Bolívar lo dijo en 1812, pero parece hoy

Lun, 07/08/2017 - 01:57
Por: Ignacio Arizmendi Posada

Cuando, en 1812, el Libertador llegó a tierras de la Nueva Granada –la actual Colombia–, venía triste y embravecido por los sucesos de su Venezu
Por: Ignacio Arizmendi Posada Cuando, en 1812, el Libertador llegó a tierras de la Nueva Granada –la actual Colombia–, venía triste y embravecido por los sucesos de su Venezuela. Tenía veintinueve años y una enorme claridad acerca de lo que pasaba y podía pasar allí. Su carta de presentación fue su célebre Manifiesto de Cartagena, fechado en la Ciudad Heroica el 15 de diciembre de 1812. Leído con los ojos de 2017, es decir, doscientos cinco años después, encontramos una serie de apreciaciones y expectativas que parecieran referirse, increíblemente, a la situación que hoy vive su patria. Miren, si no, estos ejemplos: 1. Libertar a la Nueva Granada de la suerte de Venezuela, y redimir a ésta de la que padece, son los objetos que me he propuesto en esta memoria. (¿No es eso, o algo muy similar, lo que dicen opositores al chavismo tanto en Colombia como en Venezuela?). 2. Yo soy, granadinos, un hijo de la infeliz Caracas, escapado prodigiosamente de en medio de sus ruinas físicas (se refiere a los efectos del terrible terremoto del 26 de marzo) y políticas [=]. (Parecen palabras de Leopoldo López, Antonio Ledezma y tantos otros=). 3. Permitidme que, animado de un celo patriótico, me atreva a dirigirme a vosotros para indicaros, ligeramente, las causas que condujeron a Venezuela a su destrucción; lisonjeándome que las terribles y ejemplares lecciones que ha dado aquella extinguida República persuadan a la América a mejorar de conducta, corrigiendo los vicios de unidad, solidez y energía que se notan en sus gobiernos. (Es similar a lo que en Colombia se dice acerca de los riesgos del populismo y el desgobierno, factores que facilitaron el arribo de Chávez al poder). 4. Los códigos que [en Venezuela] consultaban nuestros magistrados no eran los que podían enseñarles la ciencia práctica del gobierno, sino los que han formado ciertos buenos visionarios que, imaginándose repúblicas aéreas, han procurado alcanzar la perfección política presuponiendo la perfectibilidad del linaje humano. Por manera que tuvimos filósofos por jefes, filantropía por legislación, dialéctica por táctica y sofistas por soldados. Con semejante subversión de principios, y de cosas, el orden social se sintió extremadamente conmovido, y desde luego corrió el Estado a pasos agigantados a una disolución universal, que bien pronto se vio realizada. (Es la disolución del Estado venezolano en manos de “visionarios” ineptos y corruptos, soñadores en “paraísos” imposibles, no preparados, aquellos, en la ciencia y el arte de gobernar eficazmente al pueblo). 5. [=] Se establecieron [en Venezuela] innumerables cuerpos de milicias indisciplinadas, que, además de agotar las cajas del erario nacional con los sueldos de la plana mayor, destruyeron la agricultura, alejando a los paisanos de sus hogares, e hicieron odioso el gobierno que obligaba a éstos a tomar las armas y a abandonar sus familias. (Semeja ser una radiografía precisa de la Venezuela de hoy, con las “milicias revolucionarias”, las expropiaciones, las emigraciones masivas, etc.). 6. La disipación de las rentas públicas en objetos frívolos y perjudiciales, y particularmente en sueldos de infinidad de oficinistas, secretarios, jueces, magistrados, legisladores provinciales y federales dio un golpe mortal a la República, porque le obligó a recurrir al peligroso expediente de establecer el papel moneda, sin otra garantía que la fuerza y las rentas imaginarias de la Confederación [=].. (Como si el Libertador estuviera hablando de la repartija de los dólares y los bolívares para la “Nomenklatura”, los gastos delirantes, la corrupción rampante, los privilegios de las nuevas clases dominantes, etc.). 7. La Nueva Granada ha visto sucumbir a Venezuela, por consiguiente debe evitar los escollos que han destrozado a aquélla. A este efecto presento como una medida indispensable para la seguridad de la Nueva Granada la reconquista de Caracas. A primera vista parecerá este proyecto inconducente, costoso y quizás impracticable; pero examinando atentamente con ojos previsivos, y una meditación profunda, es imposible desconocer su necesidad, como dejar de ponerlo en ejecución probada la utilidad. 8. Es una cosa positiva que, en cuanto nos presentemos en Venezuela, se nos agregan millares de valerosos patriotas que suspiran por vernos aparecer para sacudir el yugo de sus tiranos, y unir sus esfuerzos a los nuestros en defensa de la libertad. 9. El honor de la Nueva Granada =, como su gloria, depende de tomar a su cargo la empresa de marchar a Venezuela, a libertar la cuna de la independencia colombiana, sus mártires, y aquel benemérito pueblo caraqueño, cuyos clamores sólo se dirigen a sus amados compatriotas los granadinos, que ellos aguardan con una mortal impaciencia, como a sus redentores. Corramos a romper las cadenas de aquellas víctimas que gimen en las mazmorras, siempre esperando su salvación de vosotros, no burléis su confianza, no seáis insensibles a los lamentos de vuestros hermanos. Id veloces a vengar al muerto, a dar vida al moribundo, soltura al oprimido y libertad a todos. (Es lo mismo de hoy, cuando Colombia es la esperanza de miles, de millones de venezolanos. Y lo mismo respecto de lo que sostienen distintas fuentes en el sentido de efectuar “una intervención militar” en Venezuela. Que seguramente Bolívar no aconsejaría por ser algo “inconducente, costoso y quizás impracticable”). De todas formas, ¡cuánto no daríamos los periodistas de este siglo por hablar con el Libertador acerca de su visión de la Venezuela actual, o saber cómo sería su “Manifiesto de Cartagena” de 2017! Muy seguramente diría iguales cosas en un español de ahora, que provocarían un terremoto superior al sufrido por Caracas el 26 de marzo de 1812, Jueves Santo...
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