La consagración del asesinato [en la televisión]

Mié, 19/03/2014 - 10:19
”Creo que la conciencia humana es un trágico paso en falso en la evolución. Llegamos a ser demasiado conscientes de nosotros mismos. La naturaleza creó un aspecto separado de sí misma, por
”Creo que la conciencia humana es un trágico paso en falso en la evolución. Llegamos a ser demasiado conscientes de nosotros mismos. La naturaleza creó un aspecto separado de sí misma, por eso, somos criaturas que no deberíamos existir por ley natural. Trabajamos bajo la ilusión de tener un yo; una acumulación de sentidos, experiencias y sentimientos, programados con total garantía de que somos alguien, cuando en realidad no somos nadie. Tal vez la cosa más honorable por hacer de parte de nuestra especie es negar nuestra programación, dejar de reproducirnos, caminar de la mano hacia la extinción. Una última media noche, donde los hermanos y hermanas opten por un trato injusto. " Rust Cohle – True Detective Puede que usted sea de los míos o que yo sea de los suyos. De ese amplio sector humano que sienten una fobia casi visceral a las producciones nacionales que ocupan las franjas de programación en especial de lo que en el medio se llama el “prime time”. Pero a su vez dedique muchas horas de su vida a devorar los prime time empaquetados de otro país, lo que aquí llamamos “series” y algunas al ser fusiladas a un guion local terminan convertidas en telenovelas. En otras palabras, usted es de series o de novelas y ruego a todos los dioses carentes de sangre que no sea de ambas pues entonces déjeme decirle que está perdiendo gran parte de su vida aplanando su culo frente a un televisor o hirviendo sus genitales bajo la radiación de un computador. Hablaré como lo que soy: un bueno para nada. Un devorador de series, un estudiante de ciencias sociales y un crítico de la mierda que nos dan para maquillar la realidad, pero no soy como esos mamertos recalcitrantes que pelean hacia los medios masivos de comunicación “capitalistas y neoliberales” desde los mismos medios masivos de comunicación –como Facebook o twitter- sino como una voz que clama en el desierto para que la mierda con la que podamos maquillar la realidad sea de calidad: cremosa y densa. En los últimos años la vida televisiva internacional ha dado un giro en los vientos de las historias. Puede ser por la necesidad de satisfacer una generación en su mayoría nihilista, la cual abandonó el sueño de tener 5 amigos en cada plano de su vida con el cual compartir y ser felices en su cotidianidad y busca en las series un escape a la realidad donde por 5 años de estudio debe pagar 15 años de su vida, habita en un cubículo ¾ partes de su vida y la deficiencia en el almuerzo corriente produce una acidez en el pecho que ni el mismo sagrado corazón de Jesús en los días de su mejor llamarada habría podido producir. La cotidianidad nos impulsa a ser obscuros, asesinos elaborados pero sin el carácter suficiente para serlo y tal vez en parte por el miedo inculcado por los medios de comunicación a ser el loco que entra en unas oficinas con un rifle de asalto y acaba con todos sus compañeros de trabajo. El espíritu de preservación se imponen a las pulsiones de tomar sangre y las cadenas televisivas lo saben es por eso que aprovechan las últimas horas antes de ir a dormir de las personas para satisfacer su sueño de sangre y el poder de posesión sobre la vida del otro. El culto al asesino en la televisión ha llevado a realizar grandes producciones no muy extensas pero si densas donde permiten ver a través de las mismas la composición del tejido social, sea desde un escritor con ansias de matar (the following) un grupo de sobrevivientes frente a millones de asesinos ya muertos (the walking dead) o una serie de asesinatos cubiertos bajo la mística y la política (true detective) nos permiten dilucidar un sentimiento común: la autodestrucción y la supervivencia como los nuevos ideales románticos. La relación de estas no escapa de ser un problema sociológico, una apuesta por la victoria de las antítesis de los valores inspirados por los padres a una generación sin una gran guerra o una depresión económica considerable, en otras palabras una generación hija del grunge, de los libros de Palahniuk y Bukowski del amor hacia épocas pasadas pero con el apego por la tecnología del ahora, sin el reconocimiento al sabor de la muerte en la boca: a sangre, mierda y tierra. Desde luego la televisión como un producto manejado bajo los estándares sociales de grandes dueños del capital cultural y económico no pretende liberar la bestia en todos los espectadores así como ilustrar de una manera pedagógica el mejor estilo para cercenar, causar dolor y tomarse la vida del otro. Es por que en el mismo respiro incluyen un discurso donde la salida a esta catarsis sangrienta es el auto sacrificio como si fuese una virgen entregándose a las manos de un sudoroso poseedor, como un sacrificio por seguir los pulsos, por ver el color de la sangre y por simplemente pararse y demostrar su descontento de la forma que genera unos activos en las cuentas de empresarios, productores y escritores. ¿Hasta dónde llega la ideología del sacrificio y la mutilación al otro? Simple, hasta donde sus rasgos fenotípicos lo permitan. No se puede permitir mostrar el sacrificio de un personaje con barba y turbante como una escapatoria a un mundo cruel donde le ha sido robada toda esperanza bajo unas normas religiosas impuestas pero si es romántico mostrar a un asesino que viola bajo las ordenes de culto a Satán o de un escritor que mata jóvenes estudiantes para salir de bache creativo al auto-torturarse leyendo las magníficas obras de Poe. Esto nos lleva a replantearnos si el florecimiento de las historias bizarras y asesinas es en verdad un ejercicio de escape o más bien una producción occidental para afianzar la diferencia entre el otro –no-occidental- y los siempre arrogantes y custodios de la democracia occidentales. Si es así estamos frente a un aparato político excepcional donde nos están disfrazando personalidades típicas de patriotas de occidente en mentes anárquicas obsesionadas por la destrucción de un sistema y la supervivencia frente a la caída del mismo. La característica camaleónica de los discursos es la respuesta para ver como ahora se destina gran cantidad del presupuesto de los programas de tv no en actores ni locaciones sino en ávidos escritores, pues un guion pulcro y derivado de nociones de antaño ejerce la misma fuerza en los sujetos que un niño de mejillas rosadas ondeando una bandera de libertad bajo cuerpos apilados en la lucha por un ideal. @andres_lugos
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