Durero: el grabador más importante del Renacimiento

Sáb, 23/08/2014 - 20:01
Alberto Durero es uno de los grandes exponentes del Renacimiento, compartiendo honores con los celebérrimos Leonardo Da Vinci, Rafael Sanzio, Miguel Ángel Buonarroti, Sandro Botticelli, por citar so
Alberto Durero es uno de los grandes exponentes del Renacimiento, compartiendo honores con los celebérrimos Leonardo Da Vinci, Rafael Sanzio, Miguel Ángel Buonarroti, Sandro Botticelli, por citar solo algunos. Aunque Durero también dedicó parte de su vida a la labor pictórica que ejecutó magistralmente –baste con ver el autorretrato conservado en El Prado o el Rinoceronte que con gran detalle pintó sin conocer este animal y solo partir de una descripción escrita–, aquí nos referiremos esencialmente a su trabajo como grabador. Nacido en 1471 en Núremberg - Alemania, comenzó su carrera a muy temprana edad y de la mano de su padre orfebre. A los 13 años realizó su primera obra: un autorretrato que deja ver las grandes capacidades que habría de desarrollar luego como pintor, retratista, académico y grabador; murió en 1528 a los 57 años. La exposición “Durero – Grabados 1496-1522” del Banco de la República de Colombia en su Museo de Arte es de gran valor, una oportunidad única para admirar a este gran artista en su faceta de grabador. Por primera vez se trae a nuestro país una colección de Durero en estas proporciones. 113 estampas originales de la colección privada italiana Dal Bosco, una de las más importantes de Europa. Durero11 Es Durero el grabador más notable del Renacimiento, no se equivocaría uno al afirmar: y de todos los tiempos. Utilizó en su taller diferentes métodos xilográficos: el aguafuerte, la entalladura, el buril sobre plancha de cobre. Es sin duda este último en donde su pericia y valor artístico se pone de mayor manifiesto. En general los grabados tienen por característica innata el hacerse en blanco y negro, los de Durero adquieren matices de gran delicadeza logrando con variaciones del negro obtener suavizados y esplendidos tonos grisáceos. Y esto lo consigue, no con variaciones de la tinta sino a través de achurados a base de líneas paralelas, casi imperceptibles, que se curvan para dar rellenos, sombras y luces de gran sutileza. La distancia entre cada línea es escasísima y por ende el trabajo se convierte en una minucia casi imposible. El ojo no advierte el trazado de la línea individual y se queda extasiado con la forma final obtenida. Pero la gracia de Durero es que no solo es al ojo al que se dirige su composición, sino también, y sobre todo, al intelecto, al que convoca para que interprete la idea, el mensaje, el detalle. Los procesos de estampado que Durero perfeccionó, a partir del trabajo de orfebre de su padre con quien colaboró durante su niñez y adolescencia, son de gran laboriosidad, el entallado necesita de maderas duras y de cortes longitudinales, la gubia diestra debe penetrar fina y profundamente precaviendo la fractura durante el proceso de grabado, así como en el de prensado. La talla sobre cobre necesita de un extremo rigor para que la punzada obtenga sutil y estéticamente el contorno y el relleno. Algo que no se logra sino con altas dosis de tecnicidad, de paciencia y de dotes artísticas. La exposición presentada por la curadora española Rosa Perales Piqueres, tiene seis secciones de estampas: La Pasión Pequeña en madera (37), La Pasión Pequeña en cobre (16), la Pasión Grande en madera (12), La Vida de la Virgen en madera (20), Gran carro triunfal de Maximiliano I (8), las Grandes Obras en cobre (3). La mayor parte de la exposición está dedicada a motivos religiosos, muchos de los cuales fueron objeto de inspiración para otros artistas (ie. Rembrandt). In extenso presenta cada paso de la vida y Pasión de Cristo, que ejecuta de manera asombrosa sobre madera y cobre para producir posteriormente la estampación por prensado en múltiples ejemplares, así como se hace con la imprenta que apenas tres décadas antes había hecho su aparición en Occidente. Durero22 Tres grabados sobresalen y son considerados como sus grandes obras, las Estampas Maestras, son ellas sus íconos, que lo identifican, sin que ello subestime sus muchas otras: El caballero, la Muerte y el Diablo; La Melancolía; y San Jerónimo en su estudio, hechas en buril sobre cobre y en donde el artista plasma el máximo de su delicadeza y arte. Las dos primeras fueron traídas a Colombia para esta exposición. Mucho podría decirse sobre estas obras que pueden considerarse como un tríptico que expresa el pensamiento de Durero; indican los temperamentos humanos, muy en auge en esa época: El Caballero sería el Sanguíneo, San Jerónimo el Flemático, El Diablo el colérico y La Melancolía, por supuesto, el Melancólico. Estas Obras Maestras han sido objeto de múltiples y sapientes análisis, pero sin duda sobre la que más se ha escrito es sobre La Melancolía. Su carácter es misterioso, lleno de gran simbología: aparente alguna, oculta mucha. El personaje central, una figura alada meditabunda, parece ser el mismo Durero que reflexiona sobre “la melancolía del artista”. El historiador de arte y ensayista alemán Erwin Panofsky describe muy bien ese ángel contraído: “La mirada vuelta a una lejanía vacía. Los ojos de Melancolía miran al reino de lo invisible con la misma intensidad con que su mano ase lo impalpable. Rodeada de los instrumentos del trabajo creador pero cavilando tristemente con la sensación de no llegar a nada. Un genio con alas que no va a desplegar, con una llave que no usará para abrir, con laureles en la frente pero sin sonrisa de victoria.” Un ecléctico y misterioso conjunto de objetos y animales complementan la alegoría melancólica sin dejar espacio vacío; el ojo espectador necesariamente escruta cada detalle en procura de interpretación: herramientas de carpintería y arquitectura, piedra de molino, reloj de arena, balanza, campanilla, escalera, poliedro, paisaje con arco iris, perro famélico, murciélago. Y lo más intrigante un cuadro mágico aritmético que suma la misma cifra (34) por todos sus lados, diagonales y subcuadrados y que contiene en algunas de sus aristas la cifra 1514, año de elaboración del grabado. En el desarrollo y perfeccionamiento de su extensa obra fue notable el influjo de las dos largas estadías que pasó en Italia; primordiales y marcantes en su trabajo fueron esos contactos con los artistas (y sus obras) renacentistas. Fácilmente puede apreciarse, y la exposición lo permite, las obras de antes y después de estos viajes: es notable la influencia benéfica en el trazo y la forma. Particularmente en lo ateniente a las proporciones humanas, a la geometría y a la medida como base de la estética, sobre lo cual escribiría más tarde cuatro largos tratados. Durero33 Para más extenso y grato análisis daría esta exposición; contentémonos con invitar al lector a visitarla y apreciarla. Por último, y a guisa de terminación, indicar que Durero hizo del grabado un Arte Mayor, tan apreciado en su época que fue muy plagiado, hecho que lo llevó a ser de los primeros en firmar sus obras con un logo personal (AD) y a librar batallas “jurídicas” para hacer respetar la noción de derechos de autor, lo que lo entroniza como precursor de la propiedad intelectual. PD. Museo de Arte Moderno del Banco de la República de Bogotá (Calle 11 # 4 - 14). Agosto 1 a noviembre 3 de 2014 (entrada gratuita). [vimeo width="549" height="366"]http://vimeo.com/102129341#share[/vimeo] 
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