Dos oposiciones

Lun, 07/11/2011 - 00:02
A falta de una, al presidente Santos le están resultando dos oposiciones. Una desde la izquierda y otra desde la derecha. Ambas ideológicamente duras. Previsible que

A falta de una, al presidente Santos le están resultando dos oposiciones. Una desde la izquierda y otra desde la derecha. Ambas ideológicamente duras. Previsible que alguna izquierda mantenga aquella voz respetable pero inamovible que desde el paradigma de la lucha de clases descalifica cada actuación del “gobierno de turno” como en función, solo y exclusivamente, de los intereses de “la clase dominante”. Y es una izquierda que prefiere la marginalidad política antes que conceder un milímetro a las otras izquierdas que en su opinión “traicionen los principios”.

Se daba por descontado que el Gobierno Nacional tendría que lidiar con esas voces opositoras. Sabíamos que rechazarían per se el Tratado de  Libre Comercio con Estados Unidos. Sospechábamos que no votarían en el Congreso la Ley de Víctimas y de Restitución de Tierras. Y que estarían presentes en cuanta movilización y protesta social explotara. Incluso, hasta en las protestas contra el gobierno del Polo en Bogotá. Salvo en el  fracasado “cacerolazo” contra Samuel Moreno. Y ello, sospecho, porque había sido convocada por el Concejal Javier Palacios del Partido de la U.

Lo que no contabilizábamos era una oposición abierta al presidente Santos desde el partido al que le debe su elección. Oposición a veces tan férrea y aguerrida como la del Polo. Hay que ver las “operaciones tortuga” o los “plantones legislativos” que sectores de la bancada de la U le hacen a las principales iniciativas legislativas del Gobierno. Y las piedras que recibe el Gobierno desde estos sectores por su compromiso con los derechos de las víctimas del conflicto. O las recias críticas que ha recibido por asociarse con organizaciones no gubernamentales para impedir la penetración de las mafias y las organizaciones ilegales en el reciente proceso electoral.

Resulta que ahora dicha oposición puede formalizarse. La disputa por la dirección del Partido de la U puede conducir a que el expresidente Uribe por sí mismo o por interpuesta persona conquiste una vocería para expresar sus opiniones abiertamente sin las mediaciones y moderaciones de su actual presidente, el senador Juan Lozano. Sobre todo ahora que recibió el nombramiento de Rafael Pardo en el Ministerio de Trabajo como “el Primer Empleo” del liberalismo. Y como una verdadera e inaceptable bofetada.

Y agenda todavía le sobra al Uribismo para oponerse a Santos. Empezando por torpedear cualquier iniciativa de diálogo y negociación con las guerrillas. Y las suspicacias, por decir lo menos, que despiertan en estos sectores, las buenas relaciones con Chávez y Correa. Y la sublevación goda contra el aborto. O contra los derechos de la población LGTB. Oposición que se atizará si se abre paso una refundación del liberalismo alimentada por el retorno de Cambio Radical y de sectores de tradición liberal que hoy están en la U.

Y paradójicamente a la izquierda le puede ocurrir lo mismo. El triunfo de Petro puede dar paso a una reconfiguración de la centroizquierda colombiana. Y su gobierno en Bogotá contará, seguramente por igual, con la ácida oposición de la derecha recalcitrante y de la izquierda dura.

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