El país de los armarios

Mar, 02/09/2014 - 11:12
Por José Manuel Correa Rollano.

Relacionista público y escritor antioqueño, egresado de la Universidad de Glasgow y del London School of Economics.

Por José Manuel Correa Rollano. Relacionista público y escritor antioqueño, egresado de la Universidad de Glasgow y del London School of Economics. JoseManuelCorrea1 A mediados de 1950 C. S. Lewis publico por primera vez la saga que lo volvería uno de los grandes expositores de la literatura mundial. Lewis creó un mundo imaginario en el que cuatro hermanos escapaban del mundo real a través de un armario encantado, el cual los transportaba a una tierra mágica llena de seres de fantasía, reyes, y caballeros; una tierra en la que estos jóvenes eran reyes y reinas y no victimas de una guerra que ellos no habían comenzado. Colombia es una tierra de soñadores, de gente pujante, de gente talentosa y amable, pero sobre todas las cosas, somos un país de machistas homofóbicos. Nuestra sociedad esta basada en creencias arcaicas que asesinan la diversidad y la tolerancia por lo que a los ojos de la iglesia católica no es “NORMAL”. Somos excesivamente conservadores, tanto, que hemos hecho que miles de ciudadanos colombianos vivan una vida que no les pertenece, una mascarada que los obliga a esconder quienes realmente son y en muchas ocasiones, a dejar de vivir por completo (¡Si! Estoy hablando del suicidio). Esta es la tierra de la hipocresía, donde muchos roban, matan, abusan del poder, pero todo esto es tolerable a comparación de amar a la persona equivocada según los parámetros sociales. Este es el país de los armarios, donde los homosexuales viven escondidos para poder tener una vida “NORMAL”, para ser contratados en empresas respetables, para no ser acosados en la calle si se toman de la mano, para sentirse seguros. En Colombia, la gran mayoría de la comunidad LGBTI vive en las penumbras. Metidos en el fondo del armario para que sus vidas no se vean afectadas por la irracional ira de los godos ciegos y encolerizados que día tras día profesan su odio por todos aquellos que vayan en contra de sus valores y creencias. En este país los “MARICAS”, las “AREPERAS” y las “TRAVECAS” como son llamados usualmente, entre otros sobrenombres despectivos, viven metidos en “NARNIA”. ¡Si señores y señoras! En Narnia! Bien adentro de ese armario, donde lo único que hay es frío, y una soledad inmensa generada por el rechazo de quienes los rodean. Les parecerá chistosa la analogía, pero es verdad. Vivir en Narnia es una pesadilla! Lo digo porque durante un tiempo yo lo viví. Es un mundo lleno de fantasías, donde los amigos son en su mayoría imaginarios, donde se vive una vida diseñada para darle gusto a la sociedad y no para ser felices y alcanzar la realización personal. Todos los que viven en Narnia se sienten culpables, pecadores, monstruos, malos, sucios, y ajenos al amor y a la tranquilidad. Hora yo les hago una pregunta. ¿Por qué en Colombia los homosexuales no podemos tener los mismos derechos y el mismo trato respetuoso que los heterosexuales? Miembros de la comunidad LGBTI hay en la mayoría de las familias de este país, por no decir que en todas. Puede ser su hijo(a), su hermano(a), su nieto(a), su primo(a), o su amigo(a). Se me hace difícil creer, que usted como ser humano no quiera la felicidad para ellos, pues son su gente, sus seres queridos, sangre de su sangre y amigos de alma. Y si su respuesta es: “Yo sí quiero la igualdad para Colombia, yo sí quiero la felicidad para los míos, yo defiendo la diversidad”; Ahora viene mi segunda pregunta. ¿Qué estamos esperando para actuar y exigir nuestros derechos y los de nuestros seres queridos? Hoy me permito escribirle una carta a esos Reyes y Reinas de Narnia que viven en el armario, a sus familiares y a sus amigos. Hoy quiero alzar la voz por mi y por la comunidad LGBTI. Hoy quiero hacer la diferencia. A LOS REYES Y REINAS DE NARNIA Sus Majestades Reales, Les escribo con el propósito de solicitarles que por favor salgan del armario y vengan al mundo real a luchar por la igualdad y los derechos humanos. Las estadísticas de los últimos años demuestran que NOSOTROS, la comunidad LGBTI, estamos creciendo considerablemente (Estamos saliendo de Narnia). Aparentemente, este incremento no es suficiente para demostrarle a los intolerantes y los extremistas que nosotros también tenemos, entre muchos otros, el derecho a ser felices, derecho que nos han negado nuestros gobernantes. Me imagino entonces que para estos personajes los datos numéricos no son suficientes para entender la importancia que el respeto y la igualdad merecen para nosotros. Tendremos que alzar nuestras voces y luchar por nuestros derechos. Hace unos dos años y medio tuve la mejor experiencia de mi vida: me enamoré de otro hombre y le dije adiós a Narnia, a sus amigos imaginarios, sus máscaras y armaduras falsas, para venir al mundo real, que aunque muchos no lo crean, es mil veces mejor que estar metido en un armario. Me di cuenta que estaba mintiéndome a mi mismo y viviendo una “realidad ficticia” para así satisfacer a una sociedad machista, misógina, y que discrimina lo desconocido, lo que no es “normal”. Me di cuenta de que estaba tirando a la basura los mejores años de mi vida, negándome a mi mismo quien soy en realidad. Ahora soy un hombre FELIZ. Soy libre y nadie va evitar que luche por mis derechos y mi bienestar. Definitivamente prefiero ser un luchador feliz que un rey falso, cobarde e insatisfecho. Así que hoy les invito a decir: Este es quien soy y así tenía que ser, y al que no le guste lo respeto, pero no se meta en mi camino a la felicidad. Yo no pedí nacer homosexual, pero me alegro y estoy orgulloso de serlo. Se sorprenderán de la cantidad de personas que responden con palabras de apoyo y admiración por su coraje. Porque salir del armario y dejar Narnia atrás no es como muchos creen, una elección acerca de su sexualidad. Salir de Narnia se trata de aceptar quienes realmente somos y para eso se necesita mucho coraje. Sí amigos, coraje para aguantar y ponerle el pecho a la discriminación, al abuso, a la sociedad misma. La buena noticia es que ¡NO ESTAMOS SOLOS! Cada día el mundo nos muestra que hay un despertar de pensamiento, que nuestros amigos heterosexuales nos apoyan y nos quieren después de contarles sobre nuestra homosexualidad, y que nuestras familias no nos dan la espalda, así la mayoría de las veces a ellos les asuste más que a nosotros cuando tiramos la corona a la basura ¡Llegó el momento de mostrarle al mundo que nosotros como humanos, merecemos ser felices, tener una familia e igualdad de derechos! ¡Pero no podemos hacerlo solos! ¡Los necesitamos a ustedes! Yo sé y entiendo que hay un tiempo perfecto para todo, NO SALGAN de Narnia hasta que no se sientan listos para hacerlo, porque una vez se abren las puertas del armario no hay vuelta atrás. Pero recuerden que estamos esperándolos con los brazos abiertos para unirse al ejercito del amor y la igualdad. No les puedo prometer que todo va a ser fácil. Algunas veces toma tiempo, algunas veces es pan comido. Y créanme, es el mejor pan que se van a comer en sus vidas! Tampoco les estoy diciendo que tengan que andar por ahí gritando a los cuatro vientos que son homosexuales. Yo intento no hacerlo, porque antes de ser homosexual soy un ser humano. Mi homosexualidad es solo una de las cosas que me caracteriza como persona, pero aun así no me escondo de nadie. Me voy a permitir darles un consejo. Vivan su vida, porque nadie más va a vivirla por ustedes, dejen de intentar satisfacer a otros, de lo contrario ustedes jamás serán felices. Es tiempo de generar conciencia, es tiempo de destruir estereotipos, es tiempo de demandar nuestro derecho a ser felices como seres humanos que somos, y es tiempo de cambiar el mundo mostrando todo el amor que somos capaces de dar en contraprestación de todo el odio y la discriminación que recibimos día a día. Vamos a cambiar el mundo con palabras y argumentos sólidos, con besos, con abrazos, no con violencia. Así que hoy les pido que si están listos y sienten la necesidad de ser libres y luchar por la igualdad, vengan a luchar con nosotros. Invito a la humanidad a ser una sola, a romper las barreras impuestas por el racismo, la política, la religión y la sexualidad. Los invito a ustedes, Reyes y Reinas de Narnia, a nuestros padres, a nuestras madres, a nuestros hermanos y hermanas, y a nuestros amigos a luchar contra aquellos que quieren destruir nuestros sueños y violar nuestros derechos. Pero no con rabia y violencia, hagámoslo con compasión e inteligencia. Mi madre me dijo una vez que “es siempre mejor con miel que con vinagre”. Para terminar, solo quiero recordarles que una vez dejen el armario, aquellos quienes realmente los amen seguirán a su lado, y que si de nosotros depende, la comunidad LGBTI, ustedes amigos míos, nunca, pero nunca, estarán solos.
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