Anteriormente habíamos hablado de cómo investigadores de la Universidad de Yale habían encontrado similitudes entre el comportamiento de monos y humanos en un mercado simulado, enseñando a los primeros a manejar monedas simbólicas que entregaban a cambio de comida. Finalizando la primera parte de ese post planteamos una pregunta ¿acaso los monos tienden a complicar las cosas tomando decisiones financieras equivocadas como nosotros?
Bien, a favor de los humanos hay que decir que en el experimento con los monos no se vieron evidencias de ahorro, y cada vez que entraban en el mercado gastaban todo su dinero, lo cual se vio agravado con la generación espontánea de latrocinio de tal forma que comenzaban a robar su dinero entre sí e inclusive trataban de quitarlo a los vendedores. Como en la mayoría de las culturas el robo siempre ha sido socialmente rechazado y castigado, los investigadores se preguntaron si podían introducir otros problemas similares que pudieran hacer colapsar dicho mercado, como ha pasado con los sistemas financieros inventados por los humanos donde se han tomado decisiones equivocadas.
Ya que la mayoría de nosotros suele entender mejor los errores cuando los comete, le invito a hacer un ejercicio sencillo.
Imagine que en este momento le entrego a usted un millón de pesos; 20 morados y hermosos billetes de 50 mil pesos. Tómelos, póngalos en su billetera y piense por un segundo qué hará con ellos, porque son suyos ahora y puede comprar lo que quiera, donarlos, ahorrarlos o gastarlos. ¿Parece genial no? Pero se pone mejor. Ahora puede ganar un poquito más con esta segunda opción: lanzaré una moneda al aire; si sale cara recibirá un millón más, si sale sello no recibirá nada. Es una oportunidad de ganar más, pero es bastante arriesgada.
También le tengo una tercera opción que es un poco más segura. Recibirá a la fija 500 mil pesos; los puede guardar en su billetera y usarlos inmediatamente. Trate de utilizar su intuición aquí, la mayoría de la gente iría por la opción segura diciendo ¿para qué arriesgarme si puedo obtener millón quinientos con seguridad? Esta parece ser una buena decisión, escojo la tercera alternativa.
Algunos podrían decir eso no es irracional, la mayoría de la gente es poco arriesgada ¿Y qué? Bueno, el "y qué" aparece cuando comenzamos a pensar el mismo problema planteado con una pequeña diferencia. Imagine ahora que le doy dos millones de pesos; 40 morados y hermosos billetes de 50 mil pesos; puede comprar el doble de lo que podía antes. Piense cómo se siente guardando el dinero en su billetera.
Imagine ahora que le doy otra elección, pero esta vez es un poco diferente, porque va a decidir cómo perderá su dinero, pero teniendo la misma posibilidad de elegir. Puede optar por una pérdida riesgosa, en cuyo caso arrojaré una moneda; si sale cara va a perder realmente mucho (no se sabe cuánto), y si sale sello no pierde nada, todo bien, como dice El Pibe. Puede también perder pero jugando a lo seguro, debe buscar en su billetera y darme de forma voluntaria diez de esos billetes de $50.000.
No me sorprendería si está poniendo una cara extraña, porque tal vez está pensando lo mismo que los sujetos del experimento. Cuando se presentan estas opciones la mayoría de las personas no eligen ir a lo seguro, de hecho tienden a correr un pequeño riesgo. La razón de que esto es irracional es que le hemos dado en ambas situaciones la misma opción: una posibilidad de 50/50 entre un millón o dos millones, o simplemente un millón y medio a la fija. Pero, la intuición de las personas sobre el riesgo a correr varía dependiendo de dónde comenzaron.
Entonces, ¿qué está ocurriendo? Bueno, sucede que ese parece ser el resultado de al menos dos tendencias que tenemos a nivel psicológico. Una es que tenemos gran dificultad para pensar en términos absolutos. Uno debe esforzarse para resolver el problema: una opción es un millón o dos millones; la otra es un millón y medio. En cambio, nos es muy fácil pensar en términos relativos como si las opciones cambiaran de una vez a la otra. Entonces pensamos cosas como: "Hum, voy a conseguir más" o "Hum, voy a conseguir menos". Esto está bien y es bueno, excepto que cambia en direcciones diferentes y realmente afecta al pensar si las opciones son buenas o no.
Esto nos lleva a la segunda tendencia, que los economistas han llamado aversión a la pérdida. La idea es que realmente odiamos cuando nuestro saldo cae en rojo, realmente odiamos cuando perdemos dinero, y esto significa que algunas veces cambiamos nuestras decisiones para evitarlo.
Lo que vieron en el último escenario es que los sujetos se vuelven arriesgados pues prefieren la opción que ofrece menos pérdida (quien quita que caiga sello y no pierda nada), lo cual significa que cuando estamos en una situación de pérdida nos volvemos más arriesgados, y esto puede ser realmente preocupante. Este tipo de cosas afecta de manera muy negativa en los humanos, por esto los inversionistas se aferran a las acciones a la baja por más tiempo, pues las están evaluando en términos relativos esperando que vuelvan a subir, y por esto también la gente en el mercado inmobiliario de Estados Unidos se negaba a vender sus casas durante la crisis, pues no querían vender a pérdida algo que les había costado mucho y ahora valía menos.
La cuestión que interesaba a los investigadores era saber si los monos mostraban las mismas tendencias cuando se les presentaban esos mismos escenarios en su pequeño mercado de monos, ¿harían las mismas cosas que la gente? Y eso fue lo que hicieron, les dieron opciones a los monos entre vendedores que eran confiables, es decir aquellos que hacían lo mismo cada vez, o con vendedores que eran un riesgo, que hacían las cosas de modo diferente la mitad de las veces. Les dieron opciones con bonificación, como el ejemplo que le propuse en el primer escenario; y tenían una opción más. También les plantearon situaciones donde experimentaban pérdidas, pensaban que obtendrían más de lo que realmente obtuvieron.
Les presentaron a los monos dos nuevos vendedores; ambos comenzaban con una uva y todo iba bastante bien hasta que les daban bonificaciones. El vendedor A significaba una bonificación segura; todo el tiempo entregaba una uva de más, dándole dos al mono. El vendedor B era una bonificación riesgosa; algunas veces los monos no recibían ninguna bonificación, y algunas veces recibían dos adicionales, una gran bonificación porque podían recibir tres uvas. Pero esta es la misma elección que usted acaba de enfrentar. ¿Quieren los monos realmente ir a la fija con quien va a hacer lo mismo en cada intento, o quieren ser arriesgados y tratar de obtener un bonificación riesgosa pero mayor, arriesgando la posibilidad de no obtener ninguna bonificación? La gente aquí fue a lo seguro. Resulta que los monos también fueron a lo seguro. Cualitativamente y cuantitativamente eligieron exactamente de la misma manera que la gente.
Usted podría decir, bien, tal vez a los monos no les gusta el riesgo; tal vez deberíamos ver cómo les va con las pérdidas. Entonces los investigadores hicieron una segunda versión. Se les presentaron a los monos dos vendedores que no daban bonificaciones; de hecho les dieron menos de lo que esperaban. Parece que comenzaban con una gran cantidad de uvas, tres unidades, y los monos estaban preparados para esto, pero sabían que los vendedores les iban a dar menos de lo que esperaban.
El vendedor A era una pérdida segura, cada vez tomaba una moneda y le daba a los monos solo dos uvas. El vendedor B era una pérdida riesgosa, algunas veces no daba pérdida, pero otras veces daba muchas pérdidas, tomando dos monedas y dándole a los monos sólo una uva. Y entonces ¿Qué hacían los monos? Nuevamente, la misma opción, podían ir a lo seguro para obtener dos uvas cada vez, o hacer una apuesta riesgosa y elegir entre una y tres. Lo más llamativo es que, cuando les daban la posibilidad a los monos ellos hacían irracionalmente lo mismo que hace la gente. Se volvían más arriesgados dependiendo de dónde comenzaron los experimentadores. Esto es una locura porque sugiere que los monos también están evaluando las cosas en términos relativos, y están tratando las pérdidas diferente de como tratan las ganancias.
¿Qué significa todo esto? Lo que han demostrado es que, primero, pueden darle a los monos moneda corriente, y harán cosas bastante similares con ella. Harán algunas de las cosas inteligentes que hacemos nosotros, algunas de las cosas no tan lindas que nosotros hacemos, como robar y otras. Pero también algunas de las cosas irracionales que nosotros hacemos. Sistemáticamente se equivocarán y de la misma manera que lo hacemos nosotros. Este es el primer mensaje para tener en cuenta: si llegó a pensar ¡cuando me vaya a casa voy a conseguir un mono capuchino como asesor financiero, son mucho más graciosos que el que tuve en Interbolsa! No lo hagan, probablemente el mono será tan tonto como el humano que tuvieron.
Por supuesto, la razón por la que usted se está riendo también es mala para los humanos. Porque los investigadores respondieron la pregunta del comienzo. Querían saber de dónde venía este tipo de errores, y comenzaron con la esperanza de que tal vez podían corregir nuestras instituciones financieras y corregir nuestras tecnologías para hacernos mejores a nosotros mismos. Pero lo que hemos aprendido es que estas predisposiciones pueden estar más profundas en nosotros. De hecho, pueden deberse a la misma naturaleza de nuestra historia evolutiva; ustedes saben, tal vez no somos sólo los humanos de este lado de la cadena los pendejos. Tal vez es pendeja la cadena entera, y esto, si creemos en los resultados del mono capuchino, significa que nuestras decisiones pendejas se están tomando hace 35 millones de años, lo cual es mucho tiempo para que una estrategia pueda ser cambiada, porque es muy, muy vieja.
Ahora, ¿qué sabemos de otras estrategias tan viejas como ésta? bien, una cosa que sabemos es que tienden a ser muy difíciles de superar. Ya saben, piensen en nuestra predilección por comer cosas dulces o cosas grasosas como las empanadas. No se puede simplemente dejar. Usted no puede simplemente mirar las empanadas y decir, "No, que cosa tan desagradable", a menos que esté vaciado.
La conjetura de los investigadores es que lo mismo va a suceder cuando los humanos estemos tomando diferentes decisiones financieras. Cuando usted vea sus acciones caer en picada, cuando esté viendo el precio de su carro al salir del concesionario o un par de años después, no será capaz de entenderlo. Esto significa que las predisposiciones que guían a los inversionistas a equivocarse, y lo que ha llevado a las diferentes crisis económicas, van a ser muy difíciles de superar; esa es la mala noticia.
Pero esperen, también hay buenas noticias. Los humanos no sólo somos inteligentes, nuestra inteligencia inspira al resto del reino biológico. Somos tan buenos para sobreponernos a nuestras limitaciones biológicas, como la ausencia de alas para volar, o de ojos poderosos para ver, que tenemos todos estos casos en que superamos nuestras limitaciones biológicas a través de de la tecnología y otros medios, al parecer con bastante facilidad. Pero debemos reconocer que tenemos esas limitaciones.
Y aquí vuelvo a la frase de Camus que cité al principio para que la tenga en cuenta; qué le vamos a hacer, si "el hombre es la única especie que se niega a ser lo que realmente es". La ironía es que sólo reconociendo nuestras limitaciones podremos superarlas realmente, aceptándolas y usando nuestra inteligencia para comprenderlas. Esa puede ser la única manera en la que seamos capaces de alcanzar nuestro máximo potencial y demostrar que realmente somos la "especie más inteligente del planeta".
@maobayona
www.infopsicologica.com
¿Cuándo fue la última vez que tomó una decisión equivocada? (II)
Mié, 04/09/2013 - 00:59
Anteriormente habíamos hablado de cómo investigadores de la Universidad de Yale habían encontrado similitudes entre el comportamiento de monos y humanos en un mercado simulado, enseñando a los pri