Adiós al Negro Mendoza

Vie, 17/01/2014 - 04:36
Antes de comenzar a desarrollar esta columna, que es más un tributo que un editorial de los que usualmente escribo, quiero desear al lector un venturoso 2014 lleno de sueños cumplidos, propósitos m
Antes de comenzar a desarrollar esta columna, que es más un tributo que un editorial de los que usualmente escribo, quiero desear al lector un venturoso 2014 lleno de sueños cumplidos, propósitos materializados y muchos sueños hacia delante. También quiero aprovechar para agradecer al Señor por un maravilloso final de año, por la Fundación Colombia con Memoria, por el apoyo irrestricto de mi madre y amigos en busca del reconocimiento de las víctimas del narcoparamilitarismo y porque nuestra argumentada lucha comienza a dar resultados tangibles en materia de verdad y reparación; seguimos trabajando por la justicia que aun no vemos. Fue un año de trabajo serio y juicioso que sirvió de punto de partida para que, 24 años de impunidad después, -aunque parezca paradójico- nos da la oportunidad de comenzar una gesta más persiguiendo el otorgamiento de las garantías que nos asisten como víctimas del conflicto colombiano. Tengo fe en que este año la fiscalía va a dinamizar en debida forma el proceso de la masacre Avianca y mi compromiso frente a este caso lo hice público en Soacha (Cundinamarca) el pasado 27 de noviembre cuando en memoria de nuestros seres amados asesinados en ese acto terrorista, sembramos 107 árboles en una propuesta de verdad, justicia, reparación y sobre todo reconciliación. Por esto fui a la tierra natal de mi padre a darle gracias al Señor de los Milagros de Buga por no habernos dejado desfallecer ni perder la esperanza y la fe en un mejor país. Nunca bajamos la guardia y hoy más que nunca la mantendremos arriba trabajando con ahínco por las víctimas. Tristemente no todo ha sido en estos últimos meses motivo de celebración y agradecimiento, aunque sobre lo último sí tengo que ser grato con Dios. Tengo que estar muy agradecido por el privilegio de haber contado con un maravilloso ser en mi familia, tal vez uno de los más cálidos y sensibles de mi núcleo. La mayoría de las veces no entendemos las razones que Dios tiene para la partida de quienes amamos e inclusive nos formulamos una serie de cuestionamientos existencialistas y filosóficos que de manera atrevida ponen en duda la divinidad y sus procesos de vida. El 6 de junio de 1927 en las épocas de la Bogotá galante nació Roberto Mendoza Cuéllar. Murió en la misma ciudad el pasado domingo 12 de enero. Padre de familia como ninguno, amoroso esposo y gran profesional. Como abuelo fue sencillamente fascinante; un hombre lleno de historias lindas por contar y de las cuales aprendí mucho. Su calidad, calidez y elegancia en todas sus maneras siempre han sido un derrotero importante y un muy buen ejemplo y modelo de conducta a seguir. Se destacó por su aporte también a un mejor porvenir; lo hizo desde la academia como catedrático de las universidades Nacional, Santo Tomás, Jorge Tadeo Lozano y Central. Otro aspecto que hizo vibrar los corazones de sus seguidores fue su militancia en el Independiente Santa Fe, el primer campeón del fútbol colombiano hace 65 años. Fue justo en su club en donde lo bautizaron deportivamente con el nombre de “El Negro Mendoza”, aunque este remoquete lo llevaba de tiempo atrás. Como se decía en la época del Dorado, mi abuelo jugaba de “Back central” y fue un deportista de alto rendimiento en el balón pie y en el atletismo local. Quiero compartir unas imágenes de su época de jugador y hace un año en su época de hincha, para honrar su memoria y detener el tiempo el mejor de los recuerdos de mi abuelo adorado. Negro Mendoza, Kienyke   La primera foto fue en un partido de Santa Fe contra el Cúcuta Deportivo. En ese encuentro Santa Fe ganó 4-1. El último gol lo anotó El Negro Mendoza de tiro penalti. En la foto está ubicado en el quinto lugar de la fila inferior de izquierda a derecha. Esto fue en septiembre de 1944. La segunda fue una toma del exjugador pero ferviente hincha el día que su club dio la vuelta olímpica por séptima vez. Le aprendí a mi abuelo que nunca hay que perder la fe. Fue un final y comienzo de año con un sinfín de sabores algo indescifrables asentados en un baño de gran policromía emocional. Ganamos algunas batallas en 2013, pero perdí uno de mis mejores soldados comenzando el 2014. Aunque realmente gané un ángel guardián más en el cielo. Te llevaré siempre en mi alma y en mi corazón Negro lindo. Te amo mi abue hermoso. @colconmemoria presidencia@colombiaconmemoria.org 
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