En 1927, el célebre arquitecto suizo Le Corbusier (cuyo nombre real era C. E. Jeanneret) participó en un concurso para construir el edificio de la Liga de las Naciones en Ginebra. Por primera vez en la historia, presentó un proyecto funcional y no un templo neoclásico, pero no tuvo suerte: el jurado, de arquitectos convencionales, se horrorizó y descalificó la propuesta. El motivo fue tan concreto como absurdo: no había sido elaborada en tinta china, indicada en la convocatoria (hablamos de hace casi un siglo).
Iván Duque, presidente de la Colombia actual, diseñó una candidatura sin usar tinta china, es decir, lejos de lo que esperaban quienes veían las cosas de forma tradicional: sin ser un manzanillo, un pendenciero, un todoterreno, la vaca que más alambrados derribaba, el gran proveedor de mermelada para los de siempre. O tonto, inculto, sin norte, carente de ideas y propósitos, sin firmeza. No. Duque irrumpió como un aspirante joven, que carecía de experiencia real de gobierno, sí, pero honesto y capaz, inteligente e informado, transparente y franco.
Muchos de quienes votamos por su nombre reconocemos que en estos ochos meses su gestión ha sido de altas y bajas. Pasa con todos los mandatarios, incluidos los que arriban con montones de prácticas de gobierno a sus espaldas. Sin embargo, también estamos seguros de que en el tiempo que le queda –se supone que es hasta el 7 de agosto de 2022– estará a la altura de las expectativas de los que lo elegimos y de quienes, sin haberle dado su voto, esperan lo mejor para vivir mejor.
Lo conseguirá con ideas claras en diversos frentes:
Lo épico: señala dar la cara a lo que no parece posible, a lo difícil, a lo supremo en las relaciones internas y externas, con audacia, sin atemorizarse ante altanerías bravuconas como la de Aída Ulcué, vocera de la minga indígena del Cauca: “En 27 días de control sobre la vía panamericana demostramos que el CRIC tiene el poder de hacer temblar el país” (El Colombiano, 11abril 2019).
Lo “bélico”: recomienda desfogarse, cantar la tabla, desvirtuar sandeces como las del columnista Ramiro Bejarano cuando afirma que “padecemos la tragedia de vivir en una república fascista sometidos a lo que la banda uribista decida” (El Espectador, 10 marzo2019).
Lo pragmático: determina considerar la pauta (de autor anónimo) que dice: “No seas tan blando que puedas ser estrujado ni tan rígido que puedas ser fracturado” en el abordaje de circunstancias complejas relacionadas con la legitimidad y la gobernabilidad.
Lo jurídico: aconseja actuar atenido a la Constitución que juró, a las leyes, a la normatividad vigente. A rodearse de gente mejor que usted (principio del viejo Peter Druker).
Lo político: sugiere mantenerse en línea con sus promesas, su programa de gobierno, sus convicciones más meditadas, sin que tenga nada de qué avergonzarse o arrepentirse
Lo retórico: dispone hablar de modo convincente, confiable. Es necesario suscitar apoyo ciudadano en diversidad de casos. Por ejemplo, en no discutir, en una encerrona, pretensiones inusitadas de la minga como el fracking, las relaciones con Venezuela, los diálogos con el Eln, el Esmad, la mortandad de peces en Hidroituango, la JEP.
Lo romántico: prescribe insistir en convocar a la unidad alrededor de país, no de partidos. En buscar ir adelante con solidaridad y valores nacionales trabajados en comunidad.
Lo filosófico: manda estimular la honestidad, la verdad, la buena intención, los principios democráticos, el humanismo, la sensatez.
Lo estético: indica trabajar por que las acciones del gobierno se tomen a bien, que parezcan y sean las debidas. Que no se vuelva a decir que no tienen presentación.
Lo psicológico: ordena aceptar sus limitaciones y proyectar sus fortalezas. Tener autocontrol inteligente ante quienes lo fusilan a diario con irrespetos. Uno de ellos es del exministro Guillermo Perry, quien sostiene que el Plan Nacional de Desarrollo es “una manada desordenada de micos que repele a la vista, deja mal olor y mal sabor y no nutre el interés público” (El Tiempo, 31marzo2019).
¡Hágale, presidente! No son imposibles.
INFLEXIÓN. “Donde con toda seguridad hallarás una mano que te ayude será en el extremo de tu propio brazo” (Napoleón).