¡Primer día del año! Me siento como el primer día de colegio cuando uno estrena cuaderno y lo abre para enfrentar hojas limpias, blancas, impecables… Frente a ese reluciente papel impoluto, uno se auto impone llenarlo sólo de cosas buenas, con una caligrafía pareja, con los apuntes de clase perfectos, con orden y rigor, sin manchas, sin tachones, sin enmendaduras…
Claro, ese mismo cuaderno al final del curso es un horror, está lleno de todo lo que nos proponíamos evitar; es más, difícilmente se lee en forma coherente, las notas no tienen secuencia, la escritura es descuidada, errática. Poco queda del material inicial porque al final está hecho como la vida, lleno de tachones y equivocaciones sin remedio.
Así es cada vez que nos enfrentamos a un nuevo año, los propósitos son mejores que las realidades. Los días pasan y los vamos llenando de hechos que nada tenían que ver con nuestros ideales de vida. Para quienes nos enfrentamos a un medio de comunicación, este primero de enero también trae el reto de llenar cuartillas limpias con opiniones claras, objetivas y sin equivocaciones o enmendaduras.
Esos son los propósitos, pero las realidades son otras. Terminaremos el 2013 llenos de incoherencias, errores, juicios equivocados y uno que otro acierto, por supuesto. Somos periodistas, pero también seres humanos y los días nos atropellan como atropella la basura a cualquier Petro.
Consciente de esta realidad, hoy primero de enero quiero hacer un solo buen propósito y es el de seguir comentando aquí en K&K hasta que me dejen, escribir sobre los temas que me gustan, escribir cómo creo ver las cosas, sin esperar la aprobación o el aplauso. Hablar de lo que es inevitable, “a-propósito” de cosas sobre las que voy a tener opiniones y juicios. No voy, no puedo y no quiero hacer ningún compromiso adicional, porque de seguro no lo cumpliré.
No puedo comprometerme, por ejemplo, a no criticar a Santos, aunque él asegure que está haciendo un “buen gobierno”. Tampoco puedo imponerme la conmiseración por Chávez por estar en un transe doloroso, porque no se me olvidarán los atropellos cometidos. De ninguna manera me comprometeré a defender las medidas improvisadas de Petro, aunque sea un hombre venido de la izquierda, pues comete sus errores con la izquierda, la derecha y sobre todo con los pies.
Hacer esos compromisos sería parecerme a los fumadores, que el 31 de diciembre, a media noche, aseguran que van a dejar el vicio, y no lo dejan. Para mí es un vicio escribir, hablar o hacer caricaturas de los dirigentes que dan papaya y por eso no puedo soltarlos, dejar quietos a los Angelinos que dan declaraciones contra su propio jefe, o a los Luchos que en medio de la locha aseguran que quieren trabajar y no los dejan, o a los Roys que se la pasan dando saltos pa’lla y pa´ca, o a los Uribes que ven la paja en el ojo ajeno y ni siente la viga en el propio. Mucho menos puedo comprometerme a defender las conversaciones de paz porque aseguren que es mejor tener a la guerrilla hablando que echando bala. O tragarme el cuento de que este año el crecimiento económico va a ser mayor, si las cifras demuestran lo contrario.
De lo que sí estoy segura, y es mi propósito, es que voy a seguir aquí o en cualquier lugar donde pueda expresarme como periodista para comentar la vida regional, nacional o internacional. Para referirme a personajes que influyen tanto sobre nosotros como Chávez, Santos o Timochenko. Imposible no hablar de ellos, bien sea que sobrevivan mucho tiempo o se esfumen de repente, sus actuaciones nos marcarán en los 365 días que nos esperan.
De ellos y sus asuntos tendré que hablar; es mi propósito ser crítica, sin alabanzas ni sahumerios, y si no lo cumplo por favor me lo recuerdan. ¡Feliz y próspero 2013!
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¡Ah!, propósitos
Mar, 01/01/2013 - 04:00
¡Primer día del año! Me siento como el primer día de colegio cuando uno estrena cuaderno y lo abre para enfrentar hojas limpias, blancas, impecables… Frente a ese reluciente papel impoluto, uno