@AmauryNG
En esta ocasión, mi entrada en el blog corresponderá al anhelo de rememorar, de algún modo, a ese gran maestro, hombre de tablas, con el que tuve la fortuna de compartir un activismo político absolutamente enriquecedor: Rodrigo Saldarriaga. Falleció el 22 de junio pasado, y en el presente texto rendimos homenaje quienes lo acompañamos y tenemos la fortuna de contar con su legado. Este es el mensaje en nombre de la Juventud Patriótica en el homenaje póstumo realizado en Medellín el pasado 26 de junio. Gloria eterna a su memoria.
En Medellín y en Antioquia se forjó un gran pionero de la confección del teatro de gran calidad, de un arte que estuviera al alcance de todo el público antioqueño. Su obra ayudó a limar, en cuanto al acceso al arte, las profundas inequidades existentes en Colombia. Se le oía decir con frecuencia que ella se nutría de las gentes y su propósito era servirles. Es un teatro del pueblo y para el pueblo.
Defendió que las grandes obras, conquistas del pensamiento humano, hoy encumbradas por las élites y mostradas como un bien suntuario, deben y pueden estar al alcance y disfrute del conjunto de la población para lograr su emancipación social y humana. Su obsesión fue lograr comprender y difundir una cultura universal.
La juventud colombiana, inconforme con el dominio imperialista sobre nuestra nación, seguirá el ejemplo de Rodrigo, fundir su proyecto de vida personal a la emancipación plena de la nación. Honraremos su vida y obra redoblando esfuerzos por alcanzar una patria libre y soberana como él se lo propuso.
Las canas y arrugas que llegaron con los años nunca permearon su capacidad de trabajo ni su hálito vital para lograr la profunda transformación que Colombia requiere. Hoy podemos afirmar que su impronta irreverente orientó cada uno de sus pasos en las artes, la cultura, el teatro, la enseñanza y como no, en sus tareas partidarias.
Parafraseando a Rodrigo, estos nietos disfrutaremos nuevamente con Esquilo, con Shakespeare, con Strindberg y con Bretch, y el teatro y la revolución serán el listón más alto del pensamiento como lo han sido siempre. Habrán pasado los oscuros días de la ignorancia y de los desesperados desencantados del pensamiento. Y Rodrigo estará ahí, porque al cerrar los ojos el mundo no desaparecerá.
En efecto, hoy podremos decir que Rodrigo y su legado, son el mundo mismo, y a su vez, el mundo mismo es y será Rodrigo Saldarriaga.
