Embutido de narices en el proceso de La Habana, Santos no tiene cabeza para nada más. Al pobre se le olvidan las promesas mediáticas que como conejos le toca sacar del sombrero de mago para tranquilizar a la opinión pública cada cierto tiempo. Sería bueno que alguno de sus tantos asesores este fin de año le hiciera el inventario de los incumplimientos. Aquí menciono solo dos, para ayudar por supuesto.
1ª: Recién posesionado para el segundo período y nombrado el gabinete con su cohorte de Ministros, Consejeros y Súper Ministros, el presidente respondió a las criticas, en especial las del expresidente Uribe que lo bautizó como “gobierno derrochón” con una promesa. En rueda de prensa, después de un consejo de ministros, nos contó que había dado un plazo de un mes a su gabinete para que presentaran un plan de recorte de nómina y gastos de funcionamiento.
Los medios reprodujeron la noticia con el entusiasmo que genera ver cortar cabezas. Se imaginaban disminuida la abultada nómina de viceministros, directores y consejeros y gozaban por anticipado con las caras largas de los jefes políticos que perderían sus respectivas cuotas.
Todos estos meses he seguido las declaraciones posteriores a cada reunión de ministros con la esperanza de ver realizado el anunciado plan de reducción de gasto burocrático, pero nada. Pasan y pasan reuniones y los jefes de las carteras no hacen la tarea encomendada o, si la han hecho, la tienen bien engavetada, confiados en la mala memoria de su jefe.
La oportunidad de oro para hacer ese anunciado recorte habría sido la reforma tributaria. Con ello Santos habría calmado a los empresarios y a la clase media al mostrar que el ejecutivo también se apretaría el cinturón. Pero ni de fundas, la ecuación aprobar impuestos y disminuir burocracia no cuadra en el Congreso. Puede que el anuncio tranquilizara a la sociedad civil, pero alborotaría a la clase política.
El presidente prefirió seguir de derrochón y los ministros felices. A nadie le gusta despedir gente, en especial si la nómina se paga con plata ajena, la que nos sacan a los resignados contribuyentes.
2ª Promesa incumplida: Esta fue hecha en plena campaña reeleccionista y promesa de campaña es como promesa de cumbiambera. El Presidente dijo que no iba a permitir que se siguiera con la injusta deducción del 12.5% a las pensiones para pago de salud. Que los jubilados estuvieran tranquilos porque en el nuevo gobierno Santos- Vargas Lleras esto se acabaría.
¡Pues tampoco!. Ya vamos para seis meses del segundo gobierno y esta promesa está más embolatada que la platica del túnel de la Línea. Ni Presidente, ni Vice se volvieron a acordar de ella. La dejaron en las manos alcabaleras del Ministro de Hacienda que no la respalda disque porque le costaría mucho a la nación. Y ¿cuánto le cuesta a los jubilados?
Además de esta injusticia, las pensiones están sufriendo un grave detrimento y eso tiene sin cuidado al alto gobierno y a Garzón el despalomado, exsindicalista y exizquierdista ministro del Trabajo. Las jubilaciones se aumentan de acuerdo al índice de inflación, pero el salario mínimo se incrementa uno o dos puntos por encima de este indicador. Esto quiere decir, en plata blanca, que las mesadas pensionales están perdiendo valor real frente a un indicador económico tan determinante como es el salario mínimo. Pero como los jubilados no se quejan, ni hacen paro, ni tienen voceros en el consejo gremial, nadie les para bolas.
Estas no son por supuesto las únicas promesas incumplidas, un recuento pormenorizado de los olvidos presidenciales requeriría muchas más cuartillas que las aconsejables para una columna de opinión. Y esta es una columna, no un inventario.
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Dos promesas incumplidas
Lun, 15/12/2014 - 13:10
Embutido de narices en el proceso de La Habana, Santos no tiene cabeza para nada más. Al pobre se le olvidan las promesas mediáticas que como conejos le toca sacar del sombrero de mago para tranquil