La muerte de Alfonso Cano no representa la solución política o militar del conflicto. Solo que llega en momentos cuando las fuerzas del Estado y la guerrilla de las Farc, andaban de cordillera en cordillera ajustando sus estrategias para enfrentar las nuevas condiciones de la guerra.
Por lo tanto, seguir esperando gestos de paz en medio del conflicto, solo demuestra nuestra ingenuidad “caguanera” y la soberbia anacrónica de unos criminales que prefieren morirse de leishmaniasis, replegados entre el espesor de la manigua, antes de entregar las armas para luego ser asesinados manejando un taxi.
Mientras tanto, los indígenas, los campesinos y los afrocolombianos son las comunidades más afectadas. Los indígenas, por ejemplo, representan menos del 4% del total de la población del país y quieren con su neutralidad parecerse a Suiza. El problema está en que su posición no es respetada por ninguna de las partes del conflicto, porque su legitimidad ancestral deslegitima la confrontación entre el Estado y la guerrilla.
Al mismo tiempo, la “locomotora de la minería” está trasladando el conflicto a territorios donde viven las comunidades más marginadas del país, porque las multinacionales extranjeras, el gobierno de turno, las bandas criminales y las Farc, quieren enriquecerse o repartirse esa bonanza contra natura.
Y como los comandantes jefes de la guerrilla ya no se mueren de muerte natural, me temo que quien reemplace a Cano no vivirá en Colombia, porque desmoraliza más a la base, la foto de otro de sus líderes posando muerto y ensangrentado en los medios de comunicación, que si leen tranquilamente sus discursos desde un país hermano, protegidos por los mejores amigos de Santos.
Afortunadamente este golpe histórico a las Farc le dará un respiro a la cúpula militar, un parte de confianza al Ministro de Defensa, seguramente aumentará la popularidad del presidente de Colombia y Uribe y Pachito tendrán que tragarse sus palabras por un buen rato.
Pero una cosa es que las Farc hayan sufrido una derrota y otra muy distinta es que estén derrotadas, porque su capacidad de hacer daño es inimaginable, aunque todos sus hombres juntos no llenen la tribuna de un Estadio inacabado como el Pascual Guerrero de Cali…
En resumidas cuentas, está claro que las Farc ya no pueden ni podrán tomarse el poder por las armas pero lamentablemente la transformación del país depende de si firmamos o no firmamos la paz con ellos…