Sin la belleza exuberante de antes, la Margarita Rosa de Francisco de hoy tiene otro esplendor y contundencia: es directa sin ofender, dulce sin suspicacias, inteligente sin prepotencia, deseable compañía.
Carlos Vives, su primer marido, cuando ambos andaban por los 20 años, dijo que el matrimonio no funcionó por culpa de ella.
—Está diciendo la verdad —responde tranquila, sin justificaciones.
Y lo mejor es que “la niña Mencha”, como la conoce el país, no se arrepiente de matrimonio tan corto, ni de haberlo contraído ni de haberlo roto…
Para nada. Yo pienso que en ese momento las cosas tenían que pasar así. La vida misma es sabia. Hoy en día creo que estamos en el lugar que nos corresponde. Yo considero que no hubiera podido explorar en mi vida todo lo que he hecho, llegar a escribir lo que he escrito, llegar a cantar como quiero cantar, si todas esas cosas no me hubieran pasado. La situación debe ser tal cual y como está hoy en día.
Nosotros fuimos parte del sueño de todo un país. Todos sabemos que la vida no funciona así y que las cosas ya aterrizadas son de otra manera.
El día del matrimonio de Margarita Rosa con Carlos Vives después del rodaje de Gallito Ramírez.
Margarita Rosa piensa hoy que el matrimonio con Vives fue un invento del país, del público nacional que los llevó hasta el altar…
Sí. Yo creo que fue un poco así, aunque nos enamoramos de verdad. Pero éramos muy jóvenes para sostener una relación dentro del matrimonio, éramos muy inmaduros, Cada quien quería tirar para su lado en nuestras profesiones. Con el tiempo, cada uno encontró su lugar profesional y sentimental.
A estas alturas de la vida y de mucho crecimiento profesional, de la madurez, dicen algunos, la exvirreina nacional de la belleza colombiana recorre distintos caminos artísticos…
Yo simplemente necesito expresarme a través del baile, de la actuación, de la música, del canto, de la composición. Nunca me he tomado muy en serio ni como cantante ni como compositora y tal vez por eso no he empujado con la misma fuerza ese aspecto, siendo igualmente importante que el de actriz. Curiosamente desde que empecé a presentar “A solas” (un musical), he empezado a valorar mis canciones mucho más, a enamorarme realmente de ellas y a pensar que de verdad tengo un mérito como autora, como compositora. Creo que es música que tiene sustancia.
Sorprende “la humilde” Margarita Rosa De Francisco de hoy, frente a la esquiva y difícil actriz de otros tiempos. Los años seguramente causan efectos importantes sobre el ego de las personas…
Yo pienso que el ego es como una especie de diablo que está permanentemente hablando y chuzándolo a uno. Siempre existe esa voz y uno tiene que estar constantemente aterrizando. Creo en el momento presente, más que en el futuro.
Margarita Rosa y Amparo Grisales filmaron provocadoras imágenes de amor en la novela Los pecados de Inés de Hinojosa.
Hay momentos en la vida que obligan a aterrizar. Y Margarita los ha tenido, como todos…
Las rupturas. Hablando de Carlos (Vives) uno empieza a caerse, a saber que la vida es concreta. Se aprende más con las caídas que con los éxitos.
Me sirvió mucho haber ido a la universidad, haber detenido las salidas en televisión. Yo paré absolutamente todo mi trabajo y me metí a estudiar música en la Universidad Javeriana, desde cero porque no había tenido formación académica.
Seguramente uno o varios hombres han tenido mucho que ver en las subidas y bajadas de su vida. Ninguna mujer puede estar exenta…
Empiezo por mi padre. Él me sembró toda la semilla de la música. Martín, mi hermano, a quien admiro profundamente por su originalidad, por ser tan profundo y tan raro. Y mi novio actualmente, él se llama Will Van Der Vlugt, es holandés. Estoy con él hace más de dos años, muy contenta, tranquila, compartiendo con un hombre que ve la vida muy parecida a como yo la veo. Tengo estos tres hombres hermosos en la vida hoy en día.
Somos muy trabajadores, él es muy exitoso en lo que hace, pero también es un tipo muy aterrizado. Nos gusta el arte, más o menos el mismo tipo de música. Artísticamente me siento muy afín con él, tenemos ganas de hacer proyectos juntos. No nos interesa el matrimonio, él vive en Miami, a veces viene o a veces yo voy.
Margarita Rosa, el día de su matrimonio con Daniel Castello (qepd), del que se separó.
Otra pareja (pienso entonces) que confirma la teoría de que la convivencia daña la relación, y es mejor cerca pero no tanto…
Yo no cuadro en ese formato. Quiero ser novia eterna. Me encanta que no haya lazos obligatorios para las cosas, como que realmente uno quiera estar con la persona, que no haya hijos. Nunca quise tener hijos y ya me pasó el tren para pensar en eso, pero ni siquiera siento nostalgia por no haberlos tenido.
Nunca quise los hijos porque tengo un espíritu muy rebelde, me gusta tomar decisiones súbitas, decir que quiero irme mañana de viaje a no sé dónde, me encanta no tener cola y poder cerrar la puerta de mi apartamento con total libertad. No quiero tener la responsabilidad de hijos. Will, mi novio, tiene dos hijos.
Los niños son divinos. Son pequeños y me vuelvo como una niña igual a ellos. Es un aspecto mío que no conocía, o sea que de madrastra estoy perfecta. Soy además una tía bacanísima.
La nueva y muy madura Margarita Rosa no se arrepiente de muchas cosas. Solamente de una muy notoria, un pecado que suele repetirse mucho…
De lo único que me arrepiento, es de haberme dejado faltar al respeto, en algún momento de la vida. Hay veces que ocurren situaciones de esas y uno por ser muy conciliador las deja pasar. De eso sí me arrepiento.
Me ha pasado en varias ocasiones, con diferentes tipos de personas y en un momento especifico de mi vida. Lo bueno que tiene irse haciendo mayor, es que uno ya no permite esas cosas y ya sabe poner sus límites, sabe negarse con más facilidad.