
"El entendimiento del comensal, hacia las nuevas cocinas y lo que pasa dentro de ellas, va a tomar unos años. Como siempre lo he dicho, hoy pasan cosas que llegan inexplicadas a la mesa y este es un nuevo reto para los actores de la gastronomía”.
Mi experiencia en el restaurante “El Chato” comenzó muy bien. Una pequeña recepción, una iluminación algo tenue y una imponente y generosa barra en el centro. Elegí una mesa con un poco más de iluminación, -“preferiblemente cerca a la ventana”, le dije al mesero-, ya que me gusta ver lo que voy a comer y tener la vista 20/20 no es precisamente uno de mis talentos. El Chato, es un restaurante que está en el puesto 7 de los “Latin America´s 50 best restaurants 2019”. En mi concepto y en lo que pasa con los restaurantes del país, no puedes sobrevivir únicamente del esnobismo que hoy nos invade. Los buenos sabores y la gastronomía honesta, logran mantener a un restaurante vigente en el mercado. Esta historia comenzó cuando llegó Esneider, “el mesero”, con las cartas; digo cartas porque una era de licores y otra de platos. Mi alegría es inmensa cuando el mesero pregunta si deseo un aperitivo. - ¡Por supuesto que sí! La gente debería hoy entender que un aperitivo, en el gusto y para la experiencia, sirve para limpiar el paladar y lo prepara para recibir salinidades (sal), texturas, grasas o cualquiera que sea el alimento con el que se va a comenzar. En otras palabras, tomarse un yogur antes de un corte de carne, no va a ser del todo gustoso ya que el paladar quedará con rastros poco adecuados para el plato. En esta oportunidad, mi experiencia comenzó con un “Aperol”; fresco, con un tono naranja impactante y su sabor particular con baja acidez y unas notas amargas suaves que en conjunto hacen de este un coctel espectacular y un gran aperitivo. Pedí un corto menú degustación que ofrecen en su carta. 4 platos, 4 tiempos y era lo más adecuado para descubrir los sabores y por supuesto, el talento de su creador. Es importante entender que la alta cocina y algunos “menú” degustación, no son para “tanquearse” de comida. Es una experiencia para el paladar, es la obra que ha compuesto su cocinero; son los sabores armados al gusto y al retrogusto para descubrirlos y disfrutarlos. Llegó el primer plato. Lo llevaron muy pronto para mi gusto ya que tan solo habían pasado unos 5 minutos y tenía un coctel frente a mí. Es importante que el mesero tenga presente los tiempos del aperitivo. El primer plato fue un Cangrejo: (Chips de arroz negro, puré de aguacate, mango y mayonesa picante). En la tesis que escribí acerca de la gran revolución del servicio a la mesa, hablo acerca de esto. La descripción del plato debe ser importante. Este primer plato fue espectacular. Lo primero fue su aroma cítrico y notas leves a vinagre que prevenían al paladar con algo fresco y limpio en su sabor. Luego su sabor: Llamaron “chips” a aquella textura del arroz deshidratado. Es crujiente y luego en boca se siente un sabor a mazorca que se asoma de forma parca y elegante. La forma de comer estos chips es poniendo encima lo que se ocultaba debajo de ellos. Aguacate, cangrejo, mango y todo armado en un equilibrio impresionante que al tocar el paladar, mezcló lo crujiente con lo cremoso y sus sabores combinados lograron notas frescas en boca. Es un plato al clima, no dejó mayor retrogusto. Las notas picantes se hicieron sentir en la parte superior del paladar y ahí reposaron hasta que un sorbo de aperol las eliminó. Al final tuvieron un sorpresivo maridaje.


