El discutible liderazgo de Hugo Chávez

Lun, 18/03/2013 - 01:03
El liderazgo de Chávez no es un liderazgo bien ganado. Y no lo es porque su reivindicación de los menos favorecidos no era el fin verdadero. Al contrario; fue el medio para obtener el respaldo que l
El liderazgo de Chávez no es un liderazgo bien ganado. Y no lo es porque su reivindicación de los menos favorecidos no era el fin verdadero. Al contrario; fue el medio para obtener el respaldo que le permitiera perpetuarse en el poder. Los pobres, siempre tan pobres, han sido presa fácil para ese propósito. Ellos, ajenos al irrespeto a la democracia, a la transgresión de la división de poderes del Estado, al rediseño constitucional a la medida de los intereses del gobernante, y otras larguezas del ‘líder’, con tal de que les den algo, entregan su corazón a quien se los proporciona. Ese algo, negado históricamente por los partidos tradicionales, Chávez se los dio: Tres comidas al día para el 98% de habitantes; vivienda, salud y educación para millones de venezolanos, cosas remotas para la mayoría. ¿Cómo no le iban a entregar su corazón? En principio, los logros sociales alcanzados se ven como positivos. El problema radica en que prácticamente todos dependen de subsidios. Ahí está la trampa clientelizadora que Hugo Chávez les puso a los pobres de Venezuela. La riqueza petrolera, robada por muchos años por una clase privilegiada, pasó, a partir de Chávez, a ser aprovechada con la máscara del beneficio social por el coronel gobernante, para quedarse el mayor tiempo posible en la Presidencia. Si Chávez de verdad hubiera querido a su país y a su gente, en lugar de convertir la gran renta petrolera en asistencialismo permanente para  las necesidades de sus compatriotas, tenía que haberla invertido en estructurar el aparato industrial y productivo que los librara de la volatilidad y el incierto horizonte del negocio petrolero, que multiplicara de manera sostenible esa riqueza y que generara el empleo a través del cual los venezolanos se apersonaran de la solución digna de sus problemas. Pero no; en lugar de darse a poner bases sólidas a su revolución del Siglo XXI, desarrollando a su país, desperdició sus 14 años de gobierno, dedicado a embelesar compatriotas a punta de dádivas. Nada le inmutó que esa solución fácil, aniquilara a la economía y  a la sociedad. Qué le iba a importar si su verdadero interés era permanecer en el poder. Así para ello, tuviera que disfrazarse y desarrollar todo su histrionismo. En el fundamento izquierdista encontró el parapeto para su objetivo. Los regalos petroleros a otros países, fueron el recurso diplomático del que echó mano para ampliar el apoyo a sus causas. Los beneficiados, necesitados de esa materia prima, los vienen recibiendo. ¿Cuánto de interés tendrán los respaldos logrados? Es difícil precisarlo. Eso sí, una vez más, todo con cargo a la riqueza nacional. En esas circunstancias, la dimensión del pretendido líder tiene que allanarse. En el trasfondo, una situación que tiene que contar para la calificación: el riesgo económico al que quedó abocada Venezuela por el sub aprovechamiento de las utilidades del petróleo (más de 800 mil millones de dólares durante el gobierno de Chávez); el elevado déficit fiscal (15% del PIB); su alta tasa de inflación (27.6%); el preocupante crecimiento de la deuda externa (hay quienes la calculan en 89.600 millones de dólares. Otros, dicen que alcanza los 156 mil millones de la misma moneda); la disminución productiva de PDVSA (se habla de un millón de barriles diarios menos que al inicio del gobierno Chávez, en 1999); el desabastecimiento de productos de consumo básico. Ahí no para la lista. (Nota: datos de varias fuentes). El análisis hay que hacerlo desprovisto de matrículas de derecha o de izquierda. El parámetro del examen debe ser lo que realmente necesitan nuestros países para lograr su desarrollo. En materia de mejora en indicadores de gobierno, tan importantes son los avances como la manera de obtenerlos. Poco se saca si ese propósito devora la economía de los países. Al paso que vamos, América Latina, sometida más que nunca a los abusos del gran capital en su expresión más moderna, el neoliberalismo, es tierra abonada para que surjan caudillos como Chávez. La desesperanza de la gente y la audacia de estos personajes facilitan su irrupción, así no sean la solución.
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