Más allá de la semántica, considero que lo trascendental es la profunda esencia. Sobre todo, si se trata de un asunto –a mi juicio- fundamental para la paz.
Por mera definición el derecho (el natural) es aquello que tenemos los hombres para elegir libremente –sobre las bases cristianas- (léase libre albedrío), de elegir cuáles o tales maneras o formas de actuar. Posteriormente fue reglado y es de obligatorio cumplimiento. Eso ha variado. No solo por el afán de buenos y escasos legisladores sino, sobre todo, por los desatinados “administradores”. Las comillas hablan por sí solas. Las conversaciones de paz cada vez son más inverosímiles. Decir que las Farc son el Ejército de Pueblo es como decir que las víctimas se sienten representadas en esas mesas espurias en las cuales el gobierno de turno se arrodilla ante los narcoterroristas. Yo quisiera ver cuántos de los campesinos desarraigados, violados hasta en lo más íntimo de sus derechos y sus ranchos se sienten representados por Márquez, Santrich, Paris y sus secuaces. Bandidos que ni siquiera usan bien sus rótulos. Para comenzar mintieron, como es su estilo. Nos dijeron que no secuestraban y que no tenían secuestrados. Luego dijo Paris que se trataba de “retenciones con fines económicos”. Penalmente se llama Secuestro Extorsivo y es un delito. Está tipificado en nuestro estatuto punitivo. Es claro que esta maldita práctica es de las formas más desgarradoras de dar fin a los hogares. Este es el pan nuestro de cada día. Ellos hablan de paz y acá se vive drama de sangre; acá pensamos en reconciliación y sentimos el ataque sistemático; nuestro representante cediendo y los rurales tratando de aguantar los embates mientras la orden es desde La Habana es muerte. Cómo entenderlo desde la democracia y la institucionalidad; cómo desde la soberanía y la legitimidad un mensaje como este; ¿cómo? ¿Cómo, cuando se habla de una paz, reclutan menores y les conculcan sistemáticamente los derechos la población civil? Seguramente el interrogante ya está trillado. Pero es necesario plantearlo una y otra vez. De la misma manera como ininterrumpidamente ellos acaban con las esperanzas del país, mientras que de vacaciones someten a ciertos personajes imponiendo su modelo agrario. El secuestro es la manera más infame, desgarradora y dolorosa de hacer padecer a un hogar. Eso sin hablar de lo ilegítimo. Resulta que ahora los narcoguerrilleros se reservan el derecho a secuestrar miembros de la Fuerza Pública. Cómo será el nivel de sometimiento (que hasta se ve) que a ese reato ya se le llama “derecho” en las mesas de diálogo en Cuba. En Colombia tiene pena de prisión de hasta 28 años. En la isla están negociando la impunidad. El marco jurídico para la paz está listo, el gobierno está dispuesto, el legislativo esperando la orden, las víctimas están por fuera y el secuestro es un derecho. ¿Qué viene? #nomasmentiras. Abrazo cálido. Seguimos trabajando. @colconmemoria presidencia@colombiaconmemoria.orgEl derecho a secuestrar
Vie, 22/02/2013 - 01:06
Más allá de la semántica, considero que lo trascendental es la profunda esencia. Sobre todo, si se trata de un asunto –a mi juicio- fundamental para la