares per cápita, contrasta con los casi 6.000 de la media internacional, mientras la disponibilidad de personal médico se mantiene limitada: 2,5 médicos y 1,6 enfermeras por cada 1.000 habitantes. Aun así, el estudio destaca que Colombia tiene una de las tasas de suicidio más bajas (6 por cada 100.000 personas) y que solo 1,3 % de los ciudadanos percibe su salud como mala, frente al 8 % promedio.
El balance general es un sistema amplio, pero frágil: con acceso universal, pero presionado por falta de recursos y personal, y una satisfacción ciudadana de apenas 46 %, muy por debajo del 64 % de la OCDE.
El espejo económico: alta informalidad, baja productividad
En paralelo, el informe Perspectivas Económicas de América Latina 2025 confirma que la informalidad laboral sigue siendo estructural. Colombia ocupa el sexto lugar en la región con mayor proporción de hogares que dependen de ingresos informales.
Esto significa que más de la mitad de los trabajadores vive sin protección social ni estabilidad, lo que reduce la productividad y limita la financiación del sistema de seguridad social. Según la OCDE, el problema no es coyuntural ni consecuencia de la pandemia, sino una trampa de baja productividad y empleo precario que frena la convergencia económica con los países de mayores ingresos.
Centros Zasca: reindustrialización desde el territorio
Pese a este panorama, el organismo destaca una política que rompe con los enfoques tradicionales: los Centros Zasca, espacios de reindustrialización territorial que operan en 26 departamentos y surgieron gracias a la Cámara de Comercio de Bogotá.
En ellos, trabajadores informales, microempresas y emprendimientos comunitarios acceden a maquinaria, capacitación y asistencia técnica para escalar su producción.
La OCDE los clasifica como un ejemplo de “industrialización desde abajo”, donde la productividad se impulsa desde los territorios y no solo desde los ministerios. Esta estrategia busca transformar la economía informal en tejido productivo local y reducir las brechas entre regiones.
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Un desafío compartido
Los dos informes dibujan una misma conclusión: Colombia ha logrado incluir, pero no igualar. La cobertura en salud y las políticas territoriales de desarrollo avanzan, pero la calidad, la productividad y la sostenibilidad siguen siendo los puntos débiles.
La OCDE insiste en fortalecer la prevención y el uso eficiente de recursos en salud, mientras en economía recomienda políticas de formalización que integren innovación, educación y protección social.
Ambos diagnósticos apuntan a un reto común: garantizar que la ampliación de derechos sociales vaya acompañada de empleos estables y de un crecimiento más equitativo.
