Cuarenta años después de que el volcán Nevado del Ruiz borrara del mapa a Armero y a más del 80% de su población, el eco del desastre sigue resonando en los padres que aún buscan a sus hijos. Muchos de aquellos niños sobrevivieron a la avalancha, fueron rescatados con vida y luego desaparecieron sin dejar rastro, en medio de un proceso caótico de adopciones y desinformación estatal.
Una búsqueda que nació de la memoria
Francisco González perdió a su padre y a su hermano menor en la tragedia. Años más tarde, decidió dedicar su vida a rastrear a los niños desaparecidos. Desde la Fundación Armando Armero, González ha convertido su dolor en una causa de memoria y justicia.
Su investigación comenzó cuando trabajaba en un proyecto de reconstrucción histórica sobre el municipio desaparecido. “Mientras hacíamos entrevistas, la gente empezó a mostrarme fotos de niños desaparecidos. Al corroborar sus historias, entendí que había un patrón. Así nació otra investigación: la de los niños que se habían perdido o habían sido dados en adopción”, contó en diálogo con Kieyke.com.
El enigma del ‘Libro Rojo’ del ICBF
Uno de los mayores misterios de esta historia es el llamado 'Libro Rojo', un archivo que, según González, contiene fotos y descripciones de algunos de los menores rescatados, junto con los nombres de las personas a quienes fueron entregados.
Sin embargo, asegura que ese registro está incompleto y que muchos niños fueron adoptados bajo la figura de “hogar amigo”, lo que permitió entregas rápidas y sin control.
“El ICBF mostró ese libro como una gran investigación, pero realmente solo anotaron a algunos menores. Muchos otros salieron del país sin registro oficial”, explicó González.
El Instituto de Bienestar Familiar ha reconocido que no cuenta con los protocolos ni con información completa sobre las actuaciones que se realizaron durante el rescate y entrega de los niños tras la tragedia.
Cifras del olvido
De acuerdo con los datos recopilados por la Fundación Armando Armero, cerca de 500 menores fueron dados en adopción durante y después del desastre, tanto por vías regulares como irregulares. Muchos de ellos fueron llevados a España, Holanda, Suecia, Dinamarca, Canadá y Estados Unidos.
En la actualidad, la fundación tiene registrados 583 casos de niños desaparecidos. De esos, 71 han sido sometidos a pruebas de ADN con apoyo del Instituto de Genética Yunis Turbay, lo que ha permitido cuatro reencuentros confirmados. Otros casos han sido resueltos sin necesidad de pruebas genéticas, gracias a testimonios y coincidencias familiares.
“El banco de ADN es fundamental. Cada muestra puede ser la llave para unir familias separadas hace cuatro décadas”, señaló González.
Un legado que se volvió proyecto de vida
La búsqueda de Francisco González se transformó en una misión personal, pero también en una tarea colectiva de reparación. “Uno debe hacer cosas que le generen placer. Esto debió hacerlo el Estado hace 40 años, pero no lo hizo. A mí me llegó esta investigación y me gusta. No busco a nadie en particular, y eso me da objetividad”, dijo.
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Reconoce que hoy hay un cambio de actitud institucional. “El ICBF es otro organismo muy diferente al de hace 13 años. La actual directora, Astrid Cáceres, ha mostrado disposición de escucharnos y acompañarnos en eventos de memoria como ‘El olvido que seremos’”, agregó.
La deuda pendiente del país
Cuarenta años después, los “niños perdidos de Armero” siguen siendo símbolo de la tragedia y del olvido.
Mientras el país recuerda a las víctimas del volcán, familias enteras continúan esperando una respuesta. Para ellos, la búsqueda no termina hasta que el Estado reconozca que detrás de cada adopción irregular hay una historia truncada y una verdad por descubrir.
Fotografía de la Fundación Armando Armero.
Fotografía de la Fundación Armando Armero.
Fotografía de la Fundación Armando Armero.
Fotografía de la Fundación Armando Armero.
Fotografía de la Fundación Armando Armero.
