En estos tiempos de Jen Selters y de gente que muestra a cada rato sus logros “fitness” en Instagram a través de fotos bobaliconas, es increíble ver que el peso de alguien –sea muy gordo o sea muy flaco- sea objeto del escarnio y juzgamiento público. Quizás la afirmación de Platón (en su interpretación más superficial) se siga aplicando a los tiempos modernos: “Lo bello es lo bueno”. Porque en esta época se ve el tamaño del trasero, las caderas y el estómago como algo moral. Si los tienes como el estándar manda, tú “te amas”, y por ende puedes ser amado, aceptado, y serás más exitoso que nunca.
Siguiendo este razonamiento, si te alimentas de papas fritas y tampoco tienes dinero para comida orgánica, si sabes que jamás podrás verte como una Giselle Bundchen o un Michael Fassbender, estás condenado a estar en el lado de los “perdedores” que jamás tendrán una pareja como quieren, el dinero que quieren y el trabajo que quieren[1]. Es decir, serás como el 80% de la humanidad. Vaya lógica.
En el caso de la obesidad, no la defiendo: sé los líos que trae. Subes una escalera y ya quieres morirte. Puedes ahogarte durmiendo (se llama apnea del sueño). Te cansas más rápido. Sin contar, claro, todo el matoneo social por parte de los que creen que ser redondo es como tener lepra: Tu madre te dice que jamás conseguirás a nadie (como tu padre), tus tías te dicen que jamás conseguirás a nadie (como sus maridos), el niño de la escuela que te gusta te rechaza, y siempre hay alguien que quiera compensar sus miserias burlándose de ti, comparándote generalmente con la ballena Willy o una bola de sebo. Pero lo que no saben, es que la gente no es obesa “porque quiere”.
De hecho el drama sigue cuando eres adulto: todo el mundo te señala “lo mal que está” que seas gordo, lo mal que está que no quepas en los jeans de talla 10 (incluso 2, esos son los absurdos estándares de la moda)[2] y lo mal que está que “no hagas nada por ti mismo”. Porque ya saben, “quererse” es “verse bien” según un estándar irreal, y si uno no se quiere tiene la letra escarlata pegada en la talla de sus pantalones. Y yo solo pregunto: ¿Por qué el tamaño de mi trasero tiene que ser asunto de todos?
Tal vez no solo es un asunto de todos, es un asunto político, si hablamos de lo que se ha venido dando en la moda en los últimos años, pero también, terriblemente paradójico: Mientras nos señalan por nuestro peso, aparece en pleno la “revolución” plus size.[3] Hay modelos ‘plus-size’, blogueras ‘plus size’, chicas de Instagram orgullosas de sus cuerpos[4], chicas que responden al matoneo defendiendo su peso[5] y como cereza del pastel, aparece Candice Huffine en el calendario de Pirelli[6], hecho al que se le ha dado todo el bombo posible.
Oh, sí, vean qué “gran logro” es que aparezca alguien como un gran porcentaje de la población en el calendario de los deseos masculinos por excelencia. Qué conmovedor es que por fin la visión masculina “valide” a una chica como Candice, porque así habrá un cambio.
Pamplinas.
A mí – como a muchas otras- no me sirve de nada que aparezca Candice en Pirelli si cuando voy por la calle me tratan de “Barbichona” o algún idiota con complejo salvador me dice “baja de peso para que no te quedes sola por la vida”. Tampoco me sirve que Candice luzca su hermosa fisonomía si cuando hago cosplay me matonean a lo grande, como les suele suceder a muchas en Comic Cons y páginas de Internet[7]. Y mucho menos me sirve que Tara Lynn haga una editorial en Vogue Italia cuando en Colombia quiero algo que no me haga sentir como un elefante vestido con tapices y que más bien me dé la posibilidad de expresarme como me venga en gana: Si quiero ser sexy, pues sea, si quiero ser otra cosa, pues sea. Pero que estas prendas no me rotulen como “gorda”.
Las marcas no han entendido que somos más que eso. En Colombia (y en toda Latinoamérica) la situación es tan deprimente, que las que quieren vestirse bien tienen que recurrir a Internet o a la creatividad. Y con el bolso de diseño o con su Twitter dar carterazos verbales al primer ocurrente que se burle de su peso, como si ser gordo, al igual que ser negro o gay fuese un insulto.
Sí, la idiotez sigue latente. Y en el caso de las gordas, a pesar de todo el “boom” por las mujeres “reales” (palabra totalmente absurda para describir a buena parte de la población[8]), todo sigue igual. Las gordas ahora solo sirven para vender revistas y ropa, tal y como hicieron con Kim Kardashian y Lena Dunham en Vogue, al ponerlas en portada porque estaban “ de moda”[9]. Y tal y como a ellas, todo lo hacen, en la mayoría de los casos, porque es lo políticamente correcto. Porque así verán que las publicaciones y las marcas son “incluyentes”, y las felicitarán por estar al corriente de los tiempos. Puro lobby y puro mercado, cuando lo que viven muchas mujeres obesas y con sobrepeso es otra cosa en la vida real.
Se siguen haciendo chistes imbéciles. Y en televisión y cine, a excepción de unos pocos honrosos papeles,- con mención de honor a Melissa McCarthy-, las gordas siguen siendo las tontazas comelotodo sin autoestima que fundan su amor sin esperanzas en el cretino más guapo del lugar. Y eso no es nada: en la revista femenina se puede ver un artículo con la modelo plus size en la foto y que alabe completamente las curvas, pero ojo, no puedes comer queso por el resto de tu vida o tendrás las piernas del tamaño de un tronco de árbol. El acabose.
Cada quien tiene el derecho a verse como se le dé la gana, y hay muchos factores que inciden para que cada quien sea como es. Entonces, ¿por qué seguir cultivando la ignorancia de una manera tan vana?
Quizás esto ya lo sabíamos. Pero para cuando el sistema entero de la moda, los medios, y la sociedad entienda que hay toda una historia detrás de una imagen que está más allá de las que imponen, pasarán años. Y también mucho entendimiento por delante.
@LuxandLan
Notas aclaratorias.
[1] El último estudio que nos habla de cómo el darwinismo social en la ciencia es "the new black", va por cuenta de la Universidad de Cincinatti, que afirma que los guapos se enferman menos y viven más. Aquí va el link: http://bit.ly/1yW7pyZ
[2] Cuando MNG sacó su línea plus size llamada "Violeta", se consideraba la talla 40 española como "grande", sabiendo que esta es la media española. Eso no es nada. Sabiendo la locura y el desorden de muchos fabricantes con respecto a las tallas, en España y Argentina, hace pocos años, se hizo una "ley de talles", para uniformarlo todo (pues esto causaba problemas de dismorfia corporal, y por ende ya era un asunto de salud pública). No funcionó. Y por otro lado, a Robyn Lawley le dicen que es una modelo 'plus size', pero sus fotos dicen otra cosa. Vean la polémica: http://cnn.it/1pUuQbe
[3] De 2008 hasta la fecha se ha dado una tendencia en el mundo de la moda: Incluir a las mujeres con curvas, y con sobrepeso e incluso obesidad en el sistema de la moda. Vogue Italia hizo lo suyo en 2011, con su sección "curvy", y desde mucho antes, mujeres amantes de la moda y con talla grande, crearon el movimiento de las "fatshionistas". Algunas de ellas son blogueras bastante conocidas y han promovido la creación de ropa para mujeres de talla grande. En Estados Unidos, de igual manera, creció este mercado. En Colombia hay solo blogueras de moda que marcan tendencia, como Fat Pandora y La Pesada de Moda, entre otras.
[4] Instagram estuvo en problemas cuando borró la foto de la cantante angelina Megan Thonjes, quien posteó una imagen de su trasero en esta red social. Ella creó toda una oleada de reacciones en su favor. Lo mismo pasó con Sam Newmann, quien posó en ropa interior y la red social borró sus fotos.
[5] Stella Boonschoft fue insultada por subir fotos de sí misma en ropa Interior. Ella respondió de manera contundente. Pero no ha sido la única. Les pasó también a Lena Dunham, a Melissa McCarthy y a Gabourey Sidibe, que solo dijo que "lloraba en su avión privado rumbo al trabajo de sus sueños".
[6] La modelo Candice Huffine es la nueva imagen del calendario Pirelli 2014, caracterizado por mostrar imagenes aspiracionales y deseables de mujeres sexualizadas.
[7] Fue famoso el caso de la cosplayer Caitlin Seda, quien al personificar a Lara Croft y al tener sobrepeso, la matonearon a lo grande. De igual modo, esta famosa imagen del Comic Con 2013 refleja lo que muchas cosplayers, gordas y flacas, sufren al ser juzgadas por su talla y no por la calidad de su traje.
[8] La mitad de la población colombiana femenina tiene sobrepeso. Ni qué decir de los otros países. En serio, ¿con qué estándares juzga esta gente?
[9] Fue muy comentada la aparición de Kim Kardashian en Vogue, lo mismo que la de Lena Dunham. Las dos representan la "antimoda" por excelencia, una por su ostentación. Otra por su evidente desaliño. Pero Anna Wintour alegó que las puso en portada por representar "el espíritu de los tiempos"