El vestido azul oscuro de pepitas camuflaba muy bien la cascada de sudor que me bajaban por la espalda mientras caminaba lentamente empujando el coche de Sol por las calles del West Village. Ya había llegado la primavera pero ese día yo me moría de calor. De repente sentí una brisa que en vez de refrescar sofocaba. Era un aire caliente y espeso que intentaba fallidamente levantarme la falda del vestido de pepitas, y que traía consigo la voz de un hombre que me hablaba.
"Are you italian?" Me volteé a ver quién era y ¡qué sorpresa…¡. Cuando me vi reflejada en sus pupilas "no, yo soy Colombiana" le dije emocionada. Era Steven Tyler.
Si yo fuera una de sus fans me hubiera enloquecido de ver a esta leyenda en mi órbita cotidiana, en la que sólo habitan mis amigos y los bebés de mis amigos, pero no, sólo me emocioné al imaginarme la cara de algunos amigos fanáticos cuando les contara a quien había conocido.
Abro paréntesis: ¿No es raro que a uno le emocione más contarle a un amigo que conoció a alguien famoso o importante mucho más que el mismo hecho de haberlo conocido? A veces pienso que todo lo contado tiende a ser mejor que lo vivido excepto cuando uno no puede contar lo vivido. Cierro paréntesis.
Su delgadez me sorprendió pero más aún su calidez. Él iba con un amigo y los tres seguimos caminando por el West Village como si nos conociéramos de toda la vida mientras Sol en silencio observaba la calle. Me contó de su último concierto en Colombia, yo le conté que nunca había ido a sus conciertos.
Él me contó que le gustaban mucho las colombianas, yo le conté que a mí los colombianos no tanto. Añadió que no tomaba mucho café y yo le dije que yo tampoco. Los dos nos reímos aunque no fuera chistoso.
Después de caminar varias cuadras y de hablar sobre la mamá de Sol nos tomamos unas fotos, nos despedimos de beso en la mejilla y cada uno siguió su rumbo.
La órbita de las leyendas del rock y la mía nunca se cruzan, ni siquiera están en la misma galaxia, pero ese día algo pasó y nuestras órbitas se entrelazaron. Fue romántico, al estilo neoyorquino, en el que todo pasa en una milésima de segundo pero dura toda la vida.
Dos cosas: primera, el vestido de pepitas es un poco de mamá porque me lo regaló mi mamá. Segunda, supe de la existencia del perrito cuando llegué a mi casa y vi la foto.
El día que conocí a Steven Tyler
Sáb, 24/08/2013 - 01:14
El vestido azul oscuro de pepitas camuflaba muy bien la cascada de sudor que me bajaban por la espalda mientras caminaba lentamente empujando el coche de Sol por las calles del West Village. Ya había