El presidente Gustavo Petro se pronunció este viernes sobre la renuncia de Laura Sarabia a la Cancillería, en un mensaje cargado de reconocimiento personal, agradecimiento político y también una advertencia moral. La reacción del mandatario llega un día después de que Sarabia, una de sus colaboradoras más cercanas, dimitiera en medio de una nueva polémica interna por el manejo del contrato de los pasaportes.
“Deseo a Laura Sarabia la mejor de las suertes”, escribió Petro en su cuenta oficial, antes de trazar un retrato personal y profesional de quien fue su mano derecha desde la campaña electoral. La describió como una figura “vital en la campaña por su orden y disciplina” y una “hormiguita organizadora”, contrastando su propio rol como orador y figura pública.
Elogios a su inteligencia y aprendizaje en el poder
El presidente no escatimó palabras para valorar las capacidades de Sarabia: “En el gobierno descubrí que tiene la inteligencia que capta con rapidez. La mente rápida que se enriquece con mucho estudio”. La frase parece no solo un reconocimiento a su exfuncionaria, sino también un intento por subrayar que su paso por el Ejecutivo fue formativo, tanto para ella como para el proceso de gobierno.
Sin embargo, lo más llamativo del mensaje es el giro ideológico que introduce Petro al hablar de “poner el corazón en los más pobres” y advertir contra la codicia, a la que llama “enemiga de la revolución y de la vida”.
¿Un mensaje cifrado?
Aunque Petro evita cualquier tono confrontacional, su mención a la codicia ha despertado diversas interpretaciones en el ámbito político. En medio de la controversia por el contrato de pasaportes —que Sarabia intentó prorrogar con la empresa Thomas Greg & Sons, en contra de lo que luego anunció el Gobierno—, algunos analistas ven en estas palabras una advertencia velada.
La renuncia de Sarabia ocurrió poco después de que el jefe de Gabinete, Alfredo Saade, anunciara la firma inminente de un nuevo contrato con una empresa portuguesa para la producción de pasaportes, contradiciendo públicamente la decisión de la canciller.
En su carta de renuncia, Sarabia explicó que se retiraba por “coherencia personal” y por no estar de acuerdo con el rumbo que ha tomado el Gobierno en ciertos temas. Aunque no mencionó directamente el contrato, el contexto de su salida deja poco espacio para dudas.
Una salida que deja huella
Sarabia fue una de las figuras más influyentes del círculo presidencial. A sus 30 años, pasó de ser coordinadora en campaña a jefa de Gabinete, luego dirigió el Departamento de Prosperidad Social, el DAPRE, y finalmente asumió la Cancillería. Su poder era innegable, y su salida marca una nueva fractura en la cúpula del Ejecutivo.
Petro, sin referirse directamente a las razones detrás de su dimisión, concluyó su mensaje con una mezcla de buenos deseos y una reflexión casi paternal: “Espero que hoy Laura sea una mejor mujer de la que era cuando me conoció. Buen viento y buena mar”.
El mensaje del presidente fue interpretado como un cierre respetuoso a un ciclo, pero también como una señal de distanciamiento. A diferencia de otros casos en los que ha salido a defender a sus funcionarios salientes, esta vez el tono fue más simbólico que político.
Por ahora, la Cancillería queda nuevamente acéfala, siendo este el tercer cambio en menos de un año. Mientras tanto, el Gobierno enfrenta la presión de resolver con claridad y sin más contradicciones el contrato de pasaportes, que ha generado una seguidilla de renuncias y tensiones internas desde 2023.
Con solo trece meses restantes de mandato, el presidente Petro tendrá que recomponer su equipo de trabajo en una de las carteras más sensibles, mientras busca mantener cohesión interna y recuperar gobernabilidad.
