Formamos para el futuro, con la educación del siglo pasado

Mié, 29/08/2018 - 07:29
Las primeras universidades en Colombia, como las conocemos hoy, se establecieron a mediados del siglo XIX con programas acordes a las exigencias de la sociedad de ese siglo, ya que se vivía el esplen
Las primeras universidades en Colombia, como las conocemos hoy, se establecieron a mediados del siglo XIX con programas acordes a las exigencias de la sociedad de ese siglo, ya que se vivía el esplendor de la era industrial, eran 'tiempos modernos'. El mundo ha cambiado y en palabras de Yuval Noah Harari vivimos en la 'revolución científica'. Esto implica entonces un cambio de paradigma, un cambio en la forma como se enseña y se aprende, un cambio estructural del sistema educativo para desarrollar el país que soñamos. Entendiendo que el “capital humano es un factor determinante para el desarrollo de un país” (Pineda, 2015). Precisamente con lo anterior, los profesores Levy del MIT y Richard Murnane de Harvard, afirman que el éxito del futuro de los profesionales dependerá de las competencias cognitivas que estos desarrollen a lo largo de su vida, lo cual implica que las universidades formen a sus estudiantes para que tengan habilidades que impliquen interacciones menos rutinarias y más analíticas.

¿Cuáles serán las carreras del futuro?

En general todo oficio que pueda ser objeto de digitalizar o automatizar estaría en riesgo de desaparecer, en tal sentido para muchos expertos indudablemente aquellas profesiones que estén marcadas por la creatividad tendrán mejores posibilidades. Con los problemas ambientales que afronta el mundo de hoy y las crisis económicas derivadas del sistema actual, toman mayor fuerza las industrias que ofrezcan bienes y servicios a partir de la innovación. La pregunta lógica sería entonces: ¿se forma hoy a los futuros profesionales para ese desafío? Queremos competir en el mundo de hoy, pero seguimos con los paradigmas académicos del pasado. El foro Económico Mundial (WEF) afirma que los sistemas educativos no están a la altura de las nuevas tendencias de modelos de negocios, no se está preparando para afrontar esos desafíos y es una valiosa oportunidad para la educación superior en Colombia, anticipar estas tendencias mundiales. Hay que encarar ese reto con proyectos educativos que profundicen en la investigación de la mano con el emprendimiento y el desarrollo. La Educación Superior aún tiene que afrontar retos muy grandes, pero cuatro de ellos deben ser su prioridad:
  1. ¡Universidad gratis! Hoy en Colombia según la –OCDE-, 9 de cada 100 estudiantes de familias pobres acceden a estudios universitarios, frente a 53 de cada 100 jóvenes que provienen de familias más ricas. Debemos concentrarnos en la “redistribución” de las aulas, no exclusivamente en la “redistribución” del ingreso, lo cual implica necesariamente fortalecer y expandir la universidad pública. Podemos subir los salarios, pero si el acceso a la educación superior es excluyente sencillamente el desarrollo se concentra en un puñado “de colombianos como actualmente ocurre”. Colombia es el tercer país más desigual del mundo, según la ONU.
  2. Sí a la universidad privada, pero a bajo costo. Las instituciones educativas deben buscar alternativas de financiamiento de sus costos operativos para disminuir los altos precios de las matriculas; por ejemplo, a través de la producción de investigación, generación de patentes y de conocimiento que pueda ser materializado en nuevos ingresos.
  3. Participación híbrida. Es importante que exista una sinergia entre la Universidad y las Empresas, una articulación del sector privado con lo público, como agente económico y social en la construcción de una educación que fortalece su capital humano; para alcanzar mejores niveles de competitividad, desarrollo tecnológico e innovación. Cada pequeña, mediana y grande empresa de nuestro país debería buscar articular su labor con una universidad.
  4. Diseño curricular competente. La academia debe estar pensada no solo en un contexto local, sino también global. La adaptación curricular de las universidades debe responder a las exigencias internacionales, para abrir un espacio común de conversación y conocimiento.
En los países de las economías emergentes se enfoca con prioridad en garantizar el derecho a la educación de calidad, sin duda alguna, este es el motor que genera mayores oportunidades para la transformación y desarrollo de cualquier país. De ahí resulta ser una responsabilidad conjunta del Estado y la sociedad si queremos estar en las grandes ligas de competitividad a nivel mundial. Es válido proponer que Colombia sea el país más educado de la región, pero eso implica un compromiso mayor: salir del pasado y afrontar el futuro con la educación del presente. Nelson Cubides  Concejal de Bogotá
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