Dos libros de Peter Sloterdijk publicados con treinta años de diferencia me han acompañado en estos últimos días: Crítica de la razón cínica y Has de cambiar tu vida. Cuando en 1983 adquirí el primero, se volvió mi compañero por muchos meses. Como no encontré de fácil lectura lo escrito por ese joven filósofo, me resigné a abordar aleatoriamente sus páginas buscando al menos visualizar la historia desde esa nueva perspectiva que proponía el extenso texto. El segundo libro me dio la impresión de ser más apto para legos, sin embargo me sobrepasó y también me tocó leerlo en desorden. Es simbólico el tenerlos tan cerca y tal vez represente esta cercanía que el espíritu de la época está colmado de cinismo pero que no va más y para ello tendremos que cambiar.
En la mañana, al escuchar a Fernando Londoño hablar de Diógenes y sus seguidores para referirse a Juan Manuel Santos como el perfecto ejemplo del cínico -persona que miente o comete actos vergonzosos con descaro, sin ocultarse ni sentir vergüenza-, con indignación pensé en la encrucijada por la que pasa América Latina y recordé las palabras de Sloterdijk: “El único hecho de importancia ética universal en el mundo actual es el reconocimiento, cada vez mayor y difusamente omnipresente, de que así no se puede continuar.”
Por lo que nos corresponde, los colombianos podremos realizar un cambio fundamental, y de paso torcerle el brazo al cinismo, en las elecciones del 25 de mayo.
Lo que ocurrió en las elecciones del 9 de marzo sobrepasó todos los límites de la decencia sin que haya una acción de los organismos de control o la fiscalía. Es de temer que se repita el fraude con total descaro, convirtiendo al voto popular en algo inútil, que me lleva a recordar lo dicho por Fidel Castro en julio de 1959 cuando decidió anular el proyecto de organizar elecciones libres: “¡Elecciones! ¿Para qué?”
Tal vez sea esta la última oportunidad que tendremos de responder a esa pregunta que formuló el mismo cínico que había dicho poco antes desde la Sierra Maestra: "El poder no me interesa. Después de la victoria quiero regresar a mi pueblo a continuar con mi carrera de abogado.”
¿Cómo lograr ese cambio que nos protegería de caer en la ruta siniestra del mal llamado Socialismo del siglo XXI?
La respuesta está en vencer en las próximas elecciones y no permitir que se las roben. Nuestro reto no consiste solamente en lograr las mayorías sino en cuidarnos de que no nos pase lo que le ocurrió a los venezolanos quienes, al no poder evitar el fraude en las presidenciales de 2013, presenciaron como todas sus denuncias llegaron a oídos sordos. No habrá país amigo ni organismo internacional al cual acudir cuando se haga evidente que los nacionales no moverán un dedo como ocurrió en nuestro hermano país. No nos quedará si no quejarnos al Mono de la Pila.
Cuando el cinismo llega a absurdos como el de poner a votar masivamente a las víctimas de una de las peores tragedias de nuestra historia, la masacre de Bojayá, como lo denunció la Red de Veedurías, es para ponernos a llorar. Pero debemos mantener los ojos despejados para estar muy atentos ya que harán lo que sea por mantenerse en el poder y con ello llevarnos a las profundidades a las que ha caído Venezuela.
El epilogo de Has de cambiar tu vida tiene tres subtítulos en forma de pregunta:
¿Quién puede decirlo?
¿Quién podrá oír?
¿Quién lo hará?
A cada uno de nosotros le corresponde responderlas y asumir el compromiso que impliquen sus respuestas si queremos un país en el que la libertad sea el bien supremo y donde la democracia no sea pisoteada.
“¡Elecciones! ¿Para qué?”
Jue, 27/03/2014 - 09:19
Dos libros de Peter Sloterdijk publicados con treinta años de diferencia me han acompañado en estos últimos días: Crítica de la razón cínica y Has de cambiar tu vida. Cuando en 19