365 días de zozobra

Este 7 de agosto comenzamos el último año del peor gobierno de la historia reciente de Colombia izando la bandera a media asta en señal de luto por los soldados caídos, víctimas de los terroristas que se han aprovechado de las negociaciones en Cuba para incrementar sus ataques a un ejército sin mando. Ante esta situación hay que tener presentes las palabras del general Harold Bedoya: “Un pueblo que no defiende a su ejército puede quedarse sin ejército” y por lo tanto sin quien garantice la democracia. Son 365 días que se ciernen llenos de zozobra. Si de manera inesperada recibimos el anuncio, muy a la manera de Petro o de Maduro, de la venta de Isagen e inmediatamente nos enteramos que se conforma una mesa para entregarles el Catatumbo a las FARC, qué podemos esperar del año que se inicia si esto es cosa de todos los días. Con sólo pensarlo me lleno de inquietud. “Los acontecimientos venideros proyectan su sombra por anticipado”, dice Goethe en una cita que encontré en El retorno de los brujos. Leer este libro me causa escalofríos mientras contemplo el tenebroso panorama de nuestros pueblos que encaja perfectamente en el “realismo fantástico” de la historia contemporánea al que hace mención Louis Pauwels y Jacques Bergier, autores del libro. Considero que el socialismo del siglo XXI en América Latina merecería un capítulo tan largo como el dedicado al nazismo. “A nuestro alrededor existen sacramentos del mal, como existen sacramentos del bien. Nuestra vida y nuestros actos se desarrollan en un mundo insospechado, lleno de cavernas, de sombras y de moradores crepusculares”, dice Arthur Manchen en otra cita. Desde esta perspectiva quisiera soñar que la llegada de Francisco será tan benéfica para estas tierras como lo fue la de Juan Pablo II para Europa del Este. Cuándo en casa los niños están silenciosos, la mamá se pregunta con inquietud por lo que traman sus hijos con los amigos. Me pregunto qué estarán tramando los hermanos Santos con los hermanos Castro y si estarán incluidos en sus juegos otros compañeros como Maduro, Correa, Evo, Cristina, Ortega y otros que se han tomado la mayor parte de América Latina. Estos cleptócratas son de temer y más cuando los unen tantos oscuros intereses. Si en un año de silencio tramaron las negociaciones con el terrorismo en Cuba, podemos esperar cualquier cosa de ellos cuando ya entramos a la recta final de su mandato: la del desespero, del desgaste y del afán de continuismo para consolidar sus perversos planes y ocultar los terribles resultados de sus juegos políticos que han causado tanto daño a nuestra sociedad dejando un balance desolador, así nos lo quieran mostrar los medios de otra forma. Hasta Plinio Apuleyo Mendoza, quien ha sido tan cercano a los intereses de los medios, se indigna ante las mentiras que propugna el gobierno con total cinismo. Haciendo un rápido recuento de lo que ha ocurrido en el país en estos tres años nos encontramos ante una crítica realidad. Plinio dice: “Ante esta realidad comprobada, incuestionable, nos sorprenden cada noche en los noticieros los arrebatos publicitarios del Gobierno. `Estamos transformando a Colombia´, tal es su vanidoso lema”. No me ha correspondido vivir un momento más grave como el que está pasando nuestra nación. Desde el comienzo de este mandato me he preguntado insistentemente si el mal gobierno y las decisiones tan torpes son fruto de la incapacidad o si hay razones oscuras para ello. Al escuchar en una entrevista reciente de Fernando Londoño a María Corina Machado -una verdadera heroína de nuestro tiempo- escuché una preocupante respuesta: el descalabro de Venezuela ha sido intencional. Traicionando las ideas de Simón Bolívar, quien de manera profética previno a nuestros pueblos de cuidarse de caer en la anarquía que nos conduciría al despotismo, Venezuela ha sido llevada hacía allá con premeditación. No es el resultado de las equivocadas políticas de unos incapaces sino todo lo contrario: está conducida por siniestros personajes que saben muy bien lo que están haciendo. En Colombia estamos pasando por lo mismo y no podemos olvidar que el destino de estos dos pueblos están unidos y que si los venezolanos requerirán hacer un enorme esfuerzo para reconstruir su país, nosotros también. Si los hermanos Santos hicieron tantos desastres cuando jóvenes jugaban a ser los revolucionarios del norte con la revista Alternativa y otros juguetes, qué será ahora que llevan tres años en el poder al que se hicieron utilizando la intriga, la mentira y la traición y en el que piensan instalarse por largos años pero los colombianos no lo permitiremos.